Tres heridas de guerra de nuestra Buenos Aires querida
Muchas curiosidades sobre Buenos Aires pueden ser recogidas gracias a la bibliografía disponible y a la tradición oral. Sin embargo, hay otras leyendas que pueden ser leídas directamente en la piedra. En esta nota, vamos a conocer tres marcas políticas de otras grietas de la historia.
En este recorrido virtual, vamos a hacer una primera parada en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario y Convento de Santo Domingo.
Una de las leyendas más divulgadas es que en el atrio del templo ubicado en Av. Belgrano y Defensa hay un mausoleo que alberga los restos del General Manuel Belgrano. Pero lo que aquí nos convocan son las heridas de guerra del lugar que en julio de 1807 fue escenario de un cruento episodio de la Segunda Invasión Inglesa.
Desde la torre izquierda (la única existente en ese entonces), se ofreció resistencia a los invasores ingleses, por eso hoy se pueden ver en el campanil réplicas de las muescas de balas de artillería.
Vale remarcar que no son marcas originales de aquel enfrentamiento ya que los impactos de las balas de cañón destruyeron la torre. Al reconstruirla, se clavaron tacos de madera que representan las esquirlas de aquellos impactos.
En el templo también se exhiben banderas capturadas durante las invasiones inglesas que, casi como un milagro divino, quedaron intactas a pesar de la toma que sufrió la iglesia tras el bombardeo de Plaza de Mayo en 1955.
La segunda parada, la vamos a hacer en el Edificio Transradio de Avenida Corrientes y San Martín. Es un edificio de oficinas proyectado por el arquitecto Alejandro Christophersen y construido para la Compañía Argentina de Telecomunicaciones al cual se lo suele reconocer fácilmente por el gran reloj con los 12 signos del zodíaco en su fachada.
Lo que pocos advierten son las marcas de las esquirlas de proyectiles disparados por un tanque del ejército durante la Revolución Libertadora de 1955.
En aquella oportunidad no hubo que lamentar muertos; sólo el Transradio resultó herido.
Por último, nos vamos a detener en el ex Banco de Boston de Diagonal y Florida. La más nueva de las cicatrices políticas porteñas está allí, en el lugar que fuera epicentro de reclamos durante el “corralito” o restricción de la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros impuesta por el gobierno de Fernando de la Rúa en 2001.
Si prestan atención a la puerta de ingreso de ese edificio que hoy es sede de una sucursal del banco más grande de China verán las huellas de la impotencia de los ahorristas a los que en enero de 2002, Eduardo Duhalde les aseguraba: "El que depositó pesos, recibirá pesos. El que depositó dólares, recibirá dólares".
El frente machucado del banco cuya fachada fuera premiada por la Municipalidad en 1925 por su belleza arquitectónica habla por sí solo.
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