Un buen lector de novelas sabe de trampas
* Por Umberto Eco. Algunos lectores habrán notado un hilo en común que recorre mis columnas recientes: el tema de la mentira.
Hagamos algunas observaciones sobre la ficción narrativa.
¿Una novela es un ejemplo de mentira? Tomemos la célebre novela de Alessandro Manzoni, Los novios . Manzoni sabía muy bien que estaba narrando una historia de su propia invención. Pero no estaba mintiendo : pretendía que los eventos de su relato realmente habían ocurrido y le pedía al lector que tomara parte de esta ficción , del mismo modo en que podemos consentir que un chico tome una vara y pretenda que es una espada.
La ficción narrativa requiere de señales, desde la palabra "novela" impresa en la portada del libro hasta frases como "Érase que se era". Pero en algunos casos, el autor construye una capa adicional de artificio . Desde las Historias verdaderas de Luciano de Samosata en adelante, vemos que esas exageradas afirmaciones de verdad suenan más bien como señales de ficción. Pero la novela suele poseer una mezcla tan imbricada de imaginación, eventos y referencias al mundo real que el lector corre el riesgo de perder la cordura.
Así pues, llega a suceder que algunos lectores toman las novelas tan seriamente como si fueran historias no ficticias y empiezan a atribuirle al autor las opiniones de los personajes . Como novelista, yo puedo decir por mi experiencia que, en cuanto las ventas de la novela superan los 10.000 ejemplares, nos expandimos de un público acostumbrado a leer ficción a uno más amplio, pero menos consciente, que lee novelas como si fueran afirmaciones verdaderas . Me recuerda los teatros de títeres de Sicilia, en los que los espectadores se emocionaban tanto con la historia que insultaban al actor que hacía de villano.
En mi novela El péndulo de Foucault , el personaje de Diotallevi se burla de su amigo Belbo, que está obsesionado con las computadoras, y le dice: "La Macchina esiste, certo, ma non è stata produtta nella tua valle del silicone" (La máquina existe, cierto, pero no fue producida en tu valle de la silicona). Un colega mío, que da clases de ciencias, me señaló sarcásticamente que la traducción correcta en italiano de "Silicon Valley" es "Valle di Silicio", no "valle del silicone" (silicio, y no silicona).
Traté de explicarle que eso tenía la intención de ser un chiste . Le señalé que las computadoras están hechas de silicio y que, si se hubiera tomado la molestia de seguir leyendo, habría notado que, cuando Garamond le dice a Belbo que considere a la computadora en su "Historia de los metales" pues está hecha de silicio, Belbo le responde: "Pero el silicio no es un metal, es un metaloide". Le dije también que en el pasaje del "valle de la silicona", no era yo quien estaba hablando sino Diotallevi, que no tiene un conocimiento perfecto ni de ciencias ni de inglés.
Mi colega me dedicó una sonrisa escéptica, convencido de que mi explicación era tan sólo un parche inventado para cubrir mi error.
Éste es el caso de un lector que, aunque con estudios, no pudo tener la perspectiva de leer una novela como tal. Peor aún, era impermeable a la ironía y no pudo distinguir entre el punto de vista del autor y el de los personajes.