Un modelo que enriquece... a sus funcionarios
Las declaraciones patrimoniales de la Presidenta y su equipo se han convertido en una escandalosa exhibición de riqueza.
Las últimas declaraciones de bienes personales presentadas por algunos de los más altos funcionarios, incluida la Presidenta, vuelven a confirmar que el ejercicio de la función pública en el kirchnerismo coincide con un muy marcado e irritativo enriquecimiento. También, que organismos de control como la AFIP, que suelen ensañarse con pequeños ahorristas que buscan refugio en el dólar, nada hacen ante los abruptos saltos de la riqueza en el oficialismo.
La presentación ante la Oficina Anticorrupción de las declaraciones juradas de patrimonios e ingresos correspondientes al año pasado muestran, por ejemplo, que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner incrementó su riqueza un 27 por ciento respecto de su declaración de 2009. El año pasado su patrimonio, incluidos los bienes a nombre de Néstor Kirchner, aumentó a 70.494.085 pesos; en 2009 el patrimonio del matrimonio sumaba 55.537.290 pesos.
Cuando Kirchner llegó al poder, en 2003, la pareja declaró un patrimonio de 6.851.810. Si se lo compara con los 70.494.085 de la declaración correspondiente a 2010, el incremento es de un asombroso 928 por ciento. Aumentó casi diez veces.
La última declaración de la Presidenta ya no incluye los poco creíbles intereses bancarios del 24 por ciento para los depósitos a plazo fijo en dólares que se encontraban en la de 2009. En la de 2010, esos intereses son del orden del 11 por ciento, y si bien no resultan escandalosos como los anteriores, son muy superiores a los que suelen otorgar los bancos, tanto en la Argentina como fuera del país. La primera mandataria debería explicar con claridad este punto.
Desde su arribo al poder, en 2003, las declaraciones juradas del matrimonio Kirchner han sido siempre fuente de escándalo, no sólo por los fortísimos incrementos en su riqueza sino también por las contradicciones que surgían al comparar la evolución a lo largo de los años.
Pero, desgraciadamente para la ciudadanía, y afortunadamente para la Presidenta, la Justicia ha archivado o sobreseído sumarios en los que se la investigaba a ella y a su fallecido esposo por presunto enriquecimiento ilícito. Recordemos el vergonzoso sobreseimiento que otorgó a los Kirchner el juez federal Norberto Oyarbide sin tener en cuenta serias objeciones de los peritos y basándose, en cambio, en las explicaciones del contador de los Kirchner, a quien había recibido a solas en su despacho. A su vez, ese contador habría recibido el auxilio de la AFIP para corregir presuntas inconsistencias conceptuales entre las declaraciones y la verdadera fortuna.
Ese sobreseimiento se ha convertido en un serio obstáculo para que en el futuro la Justicia analice toda la evolución de los bienes de la familia Kirchner.
Otro asombroso caso de aumento patrimonial de pura cepa kirchnerista es el de Amado Boudou, ministro de Economía y candidato a vicepresidente. El suyo es del orden del 64 por ciento, al comparar su riqueza del año pasado con la de 2009.
De esta manera tan gráfica, Boudou y su patrimonio, en el que descuellan sus motocicletas y automóviles, además de un departamento en Puerto Madero, encarnan las bondades del llamado "modelo" oficial mucho más que los resultados de su gestión al frente del Ministerio de Economía.
La oscura Secretaría de Inteligencia (ex SIDE) es otro sitio proclive a la multiplicación de bienes de altos funcionarios. Días atrás nos referimos al caso de su titular, Héctor Icazuriaga, quien en los escasos doce meses que van de 2009 a 2010 vio trepar su riqueza en un millón de pesos: un 164 por ciento.
A su segundo, Francisco Larcher, subsecretario de Inteligencia, las tareas de espionaje no le han impedido velar por su patrimonio, pues los 479.437 pesos con que contaba en 2003 se habían convertido en 5.277.546 en 2010. El aumento respecto de 2009 fue de 400.000 pesos.
Por último, Diego Bossio, titular de la Anses, acusó un incremento patrimonial del 144 por ciento en un año y medio. En 2010 tenía 1.068.621 pesos, de los cuales 608.843 corresponden a un departamento de 202 metros cuadrados que compró en la Recoleta hace un año. Bossio tuvo, al parecer, mucha suerte, pues habría pagado alrededor de 750 dólares el metro cuadrado, cuando en agosto del año pasado el metro cuadrado de un departamento nuevo en Recoleta costaba entre 2500 y 4000 dólares.
No caben dudas de la buena suerte de estos funcionarios, o sus buenas dotes para la administración. Pero como algunas de estas declaraciones también merecerían una investigación judicial, que seguramente terminaría en un rápido sobreseimiento como el del matrimonio Kirchner por el juez Norberto Oyarbide, la presentación de estas declaraciones ante la Oficina Anticorrupción, obligatoria por ley, se va convirtiendo en una suerte de exhibición mecánica de riquezas.
Tratándose de un gobierno que se precia de ser popular, combatir la pobreza y promover la inclusión social, sería bueno que compartiera con el resto de la población la fórmula de la multiplicación de la riqueza que subyace en estos sorprendentes y exitosos casos. Así, no sería necesario que el Indec siguiera falsificando los índices de inflación para disminuir, también ficticia y perversamente, los de la pobreza.