Tensiones cambiarias y comerciales
*Por Julio Nogués. Hasta ahora el G-20 ha fracasado en su objetivo de delinear un curso creíble de políticas para solucionar los serios desequilibrios macroeconómicos que ya han generado tensiones y disparado medidas proteccionistas e intentos unilaterales de devaluación.
Recordemos que la crisis del 30, con la cual se compara la actual, también fue fertilizada por desequilibrios macroeconómicos cuyo estallido fue, durante la década de 1920, contenido por tipos de cambio fijos pero que bajo el patrón oro, eran de desequilibrio. En la actual crisis, China ha seguido insistiendo con mantener su moneda depreciada y EE.UU. ha continuado incentivando un consumo frugal que como se sabe, originó la crisis subprime. A esta situación bilateral se agrega el desequilibrio interno de la zona del euro con una Alemania muy superavitaria y varios países de la periferia deficitarios. En resumen, a pesar de los desequilibrios, al igual que durante los 20, los países insisten con sus políticas.
Se escuchan voces con cierto peso a favor de volver a reinstalar un sistema que se asemeja al perecido patrón oro quizás porque se piense que esto disciplinara las políticas macroeconómicas. Los argumentos a favor de esta propuesta parecen demasiado débiles para que la misma sea considerada con seriedad. Por ejemplo, recapacítese por un momento respecto al desafío de fijar tipos de cambio con los actuales desequilibrios y los problemas de ajuste si estos niveles no estuvieran cercanos al equilibrio.
Quizás lo más razonable en materia de propuestas concretas es la planteada por Timothy Geithner Secretario del Tesoro de EE.UU. en el sentido de limitar la magnitud de los desequilibrios de cuenta corriente a un cierto porcentaje de los respectivos PBI de los países con superávit y déficit. Sin embargo, la señal que surge de Seúl es que varios países no están dispuestos a aceptar metas cuantitativas. Este fracaso en acordar un sendero de cooperación es tan preocupante como la crisis.
En este escenario, los riesgos de que el unilateralismo se acentúe a través de propuestas mercantilistas, proteccionistas y devaluacionistas han aumentado. Los cursos de acción que actualmente siguen los países líderes terminan perjudicando seriamente las economías de varios países en desarrollo. Recordemos que la crisis del 30 fue acentuada por el proteccionismo comercial que comenzó cuando en 1930 el Congreso de Estados Unidos aprobó la Smoot-Hawley Tariff Act como un intento de sostener el patrón oro. Eventualmente el intento fracaso pero con esta ley, comenzó una espiral proteccionista fuertemente ascendente y por imitación pero principalmente por represalia, otros países lo siguieron. La consecuencia de los desequilibrios cambiarios y el proteccionismo fue una caída del comercio mundial del 66% entre 1929 y 1934.
Desconociendo las lecciones de la historia, en el Congreso de EE.UU. ya hay propuestas de aplicar barreras comerciales contra importaciones de países con monedas devaluadas. Si estas medidas se llegasen ha implementar, otros países retallarán con la consiguiente depresión del comercio mundial.
Para minimizar los riesgos de un retorno al proteccionismo varias voces provenientes principalmente de países industriales proponen concluir la Ronda Doha. Sin embargo, las propuestas sobre la mesa de estas negociaciones multilaterales son sumamente desequilibradas a favor de los países industriales y en contra de los países agroindustriales de ingresos medio. Esta propuesta busca aprovechar los miedos que surgen de la crisis para concluir una negociación que hace ya años viene mostrando señales claras de fracaso. ¿Entonces que hacer para disminuir los riesgos proteccionistas?
Al respecto, es útil recordar que más allá de las medidas antidumping y las licencias no automáticas, bajo las actuales obligaciones asumidas ante la Organización Mundial de Comercio, los países en desarrollo tienen mucho espacio para aumentar sus niveles de protección sin violar las reglas multilaterales. Si las presiones hacia la reevaluación los empujaran a ejercer este grado de libertad, el comercio mundial implosionaría nuevamente.
Entonces si realmente se quiere evitar este escenario, los países líderes tienen que llegar a un acuerdo creíble de convergencia macroeconómica sustentable y paralelamente, cerrar una ronda multilateral balanceada de comercio. Sin duda, estas serian las señales más sólidas que los países podrían dar a favor de un mundo cooperativo.