Un aprendiz de jíbaro en Lobos
Durante más de medio siglo ha achicado la testa de los más diversos animales. Hoy quiere reducir la cabeza de seres humanos y organizar una galería de su tétrico minizoo. Mal no le va: cobra 2000 dólares por cabeza reducida.
Oscar Silvestre León dedicó cincuenta de sus casi setenta años a una curiosa actividad: reducir cabezas. Pero esta es la fase final de un proceso que comienza con la búsqueda de los animales muertos. ¿Y dónde los encuentra? En las rutas argentinas, donde abundan alimañas que no contaban con el talento de León para mantenerse bellas y empequeñecidas.
Para dar con los despojos de estas criaturas, a Oscar le viene bien el ciclismo, su segunda afición. Los vecinos de Lobos, provincia de Buenos Aires, lo ven regresar con su trofeo de cadáveres de animalitos atropellados, víctimas del mal tiempo o caídos en combate. Sale a buscarlos siempre y cuando no le aparezcan clientes con la cabeza de alguna mascota para encoger. Por ese trabajo cobra 2000 dólares, y se los pagan: en el mundo no sobran reducidores de cabezas, ya que los mal llamados "jíbaros" (shuar) han abandonado la "tzantza", nombre de la misteriosa práctica.
Oscar comenzó en esta actividad a los 14 años, cuando decidió momificar un terito que había fallecido en lo de sus padres en su Lobos natal. "Ya lo había hecho con otros animalitos, pero la reducción de la cabeza de este terito que yo quería tanto quedó irreconocible", recuerda nostálgico.
León oculta su secreto para reducir las cabezas, sólo dice que usa ácidos y que todo lo que sabe no se lo enseñó nadie, que "se hizo solo". Su amor por los animales le llevó al deseo de preservarlos. Siendo chico, hospedaba en su casa nutrias, víboras, zorros y patos salvajes.
"Oscar, ¿a dónde vas a meter tantos animales? Ya bastante hay con el gallinero", le decía la madre. El gran escándalo de su vida fue cuando se le escapó una víbora de dos metros, que fue a esconderse en la casa de un vecino.
Hoy, cuando sale a andar en su bike, sigue buscando presas: "Siempre voy con mi bisturí por si aparece algún animal muerto en la ruta. Soy muy rápido, sacar una cabeza es como quitar la tapa a un frasco".
De los argentinos raros es uno de los más conocidos del mundo. Fue entrevistado en España, Sudáfrica, Bulgaria, Omán, Alemania y Estados Unidos. Un cineasta contó en un documental titulado "OSL Reducciones" su increíble carrera. Explica que para hacer estas momificaciones conserva la totalidad de los órganos, sólo le cambia los ojos. "En seis meses te dejo una cabeza de caballo al tamaño de una media de niño. Se reducen simétricamente en un 90% y no pierden más la forma".
¿Y si tuviera que reducir la cabeza de un ser humano?
Dice que ese trabajo le puede llevar 90 días de intensa actividad. Y lamenta no haber recibido el cuerpo de Eva Perón. Jura que él lo hubiera tratado mejor: "Le sacaron todo y le pusieron parafina. Hoy es un pedazo de acrílico. Una estatua sin valor."
Parece que el tipo sabe de qué habla. Y vos ¿te la dejarías achicar por León?