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Strauss-Kahn o el vértigo de navegar en el Titanic

*Por Marcelo Cantelmi. El escandaloso suicidio político del titular del FMI tiene como trasfondo el callejón en el que se encuentra el organismo, de cara al salvataje de las economías europeas.

Por momentos todo parece evocar los últimos instantes del Titanic.

Domique Strauss-Kahn se encontraba en Nueva York negociando reservadamente como titular del FMI una fórmula para reciclar la deuda pública de EE.UU. en su techo ya del 98% del PBI.

Desde ahí, ese fin de semana, se marchaba a Europa para concluir el domingo las negociaciones con Angela Merkel que habiliten un default acordado sobre la deuda griega, corriendo contra reloj antes de que ese país estalle arrastrando a Portugal e Irlanda .

Strauss-Khan ese fin de semana que, según la grave denuncia en su contra, intentó violar a una mucama oriunda de Guinea en la habitación de 3.000 dólares diarios de su hotel, era el hombre posiblemente más poderoso del mundo.

Tenía en sus manos y en grandes medidas, el capítulo más tumultuoso e imprevisible de estos tiempos.

Con ese trasfondo, este escándalo de alcoba parece un diseño del Chejov de Platonov (la Pieza Inconclusa para Piano Mecánico ) que dibuja una burguesía idiota que no advierte lo que en verdad sucede con la historia y sigue viviendo en esa anomia.

Con la desaparición del piloto en la tormenta, Europa se está debatiendo ahora entre dos abismos: resolver con realismo el quebranto griego reconociendo que el país no tiene forma de honrar sus rojos (sus bonos volaban a un increíble 22.7%) o apostar a apretar el cuello del país heleno y suponer que se evitará una pérdida crítica en los balances de la banca europea.

La deuda de Grecia suma poco más de 320 mil millones de euros de los cuales 50% está en manos de bancos comerciales. Este mes se cumple el primer aniversario del plan de salvataje de 110 mil millones de euros a Atenas que puso en marcha la Unión Europea y que Merkel acabó por respaldar contenida por las gestiones de Strauss-Khan. El propósito de los organismos de crédito internacionales,vale recordar, y especialmente el FMI, que con la conducción de este economista francés mejoró un poco su raída imagen y obtuvo fondos sin precedentes para enfrentar la crisis global, es gerenciar la tormenta para evitar que se fracture el sistema de acumulación.

Es decir, preservar cómo funcionan las cosas.

En ese camino se forzó a un cambio crucial de los parámetros del Banco Central Europeo al permitir que la entidad adquiera bonos de los países colapsados. La tremenda garantía de la entidad, aun más que los fondos de rescate, permitió que los mercados pudieran continuar especulando en esas naciones aunque no, claro, desactivar la bomba de relojería que se había creado. Todo el sistema puesto en marcha tras el tsunami de la crisis de 2007/08 iniciada en EE.UU. y que convirtió a ese país en el mayor deudor del planeta, estuvo dirigido a que los bancos comerciales pudieran escapar enteros y aún más saludables de las trampas en que habían caído por las inversiones especulativas y evitar un daño total al sistema como sucedió cuando quebró Lehman Brothers.

La noción de una mayor presencia del Estado impulsada en los mismos altares liberales, por vía de estímulos en la economía y la participación de los bancos centrales en los rescates, sirvió, justamente, para que los erarios públicos limpiaran los balances de la banca. Ese enorme agujero fue resuelto generando otra trampa al transferir los costos a la gente a través de ajustes muy ortodoxos, reducción de gastos sociales y privatizaciones.

Se armó así el circulo vicioso perfecto debido a que la baja de la actividad redujo el ingreso de la población, desplomó el consumo y con el los impuestos, y se esmerilaron las actividades productivas causando mayor desocupación y descontento.

El movimiento de " indignados " que acaba de nacer en España es la primera protesta social consistente y en camino a internacionalizarse en Europa contra ese método alevoso de saqueo . Pero también expresa el agotamiento ante la inexistencia de límites frente a una corrupción abierta o enmascarada que cruza a la clase política y es la tarjeta de identidad de todo este proceso de desintegración económica que abruma a la humanidad. También, la ruptura entre los discursos, las ideas y los hechos. En España ejemplarmente el gobierno socialista ha impulsado un durísimo ajuste que alimenta una desocupación récord en la eurozona de 21% que escala a más del 44% entre los jóvenes.

No es un detalle menor que esta protesta haya nacido con la toma de un paseo público y lemas libertarios en igual frecuencia de lo que ha venido sucediendo en la rebelión republicana en el mundo árabe y que alcanzó su mayor expresión en Egipto con la Plaza Tahrir. Todos esos fenómenos tienen un hilo conductor nítido: son parte de las mutaciones que ha provocado la crisis global.

Y si en aquella periferia se reacciona en demanda de democracia y contra los métodos corruptos de las dictaduras, de este lado se exige que la democracia respete el mandato del voto, un valor central en cualquier república.

El fenómeno de los indignados es una gran noticia. Aparece como una alternativa de fuerte calado frente al crecimiento de la protesta anti-sistema de la mano de partidos

ultranacionalistas y xenófobos, como ha sucedido en Holanda o Finlandia y se consolidará aún más ahora en Francia. No es claro, sin embargo, si este movimiento además de constituir una reacción será también un límite. La ausencia de una solución efectiva a la pesadilla griega y con ella la de Portugal e Irlanda sólo promete profundizar la crisis. Según datos de Goldman Sachs, si colapsa ese trío provocará al sistema una pérdida de hasta 76 mil millones de euros y daños imprevisibles por la insolvencia que causará a los bancos locales y las empresas que dependen de ellos.

No es difícil imaginar el efecto en la banca internacional enfrentada a una montaña adicional de incobrables aparte de los propios.

Hace unas horas y con esos números en la mano, el Banco Central Europeo rechazó la reestructuración que alentaba el ahora procesado ex jefe del FMI y proclamó la necesidad de que Grecia y sus socios en la calamidad profundicen el ajuste. Es un error. Miopes, no ven el significado de la indignación que crece en las calles ni lo que la historia, otra vez con Chejov, intenta mostrarles a través de ese movimiento.