Un exalumno de la ORT abusado por Cirulnik: "Ibas por un dolor de cabeza y el médico te hacía bajar los pantalones"
Aseguran que "la escuela sabía" y afirman que hay más jóvenes que no están preparados para denunciar.
Alberto Cirulnik trabajó durante más de 30 años en instituciones de la comunidad judía. Primero como preceptor y docente, luego como profesor y médico. También tuvo una práctica privada como pediatra. Durante ese período, según distintos testimonios, abusó sexualmente de por lo menos 30 chicos que eran sus pacientes, alumnos de las escuelas donde trabajaba o hijos de sus amigos, incluso de su sobrino. El caso fue revelado a mediados de diciembre, cuando tres exalumnos se animaron a hablar.
La edad actual de los denunciantes van desde los 56 a los 20 años y el número real de afectados- no todos están dispuestos y preparados a acusar públicamente al médico- es incalculable.
En la escuela técnica ORT las prácticas impropias de Cirulnik como médico eran un "secreto a voces", según la exalumna Julieta Améndola. "Se decía que ibas por un dolor de cabeza y el médico te hacía bajar los pantalones", asegura Mariano, otro egresado.
Julieta tiene 23 años. Es estudiante de Letras y profesora de español para extranjeros. Conoció a Cirulnik cuando fue con su mamá a hacer el examen médico de admisión a la sede de la calle Yatay de la escuela. Tenía 13 años. Después, trató de evitarlo siempre. Sin embargo, recuerda las dos zonas del consultorio: una con la computadora, una mesa y sillas, y la otra, con la camilla y la balanza.
"Ni bien entré con mi mamá, empezó a decirme 'qué linda que sos, qué linda'. Y lo repetía, de manera insistente. Fue raro. Nos pusimos incómodas y cuando le di la foto carnet para mi legajo me dijo: 'Te voy a poner en el archivo de las chicas lindas'. Después me preguntó si tenía novio, ya que era 'tan linda' ", relata Julieta. La tensión de la situación era insostenible. Ni ella ni su mamá supieron qué hacer.
Cirulnik le indicó a la nena que se dirigiera a la parte posterior del consultorio, sola, donde su mamá no podía verla. "Me dijo que me tenía que sacar toda la ropa, lo que era raro porque solamente tenía que pesarme y medirme. Me miró de arriba abajo y me dijo que tenía buen cuerpo. Me empezó a acariciar las piernas en la camilla, me tocó la panza de una manera extraña. Me hizo agachar, supuestamente para examinar la curvatura de mi columna, mirándome desde atrás ", explica. Cuando salió, Julieta habló con su mamá, que le pidió que mientras cursara en la escuela, nunca volviera al consultorio si estaba Cirulnik. "Estaba horrorizada, como yo", afirma.
"Era todo muy inusual, pero era el médico. Y el médico de la escuela, que es supuestamente el lugar donde tenés que estar segura", señala. Su madre intentó alertar a la ORT sobre la conducta del pediatra. "Ella habló del tema con el papá de una amiga, que era integrante de la conducción del colegio, que le prometió que iba a investigar, pero no pasó nada", lamenta.
Julieta volvió a ver muchas veces al doctor en los pasillos de la ORT de Yatay, pero nunca más tocó la puerta de su consultorio. "Ni siquiera para pedir una aspirina. Si me dolía la cabeza y estaba él, simplemente me aguantaba", grafica.
Mariano muestra un mensaje que tiene en su celular. Se lee: "A mí me pasó lo mismo, pero sinceramente no tengo ganas de hablar". Es de un compañero de promoción de la ORT que como él, tiene ya 39 años. "Me enteré de muchos casos, pero se trata de gente que no fue capaz de procesarlo", explica.
Mariano es ingeniero y tiene cuatro hijos. Sostiene que la experiencia con Cirulnik, cuando era alumno de la ORT no resultó un trauma para él, pero que a otros les marcó la vida. Describe el modus operandi del médico: "Era grandote, simpático, a un chico al principio le parecía copado. Pero él buscaba agradar, y poco a poco iba más allá de lo estrictamente profesional. Buscaba mover el límite. Nunca intentó nada de golpe, todo era gradual, poco a poco, midiendo tu reacción", detalla.
Cuando tenía alrededor de 15 años y era alumno de tercer o cuarto año fue al consultorio médico de Yatay porque le dolía el estómago. Estaba Cirulnik, que le hizo quitarse toda la ropa, calzoncillo incluido. "Cuando estaba acostado en la camilla, totalmente desnudo, me empezó a palpar la panza, pero en un momento frotó su pene sobre mi mano. Primeramente creí que era accidental y la corrí", revive.
"No recuerdo ningún comentario, pero me dijo que volviera al día siguiente y creo que lo hice. Después me pidió que fuera otra vez, y no fui. Después de todo, había sido solamente un dolor de estómago y ya se me había pasado", explica.
Mariano no habló del tema con nadie. Ni con sus compañeros, ni con sus padres. Pero resignificó el incidente cuando en 2012, se supo que en el club Kadima, la familia Schvartz había divulgado que Cirulnik, su íntimo amigo, había abusado de su hijo, hoy querellante en la causa judicial.
"Se comentó mucho en la comunidad. Claramente vi en ese momento que la conducta de Cirulnik no había sido la correcta, porque los médicos que hacían la revisación para natación, a 30 metros de donde él tenía su consultorio en la escuela, se comportaban de una forma diametralmente opuesta. Ni siquiera te tocaban. Vos les mostrabas los pies, la ingle, y nunca había contacto físico".
Según Mariano, Cirulnik claramente se aprovechaba del lugar que ocupaba. "Porque si un preceptor venía y me decía que me bajara los pantalones, yo claramente lo denunciaba. Pero él era el médico, y yo pensaba que no podía pretender que un médico no me tocara. 'El sabrá', reflexionaba yo".
Julieta refuerza la opinión de Mariano. "Eso es lo terrible. Era el médico del lugar donde ibas a aprender, donde debías sentirte segura. El adulto responsable, de confianza. Y una creía que se equivocaba al pensar eso, que quizá lo estaba imaginando".
"El sabía perfectamente que lo que hacía estaba mal. Y por eso lo hacía sin la presencia de otros adultos, a escondidas", interrumpe Mariano. "Se aprovechaba de que éramos chicos, no teníamos información acerca de qué estaba bien y qué mal. Por eso es tan importante la Educación Sexual Integral. Que un chico sepa claramente cuáles son los límites. En aquella época no se escuchaba al niño. 'El niño es niño y que se calle', se pensaba. ¿Te tocó? No, te habrá parecido", sigue Julieta.
Los dos definen la época que pasaron en la ORT como una de las mejores de su vida y agradecen la formación de los profesores que tuvieron. "Fueron estupendos, me enseñaron muchas cosas, y no me refiero solamente a lo académico", reconoce Julieta. "Era una escuela con ciertos principios abiertos, progresistas, se podría decir", se une Mariano. "Pero es imposible que no supieran lo que estaba pasando con Cirulnik durante tantos años", coinciden.
Ambos ensayan varias hipótesis acerca de la conducta institucional del colegio y creen que las autoridades se equivocaron . "No hagamos nada porque si hacemos algo es peor, se va a saber. Y entonces, ¿cómo justificamos que trabajaba acá?", intuyen que razonaron los responsables.
Mariano expresa su opinión, después de consultar con otros exalumnos de varias promociones: "Es imposible que la escuela no lo supiera después de tanto tiempo, cuando todos los chicos pasaban por el consultorio. Además, las autoridades de un colegio tienen una responsabilidad enorme y no pueden esperar a que un chico de 14 años denuncie algo para contestarle que van a ver si empiezan una investigación".
En ese sentido, el colegio emitió un comunicado en el que asegura que se pone "a disposición para aportar cualquier información que contribuya a la investigación de la denuncia formulada por exalumnos, sin importar cuál haya sido la oportunidad o el lugar en que los hechos relatados acontecieron". El presidente Guillermo Feldberg aseguró: "Desde nuestra Escuela continuaremos brindando el mayor de los cuidados para todos nuestros alumnos, por lo que seguiremos trabajando y profundizando la protección de los derechos de toda nuestra comunidad".
Más allá de la postura del colegio, Mariano es terminante en relación con la conducta del pediatra: "Yo estoy convencido de que las víctimas fueron miles. No hay persona con quien hable a la que no le haya pasado o no conozca a alguien a quien le pasó".