DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Un ganador sin aparato

La impresionante elección que hizo Miguel del Sel en Santa Fe tiene tres ingredientes que la convierten en un dato de primer orden: es alguien que hizo su primera experiencia política y electoral; compitió contra dos estructuras muy fuertes -la del gobierno provincial y la del oficialismo nacional- y -el más importante- lo hizo prácticamente sin estructura, sin "aparato". Ni siquiera tuvo, durante la campaña, un respaldo activo de Mauricio Macri.

El candidato del socialismo contó con numerosos y gravitantes puntos de apoyo. Representaba al oficialismo provincial y, por lo tanto, tenía la estructura del gobierno santafesino a su favor. Los gobiernos municipales de Rosario y de Santa Fe (las dos ciudades más importantes) también jugaban de ese lado. Cuatro líderes nacionales (Binner, Alfonsín, Carrió y Pino Solanas) lo respaldaban explícitamente. Y el aparato de la UCR provincial formaba parte de su propia estructura.

Rossi, por su parte, compitió con todas las herramientas del kirchnerismo a su favor. La propia Presidenta fue dos veces a la provincia en pleno proceso electoral. Pero además lo acompañaron en la campaña referentes como Amado Boudou y Alicia Kirchner. Tuvo, si se quiere, un mayor respaldo y compromiso del gobierno nacional del que recibió Daniel Filmus en su campaña porteña.

Del Sel parecía, frente a esas dos estructuras, un competidor desguarnecido y solitario. Compitió con los colores del PRO, que hacía en esta elección su primera apuesta propia y que no tiene en Santa Fe, como en casi ningún territorio del interior, una organización partidaria. El mismo no tenía una estructura militante a su alrededor y Macri -absorbido hasta hace pocos días en la campaña por su reelección- apenas tuvo una participación esporádica en Santa Fe.

Que desde esa soledad y en esas condiciones, Del Sel -con el único capital de su propia simpatía y su fama como humorista- haya disputado la gobernación palmo a palmo con el socialismo, desplazando al candidato kirchnerista a un lejano tercer puesto, no sólo lo convierte en el gran ganador de esta elección sino, además, en un fenómeno político más que llamativo.