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Tensiones con Washington y con Brasil

*Por Joaquín Morales Solá. Washington está votando contra la Argentina en los organismos internacionales de crédito.

*Por Joaquín Morales Solá. Washington está votando contra la Argentina en los organismos internacionales de crédito. En los últimos meses ha hecho otra cosa menos conocida: obstaculizó todas las gestiones argentinas para refinanciar la deuda en default con el Club de París. Brasil hizo suya la política aduanera de Guillermo Moreno, aunque con métodos más previsibles, y decidió frenar las importaciones argentinas en rubros en los que nunca antes había puesto reparos. Esos son los casos más espectaculares y recientes de los problemas externos argentinos, aunque no son los únicos. Cuestiones políticas y económicas influyen en los procedimientos de un mundo que cambia con un ritmo rápido y confuso.

Las votaciones de los Estados Unidos contra créditos a la Argentina (dos veces en el Banco Interamericano de Desarrollo y una próxima en el Banco Mundial) significaron una sorpresa hasta para Cristina Kirchner. Las cosas no venían bien con Washington, pero ningún diplomático argentino advirtió de antemano el endurecimiento de la administración Obama. Una fuente de la poderosa Secretaría del Tesoro norteamericana calificó como una "crisis en la relación" lo que está sucediendo con la Argentina en los organismos internacionales.

Las gestiones embrionarias que se han iniciado entre ambos países amenazan con no prosperar si el gobierno argentino dejara de responder a los muchos planteos de Washington. Por primera vez, la administración norteamericana les reprocha a los argentinos hasta el singular método de Moreno para trabar las importaciones en la puerta de la Aduana. Hasta ahora, esas inquietudes habían quedado encerradas en conversaciones reservadas entre diplomáticos de ambos países.

¿Qué pasó? ¿Por qué Washington decidió inaugurar una ofensiva contra la Argentina en lugares donde podría afectarla seriamente? La primera versión norteamericana (y la única) es que un fuerte lobby de empresas y tenedores de bonos en default presionó sobre el Congreso, que en Washington es un importante factor de poder. El Congreso norteamericano está ahora bajo la decisiva influencia del ala más conservadora del opositor Partido Republicano. Obama tiene muchas razones propias para pelearse con los republicanos como para pelearse también por la Argentina , dijeron en Washington.

El eficaz lobby contra la Argentina es impulsado por la empresa eléctrica Azurix Corp., una ex concesionaria en la provincia de Buenos Aires a la que le cancelaron el contrato anticipadamente. Inició un juicio en el tribunal internacional del Ciadi, que ganó. La Argentina nunca pagó el resarcimiento estipulado por el tribunal. Los bonistas en default, un grupo belicoso y activo, está formado por los tenedores de deuda argentina en default que no quisieron entrar en los canjes de 2005 y de 2010. Los congresistas republicanos que militan en el derechista Tea Party son buenos receptores de la presión de empresarios y bonistas.

Hasta aquí las razones que muestra el gobierno de Obama. Son ciertas, sin duda. Pero ¿tiene voluntad el Ejecutivo norteamericano de hacerle más fáciles las cosas a la Argentina? El episodio del avión norteamericano en Ezeiza, detenido y decomisado en febrero pasado, había provocado ya una fuerte gestión de Washington para obligar a la Argentina a cumplir con todos los requisitos para una refinanciación de su deuda con el Club de París. La posición de Washington es clave: el gobierno argentino está reclamando una solución heterodoxa, que los norteamericanos rechazan. Lo que sucedió con el avión fue una agresión que nadie, ni Hugo Chávez, nos había hecho antes , aseguró un funcionario de Washington.

El avión militar norteamericano llegó a Ezeiza en el marco de un convenio bilateral de cooperación para entrenar a la Policía Federal. El canciller Héctor Timerman participó personalmente del decomiso de la mercadería. Las valijas se abrieron con un enorme alicate delante de los fotógrafos. Dentro de ellas estaban las claves secretas del Pentágono, que debieron ser cambiadas de inmediato.

Funcionarios argentinos aseveran que la Presidenta sabía que se revisaría el avión. Cristina no sería Cristina si hubiera desconocido semejante decisión de su gobierno. Sin embargo, esos funcionarios aseguran que ella desconocía que Timerman haría la gestión personalmente. La presencia del canciller en Ezeiza le puso dramatismo a la situación y convirtió en inverosímil cualquier explicación posterior. Un mes después, la justicia argentina decidió archivar el caso porque no encontró ningún delito de parte de los norteamericanos. Washington no olvidó lo que calificó como una "trampa" argentina.

Los reglamentos del Club de París indican que los países que aspiran a refinanciar una deuda deben tener una relación normal con el Fondo Monetario. La Argentina no quiere someterse a la revisión anual a la están obligados todos los países miembros del Fondo. Amado Boudou entrevió que el cumplimiento de ese requisito es inevitable. Viene prometiendo un acuerdo con el Club de París desde que asumió la conducción económica, porque su proyecto consiste en que la Argentina retorne cuanto antes al crédito internacional. Siempre choca con el Fondo y con los Kirchner.

Ha vuelto a chocar en los últimos días. Boudou estuvo en Washington en días recientes y mantuvo algunas reuniones reservadas con directivos del Fondo. La Presidenta se interpuso (y quebró cualquier acercamiento) con un duro discurso público, en el que llamó "terco" y "necio" al Fondo. Cristina y su ministro no siempre piensan lo mismo.

Es cierto, como dijo Cristina Kirchner, que el Fondo suele mezclar ajuste y recesión, y que esa fórmula no dio resultados hasta ahora. La propuesta de ajustarle el cinturón a un cuerpo famélico terminó por voltear a un gobierno democrático argentino en 2001. El problema es cómo y dónde lo dice. Esas palabras de ruptura las pronunció en una tribuna electoral en Mendoza. La Argentina es miembro del G-20 y podría llevar allí sus consejos y su experiencia.

Sea como sea, Boudou estuvo más cerca de la posición norteamericana. Washington acaba de explicar sus votaciones contra la Argentina también en la relación irregular del país con el Fondo Monetario. No quiere soluciones heterodoxas argentinas sobre la deuda con el Club de París.

Varios países venían siendo muy críticos de la Argentina en los foros internacionales por su política aduanera. El conflicto ahí no se refiere a la existencia de buenas o de malas reglas, sino a la inexistencia de reglas. Washington lo acaba de subrayar en las explicaciones sobre sus ásperas votaciones. Nunca antes había hablado en público de la Aduana de Moreno.

En ese mismo camino, Brasil acaba de anunciar que demorará casi sin plazos las importaciones argentinas de golosinas y galletas, rubros que nunca había cuestionado antes. La devaluación del real es ya un cambio importante en las condiciones de las exportaciones argentinas a su principal vecino y socio comercial. También mermó significativamente la venta de automóviles en el mercado brasileño, que antes había promovido el incesante crecimiento de la industria automovilística argentina.

Algunas cosas deben interpretarse como represalias de los empresarios brasileños por el imprevisible autoritarismo de Moreno. Camiones brasileños cargados de huevos de Pascua no pudieron entrar en la Argentina en abril pasado. Ahora existe un reclamo brasileño porque la Argentina impide la importación de zapatos.

Otras cosas son las consecuencias de un mundo en crisis, cuando los países tienden a encerrarse en el viejo proteccionismo. La Argentina perdió el derecho a quejarse, porque echó mano antes que nadie a esa agresiva herramienta. El mundo y sus normas, la economía y sus vaivenes son los límites tangibles para el paraíso político que habita el kirchnerismo..