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Todo muy bien mientras dure la campaña,¿y después qué?

*Por Ricardo Roa. En la campaña oficial todo luce fantástico y mucho más. Pero si se mira bien, la alfombra de la Casa Rosada está hinchada por los problemas que allí se esconden y que el Gobierno pateó para después de las elecciones.

Hay de todo: desde atrasos tarifarios y el descontrol de los subsidios hasta las causas por corrupción que duermen el sueño de los injustos. La lista incluye suspensiones laborales por Brasil, informes ambientales sobre Botnia y las cifras que cantó el censo sobre la gente que vive en la calle y que tampoco se difunden (Ver: El INDEC "escondió" a todas las personas que viven en las calles). Si hay algo que desmiente el relato triunfal, lo silenciamos .

También Scioli se prendió al operativo 24 de octubre. El viernes mandó de apuro a San Isidro a

su ministro de Seguridad para pedirle al fiscal Novo que demorase unos días la detención del comisario Papa, el jefe local acusado de encubrir una banda de secuestradores. Volvió con las manos vacías: Scioli no consigue lo mismo que la Rosada (Ver: Cada dos días echan a tres policías de la Bonaerense).

En cambio, nadie como algunos jueces nacionales para acomodarse a los tiempos que le convienen al poder. Créase o no, Oyarbide ya lleva seis prórrogas del secreto de sumario en la causa de las Madres de Plaza de Mayo. Es un récord incluso para él, que hace seis años mantiene abierto el caso Skanska con coimas admitidas pero sobreseyó más rápido que un bombero al matrimonio Kirchner por supuesto enriquecimiento ilícito. Oyarbide bloquea a todos el acceso al expediente y a conocer cómo está la investigación sobre la estafa con la Fundación . De eso y del auto de Boudou, los muchos más autos y bienes de Jaime, del escándalo de la valija de Antonini y los negocios con Venezuela y de las otras denuncias de corrupción tampoco se habla .

Da pasto también a las peores sospechas el enmarañado sistema de subsidios que representan una montaña de plata, tan abrumadora como insostenible . Nunca alcanza, como se probó esta semana. Y todo el tiempo es necesario poner más: las palmas se las lleva, por lejos, el sector energético y la crisis que el Gobierno se empeña en ocultar.

En lo que va del año ha consumido $ 32.800 millones y está camino a desbordar, a fines de diciembre, los $ 40.000 millones que habían calculado especialistas. Ya suena imposible seguir tirando semejante problema: el kirchnerismo proyecta, pasadas las presidenciales, un programa de ajustes tarifarios escalonados . En cambio, sobrevivirían casi por completo los subsidios a colectivos, trenes y subtes, aunque se trate también de un modelo caro y discrecional que alimenta las mismas sospechas que el energético. Se llevan gastados unos $ 14.000 millones y serán muchos más al cabo del año.

Obvio, una cosa es enseñar la mejor cara ante las elecciones y otra, barrer bajo la alfombra los problemas: a la larga, el costo será mucho mayor.