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Un buen líder tiene una personalidad adictiva

*Por David Linden. El perfil de un conductor de grupos incluye los rasgos de quien corre riesgos compulsivamente en busca de la novedad permanente.

Cuando pensamos en las cualidades que buscamos en líderes visionarios, pensamos en inteligencia, creatividad, carisma y conocimientos, pero también en la búsqueda del éxito, el ansia de innovación y la disposición a desafiar las prácticas establecidas.

En realidad, sin embargo, el perfil psicológico de un líder es también el de alguien que corre riesgos de forma compulsiva en busca de la novedad . En resumen, lo que buscamos en los líderes suele ser el tipo de personalidad de los adictos , ya sea que se trate del alcohol, el sexo o las drogas.

¿Cómo es posible? Por lo general, consideramos que los adictos son personas de escasa voluntad, mientras que los emprendedores son personas con disciplina y fortaleza. Para entender esa aparente contradicción es necesario analizar el cerebro, y sobre todo las funciones relacionadas con el placer y la gratificación.

El placer evoca señales neurológicas que convergen en un pequeño grupo de zonas cerebrales interconectadas llamado circuito cerebral del placer, pequeños grupos de neuronas en los que el neurotransmisor dopamina desempeña un papel central.

Ese circuito de placer que utiliza dopamina también puede activarse mediante algunas – no todas- sustancia psicoactivas que conllevan un riesgo de adicción, como la cocaína, la heroína, la nicotina o el alcohol. Los circuitos de placer del cerebro también se activan por medio de gratificaciones impredecibles. Mientras la ruleta gira o los caballos corren en la pista, tenemos una sensación de placer aunque al final no ganemos.

La propia incertidumbre puede ser gratificante, lo cual sin duda resulta un atributo útil en las empresas de alto riesgo y elevados réditos.

¿La personalidad adictiva tiene ventajas? Algunas de las figuras históricas más admiradas tenían adicciones, y no sólo los personajes más evidentemente creativos, como Charles Baudelaire (opio) y Aldous Huxley (alcohol y alucinógenos no adictivos como la mezcalina y el LSD), sino también científicos como Sigmund Freud (cocaína) y guerreros y estadistas desde Alejandro Magno y Winston Churchill (ambos grandes bebedores) hasta Otto von Bismarck, el unificador de Alemania, que tomaba dos botellas de vino con el almuerzo y las coronaba con un poco de morfina por la tarde.

La personalidad obsesiva caracterizada por la búsqueda de riesgo y novedad que suelen presentar los adictos puede adaptarse al trabajo y resultar muy efectiva . En el caso de muchos líderes, no se trata de que triunfan a pesar de su adicción, sino de que la misma química cerebral que los convierte en adictos también les confiere una conducta que les resulta paradójicamente beneficiosa en el liderazgo.

Es por eso que, cuando su empresa necesite un nuevo líder, tiene que buscar a alguien que tenga una función de dopamina atenuada: alguien que nunca se sienta satisfecho con el estatus quo, alguien que quiera el éxito más que otros, pero que lo disfrute menos.