Un matrimonio dejó la ciudad para “cambiar de vida” y murieron en el primer día de mudanza por monóxido de carbono
Las víctimas son el director del Mercado de Liniers Horacio Rodríguez Zapico y su esposa. Una de sus hijas estuvo 14 horas inconsciente y se salvó.
Para “vivir más tranquilo”, Horacio Rodríguez Zapico decidió dejar un amplio departamento ubicado sobre la avenida 9 de Julio, en pleno centro urbano de la ciudad de Buenos Aires. A los 68, junto a su mujer, Adriana Gutiérrez, de 65, eligieron radicarse en una casa con espacios verdes y aire libre.
Pero el destino les jugó una trampa mortal en la vivienda que habían refaccionado con mucha expectativa. El mismo día de la mudanza al barrio Altos de Manzanares (en Fátima, partido de Pilar) mientras se preparaban para compartir la cena, murieron por los efectos de un escape de monóxido de carbono, proveniente de una caldera que no se había terminado de controlar.
La hija de ambos se salvó de milagro. Guillermina, de 25 años, estaba junto a ellos y aguantó 14 horas hasta que, cerca del mediodía del sábado, llegó su hermana mayor Candelaria, quien encontró a los tres desvanecidos; su madre estaba sentada en un sillón y su padre en el suelo, boca abajo, cerca de una ventana.
Guillermina estaba sobre un silla, inconsciente pero con signos vitales, por lo que fue trasladada en ambulancia al Hospital Sanguinetti de Pilar, y luego al Hospital Austral. Estuvo en grave estado y recibió un tratamiento con cámara hiperbárica, un espacio hermético donde los pacientes con estas afecciones reciben oxígeno puro, con una presión de aire tres veces superior a la normal.
Las muertes de Rodríguez Zapico y Gutiérrez causaron fuerte conmoción en el sector agropecuario, donde todavía está muy fresco el recuerdo de Graciela Picchi y Humberto “Bocho” Sandoval, una pareja de juninenses que fallecieron por el mismo motivo en septiembre de 2019.
Rodríguez Zapico pertenecía a la tercera generación familiar de una importante trayectoria en el mercado ganadero, con protagonismo en el predio de Mataderos, y establecimientos en zonas rurales. Su abuelo fue fundador de la casa consignataria de hacienda Crespo y Rodríguez, que opera desde 1906. Hace ya 103 años, compraron Molino Chacabuco, que procesa y comercializa granos y con la razón social Nutripet, elaboran alimentos para mascotas con distintas marcas de consumo masivo.
El ingeniero agrónomo Gustavo Huesca Pérez, uno de los compañeros del secundario de Rodríguez Zapico en el Colegio Marianista de Caballito, destacó que era “una persona muy querida y amable. Con una pizca de humor, a veces algo ácido, muy divertido, y sobre todo muy honesto”.
Y Fernando Canosa, un reconocido consultor ganadero que fue compañero de la Facultad de Rodríguez Zapico, reflejó que fue “un gran hombre. Una persona muy agradable, muy apreciado en general y reconocido por su trayectoria”.
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