Sputnik VIP
La vacunación para ciudadanos “de primera” es inadmisible. No existe el “roban pero hacen” y no hay forma de ver quién es más o menos corrupto.
Al Gobierno Nacional le explotó el primer escándalo en la pandemia. Pudo pilotear polémicas como las acusaciones a Victoria Donda y las críticas contra Nicolás Trotta y otros “funcionarios que no funcionan”, pero no pudo evitar la salida de Ginés González García del ministerio de Salud después de la “insólita” confesión de Horacio Verbitsky.
Alberto Fernández hizo lo que debía hacer. Es inadmisible que se utilicen bienes escasos como la vacuna para ayudar a los amigos. La discusión no pasa por si le correspondía o no la vacuna al periodista, porque todos los argentinos la necesitamos y él está dentro de la denominada población de riesgo. Lo que es totalmente repudiable es su acceso a la inmunización “por izquierda”, salteándose toda formalidad para su solicitud, cuando hay miles de jubilados y jubiladas que esperan su turno para aplicársela o incluso todavía para anotarse.
En la gestión estatal no debe haber lugar para el amiguismo. Pero esa ya es una práctica totalmente naturalizada dentro de la vida cotidiana de la Argentina. ¿Será por ello que Verbitsky dijo lo que dijo, sin ningún tapujo, pensando que lo que pasó es lo normal? ¿O se trató de una burda operación política ante uno de los ministros más importantes de los últimos meses? (Importancia derivada del hecho de estar atravesados por una pandemia, y no por valorizar su gestión).
Ojo, tampoco el nuestro es el único país del mundo en hacer a espaldas de la gente una “vacunación VIP”. Pero no hay excusa ni justificación. Ni tampoco es una práctica que termina en la Capital Federal: diferentes provincias tuvieron sus denuncias de vacunación para privilegiados, principalmente políticos de primera línea, algunos bastante jóvenes. Pero como en el fútbol, siga-siga.
Mientras tanto, los ciudadanos “de segunda” (o de tercera, cuarta o hasta quinta categoría), tienen que lidiar con la espera por la vacuna o incluso contra sistemas que dan turnos que no funcionan. Miles y miles de adultos mayores, los que deberían tener la prioridad junto a los verdaderos esenciales, esperando en una fila en la que otros se adelantan por sus contactos.
Y mientras tanto, también, tenemos que escuchar o leer a quienes minimizan lo que pasó con Verbitsky—Ginés. No hay forma de aceptar la corrupción con la frase “roban pero hacen”, ni tampoco restarle importancia comparando la situación con otros hechos irregulares e ilícitos que protagonizan o protagonizaron funcionarios y exfuncionarios del ámbito nacional, provincial o de la Ciudad de Buenos Aires.
La política debe ser el ámbito de resolución de conflictos, no el de generación de otras discusiones acerca de quién es más o menos corrupto. En el medio quedan los de siempre, los que reconocen y aceptan cómo deben realizarse las cosas, aunque otros se le rían en la cara.
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