Política
Sobre el movimiento obrero organizado
* Por Alejandro Horowicz. La existencia de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista no prueba que la clase obrera hace política, y el acto en cuestión sólo prueba que tal corriente existe.
El secretario general de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación replica polémicamente mi artículo del lunes pasado en Tiempo Argentino. Sostuvo Julio Piumato, en este mismo diario: "Decir que los trabajadores no hacen política, sino como ciudadanos, en el cuarto oscuro, es obviar deliberadamente los aportes de, por caso, la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista que, entre otros hitos de su intervención en política, llenó la cancha de River unos días antes de la muerte de Néstor Kirchner, con el ex presidente entre los asistentes."
El resto de la argumentación, chicana más, chicana menos, gira en torno del mismo eje, pero vale la pena señalar un matiz, afirma Piumato: "No mezcle a Moyano con Pedraza, ni a Venegas con Viviani, porque al hacerlo desmerece sus esfuerzos intelectuales por aclararlo todo." Entonces, los trabajadores hacen política porque existe la "Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista", que llenó la cancha de River, y soy yo el que mezcla lo que la lucha política separa. Veremos.
En cuanto al tonito entre cachador y paternal que exhibe el dirigente sindical, lo menciono porque cumple una función de titeo descalificante y denota cierta conciencia sobre la pobreza argumental de toda la réplica. Si cualquiera se toma el trabajo de volver a leer mi artículo del lunes verá que mis afirmaciones no son exactamente antojadizas. Sobre todo porque Piumato ni siquiera las comenta, calla. Pero vamos al meollo del asunto: la existencia de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista no prueba que la clase obrera hace política, y el acto en cuestión sólo evidencia que tal corriente existe. Entonces, la corriente existe; ¿y la política de la clase obrera?: veremos.
La clase obrera hace política cuando en los grandes conflictos nacionales aporta su propia visión. Blanco sobre negro: cuando se discute la política de retenciones móviles, la Resolución 125 del gobierno nacional del año 2008, se registra una intervención organizada. El sindicato directamente afectado, el UATRE, no sólo respaldo a la patronal del trabajo esclavo, sino que su máximo dirigente, Gerónimo Venegas, militó junto a la Mesa de Enlace. De modo que hizo política, qué duda cabe, la de la Sociedad Rural.
Esto con ser grave no es lo más grave. Venegas es además el secretario general de las 62 Organizaciones. Es decir, el máximo dirigente del brazo político del sindicalismo peronista. Sin embargo, esa política no dividió las 62 Organizaciones, y la mesa de los que integraban e integran su dirección permanece intocada. Entre los más conspicuos figuran: Juan José Zanola (preso), Jorge Viviani, Luis Barrionuevo, Armando Cavalieri, Hugo Moyano, José Rodríguez y Amadeo Genta. De modo que no soy yo quien mezcla Piumato.
Ahora bien, cuando Venegas va preso por decisión del juez, la CGT que encabeza Hugo Moyano lo respalda públicamente. Y otro tanto hace Luis Barrionuevo, por tanto, estamos ante un problema que vale la pena pensar: o la política de Venegas es la del "movimiento obrero organizado", o el "movimiento obrero organizado" no tiene política. Y los trabajadores, consecuentemente, más allá de su militancia personal en tal o cual corriente sindical, enfrentan solos la encrucijada del cuarto oscuro.
El resto de la argumentación, chicana más, chicana menos, gira en torno del mismo eje, pero vale la pena señalar un matiz, afirma Piumato: "No mezcle a Moyano con Pedraza, ni a Venegas con Viviani, porque al hacerlo desmerece sus esfuerzos intelectuales por aclararlo todo." Entonces, los trabajadores hacen política porque existe la "Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista", que llenó la cancha de River, y soy yo el que mezcla lo que la lucha política separa. Veremos.
En cuanto al tonito entre cachador y paternal que exhibe el dirigente sindical, lo menciono porque cumple una función de titeo descalificante y denota cierta conciencia sobre la pobreza argumental de toda la réplica. Si cualquiera se toma el trabajo de volver a leer mi artículo del lunes verá que mis afirmaciones no son exactamente antojadizas. Sobre todo porque Piumato ni siquiera las comenta, calla. Pero vamos al meollo del asunto: la existencia de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista no prueba que la clase obrera hace política, y el acto en cuestión sólo evidencia que tal corriente existe. Entonces, la corriente existe; ¿y la política de la clase obrera?: veremos.
La clase obrera hace política cuando en los grandes conflictos nacionales aporta su propia visión. Blanco sobre negro: cuando se discute la política de retenciones móviles, la Resolución 125 del gobierno nacional del año 2008, se registra una intervención organizada. El sindicato directamente afectado, el UATRE, no sólo respaldo a la patronal del trabajo esclavo, sino que su máximo dirigente, Gerónimo Venegas, militó junto a la Mesa de Enlace. De modo que hizo política, qué duda cabe, la de la Sociedad Rural.
Esto con ser grave no es lo más grave. Venegas es además el secretario general de las 62 Organizaciones. Es decir, el máximo dirigente del brazo político del sindicalismo peronista. Sin embargo, esa política no dividió las 62 Organizaciones, y la mesa de los que integraban e integran su dirección permanece intocada. Entre los más conspicuos figuran: Juan José Zanola (preso), Jorge Viviani, Luis Barrionuevo, Armando Cavalieri, Hugo Moyano, José Rodríguez y Amadeo Genta. De modo que no soy yo quien mezcla Piumato.
Ahora bien, cuando Venegas va preso por decisión del juez, la CGT que encabeza Hugo Moyano lo respalda públicamente. Y otro tanto hace Luis Barrionuevo, por tanto, estamos ante un problema que vale la pena pensar: o la política de Venegas es la del "movimiento obrero organizado", o el "movimiento obrero organizado" no tiene política. Y los trabajadores, consecuentemente, más allá de su militancia personal en tal o cual corriente sindical, enfrentan solos la encrucijada del cuarto oscuro.