Un nuevo desafío para todos: ¿vuelve la centroderecha?
*Por Mariano Grondona.En las elecciones primarias del último domingo , los dos precandidatos kirchneristas a la gobernación de Santa Fe, Agustín Rossi y Rafael Bielsa, lograron sumados el 26 por ciento del total .
Los encuestadores contratados por el Gobierno han venido sosteniendo que Cristina Kirchner, con una intención de voto que se acerca al 50 por ciento, ya ganó la elección presidencial del 23 de octubre. La cifra indudable del 26 por ciento del domingo en Santa Fe, sin embargo, no sólo queda lejos de aquel 50 por ciento, acercándose en cambio a las cifras que logró el kirchnerismo cuando fue derrotado en 2009, sino que también confirma las falencias de los encuestadores oficiales, que ya se habían equivocado groseramente en 2009, dándole respaldo a la ironía de Jorge Asís cuando los acusó de integrar el Frente Encuestológico de la Victoria , equiparando implícitamente su baja credibilidad a los informes del Indec .
Pero la elección de Santa Fe trajo, además, una segunda novedad: el excelente resultado que logró en la provincia el precandidato a gobernador del Pro, Miguel del Sel , que casi sin tiempo ni recursos para su campaña y con una candidatura solitaria que no contaba con el estímulo de la competencia del que gozaban los demás candidatos, llegó tercero con el 13 por ciento detrás del escogido por Binner, Antonio Bonfatti (17 por ciento), y del propio Rossi (15 por ciento) revelando así un proceso hasta ese momento ignorado, el avance de la centroderecha, un avance al que podrían sumarse Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires y Mauricio Macri en la Capital Federal.
El candidato a vicejefe de gobierno de la ciudad Jorge Selser, que acompaña a Pino Solanas en Proyecto Sur, vino a agregar una afirmación sorprendente al sugerir que, si en la Capital se llega en julio a un ballottage entre Macri y el kirchnerista Daniel Filmus, el espacio que él representa se inclinará por Filmus. De esta manera, quizá llevado por su fervor ideológico y por su inexperiencia en las grandes contiendas electorales, Selser reforzó sin ser desmentido categóricamente por Solanas -quien sólo señaló después, tibiamente, que Proyecto Sur es "independiente"- dos impresiones: una, que descuenta que su fórmula no llegará al ballottage; la otra que, puesto a elegir entre el kirchnerismo y Macri, optaría por el kirchnerismo. Esto y "borrarse" de la Capital desde ahora, ¿no es lo mismo?
El mapa ideológico
Si trazáramos un mapa ideológico de la política contemporánea, podríamos llamar centroizquierda al espacio que enfatiza la distribución de la renta en favor de los necesitados y que favorece su movilidad social, mientras que llamaríamos centroderecha al espacio que promueve las inversiones y sostiene el orden público, con ambos espacios funcionando dentro de la democracia porque el prefijo "centro" revela su recíproca vocación de tolerancia. A la izquierda de la centroizquierda y a la derecha de la centroderecha deberían figurar, para completar el mapa, tanto la izquierda como la derecha autoritarias.
Sea en Europa Occidental y en América del Norte, sea en los países latinoamericanos avanzados como Brasil, Chile, Uruguay y Colombia, podría decirse que el desarrollo político consiste en la alternancia de la centroizquierda socialista y la centroderecha liberal en el poder según oscile, a través del tiempo, el humor de los ciudadanos. Ya se llamen "laboristas" y "conservadores" en Gran Bretaña o "demócratas" y "republicanos" en los Estados Unidos, ya reciban otros nombres equivalentes fuera del mundo anglosajón, éste es el mapa ideológico que prevalece en los países políticamente desarrollados.
Entre 1853, cuando consagró la Constitución, y 1930, cuando la perdió, también la Argentina ocupó gradualmente esta crucial frontera. De 1853 a 1912 fue un régimen republicano pero minoritario hasta que, en este último año, la reforma electoral de la ley Sáenz Peña la introdujo en la aventura de las democracias desarrolladas. En ese entonces también se dibujó un bipartidismo en cuyo interior los radicales representaban a la centroizquierda y los conservadores representaban a la centroderecha, mientras el país continuaba su arrollador desarrollo económico.
Con el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930, el desarrollo político de los argentinos empezó a involucionar. De un lado, porque a la derecha de la centroderecha surgió el autoritarismo militar. Del otro, porque la aparición de una izquierda autoritaria bajo el primer Perón, en 1945, descalabró el equilibrio institucional que había culminado en los años veinte bajo la presidencia moderada de Marcelo T. de Alvear. Habiendo perdido la concordia política en 1930, la Argentina se quedó, hasta hoy, sin el desarrollo político que la había caracterizado en sus mejores años. Esta regresión política fue acompañada por una regresión económica equivalente a un punto tal que, después de haber figurado entre las diez naciones con el mayor producto bruto por habitante del planeta por décadas, nuestro país ocupa hoy el lugar número ochenta y cinco en el concierto de las naciones, según el Informe 2010 del Banco Mundial.
¿Ahora, Alfonsín?
Tanto el golpe de 1930 como el advenimiento del primer Perón en 1945 han sido señalados como las dos fuentes de nuestro retroceso. Esta interpretación desconoce una tercera fuente de nuestro infortunio que ha sido, en definitiva, radical . Es que, con la Declaración de Avellaneda de 1947, abrumada por el triunfo del primer Perón en las elecciones presidenciales de 1946, la Unión Cívica Radical abandonó su tradición "alvearista", de centroderecha, para competir con el peronismo en nombre del yrigoyenismo por el espacio de la centroizquierda.
Hasta ayer, el mapa ideológico argentino presentaba entonces dos alas de centroizquierda, una peronista y radical la otra, y ningún ala de centroderecha. Otra dificultad complementaria de nuestra trayectoria fallida ha sido que el kirchnerismo ya no es de centro izquierda sino de una izquierda autoritaria .
Hoy, sin embargo, con la candidatura presidencial de Ricardo Alfonsín el radicalismo podría superar su desubicación ideológica, pero no porque se haya convertido a la centroderecha sino porque Alfonsín tiende a admitir a la centroderecha de Francisco de Narváez como aliada. Esto es resistido por el llamado "frente progresista" de Binner y los suyos, a los cuales Alfonsín todavía intenta incorporar no porque él mismo esté girando a la derecha sino porque, siguiendo la conocida estrategia electoral del catch all (algo así como "atraer a todos"), procura formar un frente tan amplio como para convocar a todos los partidos democráticos de centroizquierda y de centroderecha bajo un signo común: la superación del autoritarismo kirchnerista. No sabemos aún si el candidato radical tendrá éxito en su empeño. Lo que sí podríamos decir es que, de tener éxito, el país contaría en octubre con dos opciones: de un lado el kirchnerismo de la izquierda autoritaria y, del otro, una conjunción democrática que podría incluir no sólo a De Narváez y Macri sino también al peronismo federal que reivindica al "segundo Perón". De ahí en más, los argentinos podríamos volver a tener un bipartidismo moderno y desarrollado, con una centroizquierda a la manera de los "progresistas" y una centroderecha democrática, asociadas primero para derrotar al autoritarismo kirchnerista y libres después para competir entre ellas, con vistas a una república democrática plenamente recuperada.