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Teoría de un argentino: China salvará a Europa

*Por Natalia Kidd. China puede salvar a Europa de la crisis, según una propuesta algo "intolerable" y con buena dosis de provocación que formula un economista argentino tras estudiar el derrumbe y la recuperación económica de su propio país y analizar el tormentoso escenario europeo actual.

"Los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) pueden salirse de ese corsé que tienen en el euro y dar un salto al vacío o bien sellar una asociación estratégica con los chinos, que quieren meter los pies en Europa", dice Pablo Tigani, que acaba de publicar el ensayo "Equal".

En este libro, Tigani, director ejecutivo y economista jefe de la Fundación Esperanza, navega desde la crisis argentina de finales de 2001 hasta las aguas turbulentas de la eurozona de hoy y ensaya una salida no convencional para esta crisis.

Según el economista, docente de la Universidad Argentina de la Empresa y experto en política económica internacional, los PIIGS, los países más afectados por esta crisis, "no quieren dejar la Unión Europea, quieren seguir siendo alemanes".

O SE VAN O LOS ECHAN

"Pero si no se van, los van a echar. Tienen en China una salida y deben ver la experiencia argentina para entender que es posible reestructurar la deuda soberana en condiciones beneficiosas", agrega.

En momentos en que el mundo habla sobre el riesgo de quiebra de Grecia, Tigani explica en su libro que, para un banquero, la única forma de exhibir viabilidad es demostrándole el deudor que tendrá capacidad de pago en el futuro a partir de un plan financiero a largo plazo.

Un plan que, en el caso de un país deudor, debe sustentarse en una estructura de financiación consistente y no en "cataplasmas constantes" -préstamos crecientes- a un enfermo extremadamente delicado.

En definitiva, un programa que prevea un nuevo factor de crecimiento económico, un factor que genere un cambio de expectativas y que, en el caso de los PIGGS, podría ser un renovado perfil exportador.

Pero para ello, sostiene Tigani, estos países necesitarían generar un "boom de competitividad", con reestructuración de deuda y regreso a sus monedas locales, reemplazando así financiación onerosa por otra genuina, basada en las exportaciones.

EL ROL DEL GIGANTE

Según su propuesta, aquí entraría en juego China, único país en condiciones de dar ayuda económica a estos países, que tienen "un alto potencial exportador" pero desaprovechado por "abandono de la industrialización".

El economista plantea que China puede "brindar la ayuda necesaria para evitar la catástrofe y beneficiarse por su colaboración".

Como principal acreedor mundial, con superávit de balanza de pagos y enormes reservas monetarias, China podría avalar nuevos títulos de deuda emitidos por los PIIGS -con o sin reestructuración mediante- y sellar con estos países una alianza estratégica para que sus inversiones ayuden a reindustrializar a estas naciones y potenciar sus exportaciones.

A cambio, China se beneficiaría con empresas e inversiones propias en Europa con estatus preferencial y negocios rentables -por ejemplo, comprando firmas o marcas europeas, una operación que le permitiría vender a 10 dólares lo que hoy vende por dos. Y además, evitaría una catástrofe financiera y económica mucho mayor.

Tigani es un crítico de las recetas clásicas de ajuste ante la crisis, que en su criterio "sólo aumentan el desempleo y la capacidad ociosa, generando un conflicto social inmanejable".

"Es imposible lograr un aumento sustancial de las exportaciones de Grecia e Irlanda con un plan ortodoxo, sin que se salgan del euro. Es necesario quebrar el esquema convencional de reestructuración de deuda. Ningún cambio exponencial se puede lograr con un ajuste habitual", asegura.

A su juicio, cualquier anuncio de "solución radical" bajaría de inmediato el "riesgo país" y cambiaría las expectativas negativas de los PIIGS "y de toda Europa".

Tigani asegura que su propuesta -difícilmente aceptable para un mundo que suele mirar con desconfianza a China- "no es ortodoxa ni heterodoxa", ni "keynesiana ni monetarista".

"Es mucho más intolerable porque representa una clara provocación, una especie de desafío a la jurisdicción intelectual de la dirigencia mundial, aquellos que contemplando tres años de desasosiego permanecen con sus facultades creativas inhibidas", puntualiza.