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¿Somos una sociedad inteligente?

* Por Eugenio Gimeno Balaguer. En una sociedad los problemas los debería resolver la inteligencia compartida

Un equipo es un conjunto de personas organizadas para conseguir un objetivo. Cuando se trata de trabajar en equipo, la inteligencia compartida es extraordinaria y, por lo tanto, escasa y difícil. Hay "equipos inteligentes" y "equipos estúpidos". Los primeros facilitan la realización de sus miembros y el logro de los objetivos; los segundos sólo provocan daños a los miembros y no obtienen resultados.

Los equipos inteligentes amplían las posibilidades de sus miembros, incluso cuando al conseguir los propios objetivos consiguen los de los otros.

Cuando se trata de ganar un campeonato, el objetivo es el del equipo, pero también lo es el de cada jugador, lo que se convierte en la motivación personal de cada uno que lo integra. Pero, ojo aquí: es muy importante el modo de lograr la colaboración para conseguir ese resultado, ya que relacionándose de modo inadecuado, tendrán resultados no deseados.

Sistema político. Los sistemas políticos son poco inteligentes cuando empobrecen la inteligencia de sus miembros, cuando limitan sus posibilidades, cuando descalifican sus propuestas, cuando las creaciones colectivas son mezquinas y sectoriales.

A veces, la conducción utiliza instrumentos para preservar el poder, como envilecer al pueblo fomentando la estupidez y la ignorancia, sembrar la desconfianza y empobrecerlo en lo material y mental.

Una característica de los sistemas políticos inteligentes es que no exigen la anulación de la personalidad, sino que facilitan su realización; es decir, la construcción de una vida propia más plena de la que lograrían aislados del sistema.

¿Qué limita la inteligencia? El no tener conciencia clara del objetivo común; a veces, no tener interés por él o priorizar el éxito propio en detrimento del colectivo; no conocer o descalificar a los propios colaboradores en ambientes hostiles o egoístas; actitudes como enemistades, celos, envidias, resentimientos, que limitan la colaboración y la creatividad de los demás; el estilo de conducción autoritario, etcétera.

¿Qué signos nos harían pensar en una sociedad inteligente? Si la inteligencia es la capacidad de dirigir bien el comportamiento, identificando, creando y produciendo información para tomar decisiones correctas, una sociedad inteligente sería: Aquella que claramente aumente las oportunidades de crecimiento de cada uno de sus miembros.

Aquella que ayude a realizar los objetivos de cada persona, al tiempo que se logran los objetivos de la sociedad.

Aquella que mejore los resultados alcanzados dentro de un proyecto compartido.

¿A quién no le gustaría vivir en una sociedad inteligente que le permita sobrevivir, disfrutar, tener la posibilidad de construir vínculos sociales y una amplia gama de oportunidades de crecimiento; en la que la seguridad, los buenos servicios públicos y privados, la calidad de las instituciones educativas, el clima cordial y respetuoso sean el pan de cada día?

¿Quién no quisiera alejarse de una ciudad donde todo esto permanentemente se entorpezca, generando problemas?

Es obvio que no hay problemas si no queremos ir a ninguna parte. Los problemas compartidos en una sociedad tiene que resolverlos la inteligencia compartida, creando capital social y ampliando las posibilidades de los ciudadanos en ese ámbito.

Estas ideas nos llevan más allá, a intentar el ideal, a pensar en una sociedad perfecta. Si tuviera que enunciar un rasgo que la caracterizara, afirmaría sin vacilar que sería aquella en la que cada miembro viviera y se sacrificara por sí y por el bien de todos en igual manera, por el bien común, con inteligencia, libertad y armonía en su convivencia.

¿Es posible? Hay ejemplos que vemos todos los días: basta con detenerse a mirar un panal o un hormiguero. ¿Serán superiores a nosotros?