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Stiglitz: "No hay una única receta contra la inflación"

* Por Liliana Franco. «Es correcta la aplicación de retenciones para utilizarlas en diversificar la producción», respondió el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en diálogo con Ámbito Financiero y con La Nación, apoyando una política que incluso en el seno de los Estados Unidos y en el Fondo Monetario no genera demasiada controversia hoy.

En el debate que se llevó a cabo durante dos días en las oficinas centrales del FMI quedó claro que el sector agropecuario ha mejorado muchísimo su productividad y que, por lo tanto, no es un gran generador de empleo. Stiglitz coincidió con este punto y recordó que el Gobierno argentino está trabajando en desarrollar otros sectores productivos y remarcó la diversificación que observa en las exportaciones argentinas.

Ayer, John Lipsky, el número dos del FMI, alertó acerca del sobrecalentamiento de las economías emergentes, justamente provocado por los altos precios de las materias primas. Stiglitz coincidió con este diagnóstico y manifestó que la inflación «es un asunto muy serio; es una preocupación en China y en muchos otros países, aun en aquellos que pensaban que la tenían bajo control y que ahora se dan cuenta de que tienen que controlarla».

Sin embargo, se mostró más escéptico respecto de qué medidas aplicar para atacarla, aunque, y casi como una defensa para la Argentina (que ni siquiera considera que esto sea un problema), dijo que algunos países son prudentes en esta materia, pues «tampoco es seguro que los altos precios de los commodities se mantengan por mucho tiempo». Sustentó esta opinión en que algunos creen que todavía no está tan claro si la recuperación económica llegó para quedarse. Siguiendo con este diagnóstico, cree que el exceso de flujo de capitales puede disminuir (uno de los factores que afectan el sobrecalentamiento de la economía en los emergentes).

Por otra parte, si bien China está preocupada por la inflación, lo cierto es que «subió muy poco la tasa de interés, muy por debajo del alza de los salarios», explicó. China, que presenta un nivel de inflación cercano al 5% anual, reconoció que decidió recientemente subir la tasa de interés un 0,25%.

Otro de los interrogantes que planteó es que tampoco hay una «única receta para bajar la inflación» y descartó categóricamente las políticas indicadas en el Washington Consensus (ajuste fiscal, restricción de la emisión monetaria y suba de los tipos de interés) e impuestas en su momento por el FMI. «Ya demostraron que fracasaron», aseveró. Lo curioso es que hoy soplan vientos de cambio en el seno del pensamiento económico del organismo; mientras Stiglitz afirmaba esto, John Williamson presidía el último debate acerca del sistema monetario internacional, donde se discutió la conveniencia de continuar con el dólar como moneda internacional o ir hacia el reemplazo de los SDR, posición que apoyan países como China y Brasil, entre otros.

Respecto de cuáles son las herramientas nuevas y apropiadas para atacar problemas inflacionarios, el economista dijo que es necesario «ser creativo y pragmático», y puso como ejemplo de esta nueva tendencia lo que hizo recientemente Turquía: «En vez de subir la tasa de interés, la bajó y aumentó las limitaciones al ingreso de capitales», exactamente al revés de las tradicionales recomendaciones del FMI.

Finalmente, Stiglitz, quien parecía más un artista famoso, ya que numerosos economistas hacían cola para hablar con él, demostró que sus prédicas contra ciertas políticas del FMI no estaban tan erradas; prueba de ello fue que junto con funcionarios del FMI organizó la conferencia «Las políticas macroeconómicas y de crecimiento en el despertar de la crisis», en la que quedó claro que no puede lograrse un Consenso de Washington II. «Y no se debe hacer», concluyó Oliver Blanchard (economista del FMI) junto con John Williamson, autor de la primera parte.