Un festejo solamente peronista
*Por Osvaldo Pepe. El triunfo de De la Sota en Córdoba alcanzaba anoche la amplitud que habían vaticinado en su entorno, y su significado político es representativo de cierto estado de malhumor del peronismo.
A una semana de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, que ordenarán el panorama electoral de cara a las presidenciales, el kirchnerismo debería someter, al menos, a una revisión más prudente su pronóstico de simple "paseo electoral" en octubre, como viene amplificando desde hace meses el enorme aparato de medios públicos y/o privados cautivos a su disposición.
Voceros delasotistas habían anticipado en la semana: "El domingo ganamos y vamos a festejar solos".
A media mañana de ayer, el gobernador electo recordó que "no esperaba a nadie" en particular para el saludo triunfal.
Mensaje directísimo.
Es más, anoche en su búnker cobraba fuerza la idea de que en las próximas horas el peronismo cordobés podría anunciar la "libertad de acción" para sus votantes en las primarias. Sería un llamado implícito a no alinearse con la Casa Rosada.
Los cordobeses pasaron factura por el armado electoral caprichoso , despreciativo de la militancia y los cuadros peronistas, ordenado por la Presidenta, en su intento por instalar el posperonismo en la sociedad.
Cristina le quiso imponer a De la Sota su compañera de fórmula, como antes lo había hecho con Scioli en la provincia de Buenos Aires.
Ahora le fue mal.
De la Sota se plantó y jugó solo. Y en su discurso de anoche diferenció al peronismo del kirchnerismo . La Presidenta primero había ordenado el apriete electoral, luego ensayó el tardío gesto de apoyo para no quedar afuera de un festejo peronista sin efluvios kirchneristas, y anoche lo llamó para una felicitación formal.
Esta vez, Florencio Randazzo, el ministro de los mandados, el "che pibe" del kirchnerismo, que repite sin ingenio análisis sobre el voto del electorado en base a la influencia que, según su mirada antojadiza, realizan los que el oficialismo descalifica como medios hegemónicos , debió colgar su hábito de levantar la mano, sonriente, al candidato triunfante. Esta vez no, Randazzo: esta vez ganó el peronismo . Solito, sin arribistas a su lado.