Tragicomedia de La Cayetana, El Ángel, La Doctora y Jamoncito
Villarruel y Mauricio atormentan al Fenómeno.
1.- Alterar la agenda
La precipitada señora vicepresidenta Victoria Villarruel, La Cayetana (por Álvarez de Toledo) se dedica a alterar la agenda del presidente Javier Milei, Jamoncito.
Evita encarar la faena que mantiene pendiente. Ser el predicador de la libertad más representativo en el universo.
Jamoncito prefiere quedarse de mala gana en Buenos Aires para administrar el poder conquistado desde Intocables.
Para tormento cotidiano de la señora Karina, La Pastelera del Tarot, La Cayetana mide, para colmo, mejor.
Entonces impone el peso institucional. La presencia estratégicamente temible que deriva en la prematura competición.
2.- “Poné los votos que pongo los cuadros”
Ecuación simple como la pasión.
“Vos ponés los votos que me soplaste, Javier, y yo te pongo los cuadros expertos que te faltan para gobernar”.
Mauricio, El Ángel Exterminador, es para Milei otro instrumento dañino. Peor, incluso, que La Cayetana.
Pretende ser no sólo el aliado con derecho a selfie.
Prefiere cogobernar. Ser el socio.
Según los valores actuales electoralmente el Ángel para Jamoncito es apenas un dependiente con el atributo de votarlo.
Lo superó hasta la goleada. Lo pasó al cuarto.
La derecha es el territorio que le pertenece y le sopló por el mismo precio a Patricia, La Montonera del Bien que ingresó justamente en el combo con Luis Petri, Carucha.
3.- Kermesse expresionista de derecha
Jamoncito estaba tentado para asistir a la kermesse expresionista de la derecha extrema que se celebraba en México.
Podía mandarse sin siquiera darle cinco de pelota al presidente López Obrador, a los efectos de repetir la epopeya gloriosamente papelonera de Miami, cuando había ido (también con Karina) para abrazar por primera vez gloriosamente al líder republicano Donald Trump, The Fire Dog.
Dos potencias. Norte y Sur. Gigantes Trump y Milei.
Simbólica conjunción espiritual después de haber recibido en Buenos Aires al Premier demócrata Antony Blinken, El Afrancesado, servidor premium del presidente Joe Biden, El Abuelo Dulce.
Conmovía la imagen altanera de Blinken y Milei cuando saludaban artificialmente juntos a nadie desde el balcón del General ante la multitud bulliciosamente imaginaria.
4.- El encanto de decir “hijos de la pauta”
En la contabilidad personal del Ángel, el “debe” le gana ampliamente al “haber”.
Significa asumir que lo negativo del cálculo se impone sobre lo positivo de la imaginación.
Es cuando el destino resulta para el estadista castigado un despliegue de ingratitudes.
Proceso apasionante. Mauricio y La Doctora son dos pesos específicamente pesados que se sienten obsesionados con el Estilo Milei.
Ambos son los potenciales rehenes que paulatinamente esperan que Milei haga el trabajo sucio que se comprometió durante la campaña que iba a hacer. Y aunque debe colectivamente aceptarse que Milei se comporta como si estuviera en permanente campaña electoral interminable aún no hace un pepino de lo que se espera que haga.
Y sin hacer el comprometido trabajo sucio que le corresponde hacer nunca la Argentina va a ser eficientemente gobernada.
Como nunca lo fue antes de Milei.
Significa que Argentina fue siempre ingobernable antes de Milei.
Y sin que Milei realice el trabajo abominablemente sucio del ajuste, Argentina nunca va a ser gobernada mejor después de Milei.
Entonces tanto La Doctora como Mauricio dependen separadamente de Milei.
De cómo le vaya, en efecto, el invento al Fenómeno Milei. Lo admiran entonces en la plenitud de la discrepancia. Sin admitirlo.
Cualquiera que conozca tangencialmente bien a La Doctora sabe que ella se encuentra en condiciones de pagar por atreverse a decirles “ensobrados” a determinados periodistas. Como los que la vuelven, en efecto, cotidianamente loca.
Al extremo de amargarse y pasar semanas enteras sin encender la televisión o la radio.
Le encantaría a La Doctora decirles “hijos de la pauta”.
O aludir sin pudores a “los sinvergüenzas de Los Saguier”, mientras es entrevistada por La Nación +, el canal más influyente que se encuentra en el ámbito de las operaciones de Juan Cruz, El Lobo de los Medios.
5.- Fenómeno de cuero
Por su parte en materia de admiración el Ángel tampoco se queda atrás.
Supone que el Tercer Gobierno Radical fracasó estruendosamente porque no hizo lo que Milei sostiene que hay que hacer (aunque no lo hace).
Por ahora Milei se queda en el amague y no avanza nada, persiste en el casillero del enojo, o en la monotonía del reproche, o en la jactancia de la agresión gratuita. Como cuando trata de ratas rastreras a los prestigiosos legisladores, mientras siente que el paño negro del Fenómeno de cuero le resulta insuficiente para resolver los dilemas estructurales de la economía.
El Fenómeno es Milei, sépanlo. Es sólo él. Pero el gobierno que preside es tan flojo como raquítico y se encuentra sostenido vulnerablemente por los globos de sus impulsos.
Y por la obstinación de la maldita esperanza de los multiplicados que se identifican con sus modos y sus interpretaciones ideales de la nueva realidad.
Sabe que no puede, ni tampoco debe, defraudar a los esperanzados.
Un pueblo domado, pero con nostalgias de salvajismo.
Aún confía en la fórmula secreta de Milei para elevar al país y rescatarlo para siempre del condenable estancamiento.
Un pueblo que tampoco merece desmoronarse entre las rutinas de viejos desencantos.
Hasta aquí La Libertad Avanza llegó como pudo.
Y Milei, el conductor, es uno solo. Un varón rigurosamente blindado en el verso con una tropilla mitificada de troleros que se disponen a crucificar al transgresor que pretenda atacar.
Pero Milei sabe que es imposible triunfar con el método del solitario. Consciente de que los buscapinas que se anotaron entusiasmados para cerrar sus estructuras no pueden conformarse a esta altura del fracaso con la propina de asegurarse un salario.
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