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Un desaprovechado filón turístico

"Si pudiesen, los catamarqueños ocultarían de la vista de sus visitantes la imponencia de sus montañas" se oyó decir a cierto expositor de un seminario sobre turismo, después de haber hecho referencia a la evidente discapacidad local en relación con los reflejos que son imprescindibles para atraer las corrientes turísticas hacia estos paraísos que, según otro operador nativo, son destino que se elige sólo como última alternativa.

Quien así se manifestó sobre las limitadas cualidades en materia de "carisma" turístico fue el gerente de la empresa "Yokavil Turismo", Jesús María Carrizo, quien habló, para Radio Ancasti, explícitamente sobre el turismo religioso como un filón de suma importancia en Catamarca que está lejos de atenderse como se podría.

En su diagnóstico, este experimentado empresario de la industria sin chimeneas se pronunció contra la falta de nexos entre los animadores turísticos, tanto estatales como privados, y la Iglesia diocesana, pese a que tales contactos permitirían una coordinación de eficacia que asombraría. Lamentó que las Fiestas de la Virgen, que se celebran dos veces por año, no hayan hecho caer en la cuenta de que quienes llegan en esas ocasiones son turistas, además de devotos de la Virgen Morena y que podrían -no pocos de ellos- ser retenidos aquí por algunos días, si se crearan las condiciones para que la permanencia resulte atractiva.

"Ahora -señaló Carrizo- los peregrinos llegan el mismo día de la procesión, mientras que antes, por ejemplo de Cuyo recuerdo haber traído contingentes que llegaban para la Bajada de la Virgen y se quedaban hasta la Procesión".

También observó que en Catamarca el turismo religioso se reduce al generado por la devoción mariana, exclusivamente motivada por la imagen hallada en tiempos de la Colonia por los aborígenes de estas tierras. Y comparó esta situación con lo que sucede en Salta, donde la Virgen de los Tres Cerritos y el Señor de los Milagros promueven un movimiento turístico extraordinario. Apuntó que en la última procesión del Señor de los Milagros, efectuada en setiembre, los caminantes fueron no menos de 500 mil, en tanto que en Catamarca la procesión de la Virgen del Valle del último diciembre movilizó sólo a 70 mil.

Siempre con respecto al turismo religioso, el gerente de Yokavil Turismo objetó la propaganda oficial que claramente desdeña el patrimonio religioso de la provincia, como puede verse en los folletos del organismo estatal de Turismo, que no traen ninguna imagen de la Virgen del Valle.
Pero a las precisiones que se han citado debe añadirse el deplorable estado en que se halla el trayecto que lleva a la Gruta de Choya. La avenida Virgen del Valle es una sucesión de basurales, descuido, destrozos -las glorietas construidas en distintos puntos del camino son usadas para fogatas y como baños- y el panorama, ya en la Gruta, no es mejor, por la inexistencia de elementales comodidades para quienes llegan de una fatigosa marcha y a menudo en penoso estado físico. Los lugares para sentarse son notoriamente insuficientes y los baños muestran una falta de higiene impresionante.

Tal vez alguien lamentaría que se hable de lo religioso como veta económica. Debiera advertir que se trata de una actividad, el turismo, reconocida por su condición humanizante, en tanto enriquece el espíritu y conecta a los pueblos.

Si no fuese así, la Iglesia no hubiese consentido en que la Virgen del Valle haya sido proclamada Patrona del Turismo Nacional. No es de lamentar, por otra parte, que el turismo pueda convertirse en fuente de ingresos económicos que favorecen el bien de los pueblos.

Críticos del atraso catamarqueño en materia turística denuncian que no se concede importancia a lo religioso como fuerte factor de atracción.