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Turismo oscuro en Chernobyl: una falta de respeto a los sobrevivientes de la peor tragedia de la historia

En la fatídica noche el 26 de abril  de 1986 se produciría lo que fue la peor catástrofe nuclear de la humanidad. 

Hoy se cumplen 34 años de aquella noche del 26 de abril de 1986, cuando Anatoli Diátlov, ingeniero jefe adjunto de la central nuclear de Chernobyl, puso a prueba por primera vez un sistema de retroalimentación que aprovechaba la energía inercial del movimiento de las turbinas del reactor, sin embargo, la inoperancia del supervisor terminó desencadenando la peor catástrofe nuclear de la historia afectando así la vida de más de 600 000 familias

Cuando el reactor número 4 explotó, esparciendo nubes radioactivas por todo el hemisferio norte de la Tierra -desde Checoslovaquia hasta Japón- y, lanzando a la atmósfera el equivalente a 500 bombas de Hiroshima, el Partido Comunista de la URSS trató de controlar la información y dar su propia versión sobre los hechos. No sólo ocultaron la información al mundo sino que también tardaron en aceptar la evacuación de la población de Kiev (capital de Ucrania).

Sin embargo, a pesar de la enorme irresponsabilidad de la URSS que provocó consecuencias catastróficas que todavía repercuten en la actualidad; hoy en día, Chernobyl es considerada como la zona turística más visitada del mundo.

Chernobyl

La zona de exclusión abarca Ucrania y Bielorrusia. Cubre más de 4.000 kilómetros cuadrados, más del doble del tamaño de Londres. Todos los pueblos dentro de un radio de 30 kilómetros de la planta fueron evacuados y abandonados; no se le permitió a nadie regresar a vivir allí.

En una parte externa y olvidada de la zona de exclusión, se permitió a la gente tranquilamente regresar a casa unos meses después del desastre.

A diferencia de la "zona de 30 kilómetros", ningún punto de control impide la entrada a esta área semi abandonada. Narodichi, una ciudad de más de 2.500 habitantes, se encuentra dentro de esa zona más distante. Reglas estrictas gobiernan este distrito oficialmente contaminado; en la zona de exclusión no debe cultivarse para producir alimentos y no puede desarrollarse.

Si bien el límite de la zona de exclusión no ha cambiado, el paisaje sí lo ha hecho, casi de manera irreconocible. Donde la gente fue expulsada, la naturaleza tomó su lugar. La naturaleza salvaje, combinada con edificios abandonados, granjas y pueblos, da un sentido post-apocalíptico.

Chernobyl

Hasta 2011 la zona de exclusión prohibía el ingreso de cualquier tipo visita, pero los controles se fueron relajando en los últimos años, sobre todo a partir de 2016 cuando el presidente Volodymyr Zelensky, instaló el nuevo “sarcófago” sobre el reactor nuclear. 

Con el fin de cambiar la imágen de la ciudad ucraniana, y, aprovechando el fenómeno del “turismo oscuro”, Zelensky creó 21 rutas turísticas por la zona, donde además de las visitas a la planta nuclear y las ciudades cercanas también se organizan paseos por los bosques.

Al día de hoy incluso se puede visitar la sala de control de Chernóbyl, donde la radiación es 40.000 veces superior a la normal. Debido a estos niveles de radiación, el acceso a la sala de control está muy limitado. Los curiosos solo podrán visitarla durante 5 minutos y, además, deberán llevar máscaras especiales, botas industriales y trajes antirradiación.

El término “turismo oscuro” refiere a las prácticas turísticas relacionadas con lugares de muertes y catástrofes reales o ficticias. Estas atracciones responden a la necesidad del turista contemporáneo de vivir experiencias únicas, impactantes, tal vez extremas.

Chernobyl

En 2017 las búsquedas en Google de la expresión “turismo oscuro” obtienen más de 50.800 resultados. En inglés “dark tourism” presenta más de 2.800.000 registros, lo que demuestra un fuerte interés por parte de los internautas hacia el fenómeno

El caso de Chernobyl es ejemplar en este sentido. Treinta y cuatro años más tarde del incidente nuclear en la central Vladímir Ilich Lenin (a 3 km de la ciudad de Pripyat, actual Ucrania) y que, fue considerado como uno de los más graves en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares, Chernobyl ha devenido meta de turismo experiencial y una falta de respeto por parte del Gobierno hacia los sobrevivientes y familiares del accidente. 

Oleksandr Zahorodnyuk, la voz de un sobreviviente

Oleksandr llegó a Chernóbyl el 1 de septiembre, cuatro meses después del accidente. Fue uno de los miles de “liquidadores” que trabajaron en el área contaminada por el estallido del reactor nuclear, para reducir las consecuencias de la radiación. Con tan sólo una mascarilla y unos guantes blancos, tenía que conducir un camión en la zona exponiéndose a la altísima radiación durante 28 días, mientras transportaba escombros, piedras y tierra para la futura malla de contención del edificio en ruinas.

“Que la gente iba a morir nadie lo sabía entonces. No nos decían nada”, comentó el ucraniano de ahora 64 años. Una vez finalizado el trabajo, comenzó a tener problemas de salud: alta presión, problema en los riñones y dolores de cabeza constantes. Fue así hasta 1998, cuando tras la disolución de la URSS, Argentina firmó un convenio de acogida a ciudadanos de Europa del Este y Central y Oleksandr decidió venir a tratar su enfermedad al país. 

Tras varios tratamientos, Zahorodnyuk pudo solucionar sus problemas; actualmente lleva 21 años viviendo en Argentina junto a su mujer y su hija y asegura que nunca volvería a Ucrania. A pesar de ello, Chernobyl siempre estará presente en su vida. 

“En los últimos años intenté contactarme con mis amigos y compañeros de trabajo pero la mayoría fallecieron. Yo agradezco mucho a este país por mejorar mi salud. Ucrania está contaminada por aire, agua y tierra y encima continúan teniendo en su territorio 6 plantas nucleares”, comentó el hombre. 

Respecto a que el Gobierno haga de la zona una atracción turística, Zahorodnuyk aseguró con indignación, “Lo que están haciendo está mal, es una zona donde todavía hay radiación y quienes lo visiten pueden enfermarse. El Gobierno hace esto para ganar plata e imágen sin importarle la gente”

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