Sólo se comunica lo que conviene
*Por Julio Blanck. El 16 de noviembre, Amado Boudou, y Julio De Vido, anunciaron que la quita de subsidios a luz, gas y agua comenzaba a extenderse a los ciudadanos de a pie.
Retirados ya esos beneficios a un amplio grupo de empresas, comunicaron que desde enero la quita, y el consiguiente aumento en el costo de esos servicios, se aplicaría a quienes vivieran en los muy elegantes Puerto Madero y Barrio Parque, así como en countries y barrios cerrados de todo el país.
La decisión abarcó a 232.000 familias y se presentó como un acto de justicia social, un modo de recuperar recursos que el Estado asignaría a los más necesitados. Pero sin explicar por qué, con Néstor primero y Cristina después, esa injusticia se había dispuesto y sostenido graciosamente .
También anticiparon que en dos semanas se lanzaría un reempadronamiento de los usuarios de luz, gas y agua en Belgrano, Núñez, Palermo, Retiro y Recoleta, para ver cuáles merecían seguir subsidiados y cuáles no. La maquinaria burocrática trabajó rápido: el 2 de diciembre, muy sonrientes, Boudou y De Vido volvieron a dar una conferencia para anunciar que, también desde enero, unos 26.000 hogares de esos barrios y de San Isidro deberían pagar la tarifa plena.
Se calcula que con la quita y el traslado del costo a los usuarios, el Gobierno podría ahorrar unos $ 4.800 millones, algo más del 5% del total de subsidios gatillados en 2011, y alrededor del 15% del déficit fiscal que las autoridades no tienen más remedio que admitir .
Ahora, sin tanta conferencia, sin sonrisas ni alharaca, en silencio, porque sólo se comunica lo que conviene, empezaron a llegar a vecinos de los barrios de clase media las cartas invitando a la renuncia voluntaria a los subsidios. Es el paso previo a la quita lisa y llana para la gran mayoría de ellos (Ver: Llega a barrios de clase media la carta de renuncia al subsidio).
Ya no vale la pretendida épica de la anulación de privilegios a los más ricos. Es el ajuste, signo de esta etapa que en la abundante propaganda y el discurso oficial se nos pretende vender como "sintonía fina".
La decisión abarcó a 232.000 familias y se presentó como un acto de justicia social, un modo de recuperar recursos que el Estado asignaría a los más necesitados. Pero sin explicar por qué, con Néstor primero y Cristina después, esa injusticia se había dispuesto y sostenido graciosamente .
También anticiparon que en dos semanas se lanzaría un reempadronamiento de los usuarios de luz, gas y agua en Belgrano, Núñez, Palermo, Retiro y Recoleta, para ver cuáles merecían seguir subsidiados y cuáles no. La maquinaria burocrática trabajó rápido: el 2 de diciembre, muy sonrientes, Boudou y De Vido volvieron a dar una conferencia para anunciar que, también desde enero, unos 26.000 hogares de esos barrios y de San Isidro deberían pagar la tarifa plena.
Se calcula que con la quita y el traslado del costo a los usuarios, el Gobierno podría ahorrar unos $ 4.800 millones, algo más del 5% del total de subsidios gatillados en 2011, y alrededor del 15% del déficit fiscal que las autoridades no tienen más remedio que admitir .
Ahora, sin tanta conferencia, sin sonrisas ni alharaca, en silencio, porque sólo se comunica lo que conviene, empezaron a llegar a vecinos de los barrios de clase media las cartas invitando a la renuncia voluntaria a los subsidios. Es el paso previo a la quita lisa y llana para la gran mayoría de ellos (Ver: Llega a barrios de clase media la carta de renuncia al subsidio).
Ya no vale la pretendida épica de la anulación de privilegios a los más ricos. Es el ajuste, signo de esta etapa que en la abundante propaganda y el discurso oficial se nos pretende vender como "sintonía fina".