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Tres opciones ante la encrucijada

*Por Carlos Sacchetto. Ante la demora de la Presidenta en definirse sobre si irá o no por la reelección, algunos hablan de una posible candidatura "testimonial". La importancia del vicepresidente.

En el oficialismo existe un amplio abanico de argumentos disponibles para afirmar que Cristina Fernández, a pesar de su momentáneo silencio, va a ser candidata a la reelección. Todos esos argumentos son válidos y muy utilizados. Desde los más simples, como decir que "no hay plan B", hasta los más apocalípticos que asocian un eventual renunciamiento a la desaparición del kirchnerismo y a la pérdida de todo lo hecho con signo positivo en estos ocho años.

Lo cierto es que ella sigue postergando el anuncio de su decisión y, curiosamente, esa misma indefinición alimenta el convencimiento de que cuanto más se prolongue en el tiempo, menor será su posibilidad de decir que no. Los tiempos se acortan y aumenta la ansiedad, mientras ella maneja la expectativa como una formidable herramienta de presión. Además de desconcertar a la oposición, así logra alinear a su tropa y evitar resistencias a sus deseos sobre quiénes tendrán cuotas de poder en el próximo período. Es una estrategia inteligente.

Decisión extrema

Ahora bien, ¿ser o no ser candidata son las dos únicas opciones que tiene Cristina para decidir? Al menos dos funcionarios de diálogo con la Presidenta y otro muy próximo al gobernador bonaerense Daniel Scioli, cuando hablan en estricta reserva se refieren a una tercera posibilidad. "No descarte una especie de candidatura testimonial", advierten, y comienzan a fundamentar sus razonamientos.

Sostienen convencidos que el kirchnerismo no tiene otro candidato a la presidencia que no sea Cristina, que ella es la única que puede garantizar la continuidad del modelo, pero que, efectivamente, está muy condicionada en lo emocional, cansada por el desgaste de la función y con algunas debilidades físicas ya reconocidas por ella en forma pública. "Pero a esta altura no nos puede dejar a la intemperie, sería muy duro para todos incluida ella", agregan.

Las candidaturas testimoniales fueron impulsadas por Néstor Kirchner en las elecciones legislativas de 2009 y consistieron en que figuras notables del oficialismo integraran las listas, pero luego de ganar renunciaran a los cargos obtenidos. Lo hicieron muchos intendentes bonaerenses y hasta el propio Scioli, que ya era gobernador en ejercicio: se presentó como candidato a diputado para no serlo.

¿Podría Cristina hacer lo mismo con la Presidencia de la Nación? Los funcionarios que lo admiten dicen que ésa es la salida que puede tener la jefa de Estado para la encrucijada que se le presenta y que la está analizando. Obviamente, aclaran que jamás se plantearía algo semejante al electorado en plena campaña. "Primero hay que ganar en octubre y después se verá", concluyen.

Un escenario de ese tipo, en el terreno de la especulación y el análisis político, ubicaría a la Presidenta recogiendo la voluntad de las urnas, celebrando la victoria y asumiendo el nuevo período. Pero luego, si es necesario y por las razones de fuerza mayor que se vienen mencionando, daría un paso al costado.

Muchos anotados

Si esa posibilidad tiene alguna andadura, la elección que haga Cristina de su candidato a vicepresidente será extremadamente delicada. "Los está evaluando a todos", aseguran las fuentes y añaden que esa decisión de la Presidenta quizás sea tan importante como la de su propio futuro político.

Conocedores o no de que la idea podría transformarse en una realidad, son muchos los que aspiran a integrar la fórmula junto a ella y la lista crece día a día. Hay un puñado de gobernadores que sueñan cada noche con el llamado presidencial. Pero se destaca uno de ellos, Daniel Scioli, que ha vuelto a colocarse la camiseta de suplente, alentado por el reconocimiento que hasta el kirchnerismo duro hace de su lealtad y obediencia. Hay también jóvenes de la agrupación La Cámpora que se ilusionan con tocar el cielo con las manos, aunque un cargo de esas dimensiones les queda decididamente grande.

El que ya quedó atrás en la carrera vicepresidencial es el sindicalismo que conduce Hugo Moyano y que pretendía imponer a su asesor Héctor Recalde. Ahora la CGT se conformaría, rumiando bronca, con que la Presidenta acepte incluir dos o tres diputados provenientes de los gremios. En la central obrera reina la decepción y así lo reconocieron algunos dirigentes al terminar el jueves la reunión del Consejo Directivo. Eso significa que el conflicto, bajo el paraguas que protege de males mayores a la relación con el Gobierno, seguirá latente y acumulando presión.

Tanto en la Casa Rosada, donde habita el kirchnerismo más duro, como en la CGT, se habla de una especie de pacto de conveniencia para que no haya estallido antes de octubre. Pero los enojos y la profundización de las diferencias entre una y otra parte no aseguran que la paz esté garantizada. Por ahora hay avances y retrocesos pero, más tarde o más temprano, habrá vencedores y vencidos.