Un censo oportuno y para aprovechar
Los resultados del reciente censo frutihortícola deben ser aprovechados, porque se ha logrado conocer cuál es la realidad de esta actividad económica en la provincia. Aunque todavía queda mucho por hacer, representa un paso importante.
Gracias al censo frutícola, después de 18 años pudo conocerse en detalle la realidad de la fruticultura mendocina, sus virtudes y defectos. En base a ello pueden establecerse planes destinados a mejorar la calidad de los productos y esencialmente brindar información a los productores para que -como sucede en la vitivinicultura- puedan abordarse los cada vez más competitivos mercados internacionales.
Hay un hecho concreto: las frutas ocupan más hectáreas cultivadas que nuestra principal industria, la vitivinícola, a pesar de que en esos años transcurridos desde el último censo se hayan perdido aproximadamente 5 mil hectáreas.
Sin embargo, es dable destacar la recuperación de tierras con olivares, una actividad que décadas atrás había llevado a que Mendoza se ubicara en el primer lugar de la Argentina, condición que luego perdiera en manos de La Rioja y Catamarca como consecuencia de las desgravaciones impositivas que favorecieron a esas dos provincias. A ello se suma que el aceite de oliva mendocino está considerado de primerísimo nivel de calidad, por las excelentes condiciones que brinda un clima con una importante amplitud térmica, aspectos que llevaron a sancionar en la Legislatura local una ley de denominación de origen.
Mendoza también se ha posicionado como la primera productora de ciruelas y duraznos para industria, que se suman al liderazgo que ya poseía -y que mantiene- en cerezas y almendras. En este aspecto hay algunos aspectos a considerar con mayor profundidad. Al decir del subsecretario de Programación Económica, es "exagerada" la superficie ocupada con ciruelas, advirtiendo además que debe optimizarse la calidad en los damascos.
En los dos casos los productores actuaron de acuerdo con su criterio personal en la implantación, puesto que no contaron con la suficiente información que les advirtiera sobre los inconvenientes que podrían enfrentar. En ese mismo plano se ubica lo señalado por profesionales de la Facultad de Ciencias Agrarias, quienes señalan que en la fruticultura se están imponiendo nuevas variedades y distintas técnicas destinadas a asegurar la pureza de los varietales.
A modo de ejemplo, cabría destacar lo que sucedió en su momento en el Alto Valle del Río Negro, donde los productores erradicaron decenas de miles de hectáreas de manzanas que no se adaptaban a las nuevas exigencias de los consumidores y reimplantaron nuevos varietales que se adaptan perfectamente a los mercados. "La gente entendió nuestro mensaje. Los productores hicieron una reconversión paulatina y no sólo están recuperando la inversión sino que están ganando más dinero", expresó tiempo atrás un importante industrial de esa zona del país.
Esa información es fundamental para los productores, más aún cuando se advierte que su edad promedia los 57 años y les resulta muy difícil adaptarse a los cambios; particularmente porque, en el caso de los frutales -según el censo- tienen un rango de edad promedio entre 11 y 20 años y son los técnicos y profesionales quienes pueden advertir sobre la vida útil de las plantas antes de que comience su decaimiento.
El Gobierno cuenta con una película que le permite establecer la realidad de la fruticultura provincial. A partir de ahora se deberá actuar no sólo sobre la calidad o la variedad implantada, sino también en la comercialización, porque también es sabido que la falta de información suele dejar a los productores como el eslabón más débil de la cadena.