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Te compré unos vestiditos, cariño

Si el amor se midiera en prendas de vestir este hombre sería el marido más amado del mundo.

Paul Brockman, contratista nacido en Alemania, residente en Lomita, California (EE.UU.), le regaló a su esposa Margot 55.000 vestidos, todos elegidos por él. La cuenta va a razón de casi 1.000 vestidos por año.

Los primeros 10 le salieron gratis. Los consiguió cuando trabajaba en un puerto en Bremen, Alemania, donde los trabajadores elegían cualquier cosa que querían cuando se abrían las cajas con mercancía. En ese entonces, le dio todos los vestidos a su novia Margot. Luego de salir durante un tiempo con ella, fue a ver a sus futuros suegros y les pidió la mano de su hija, y ellos estuvieron de acuerdo con una condición: que dejen de luchar en Alemania y se fueran a los Estados Unidos. Así que estos dos alemanes cruzaron el Atlántico en los años 50 y Paul fue repudiado por sus parientes por ir en contra de los deseos de la familia.

Ambos llegaron a Ohio y se mudaron a Arizona antes de asentarse en California. Brockman comenzó a trabajar en la construcción. Pronto fue capaz de crear una compañía constructora y ahí nomás comenzó a ganar bastante dinero. Él y su esposa compartían pasión por el baile e iban a bailar todas las semanas, pero Paul quería que ella llevara un vestido diferente cada vez, así que le compraba vestidos nuevos. Para cuando se establecieron en Los Ángeles, en 1988, Margot ya tenía entre 25 y 26 mil vestidos.

A Margot nunca le gustó ir de compras y decía que prefería limpiar la casa antes de ir a los atestados negocios de ropa. Así que Paul agarró la manija y siguió eligiéndole los vestidos. A veces compraba de a 30 por vez. Nunca puso un límite para sus compras. Como te podrás imaginar, Margot nunca usó la mayoría de los vestidos.