Sin deberle nada a nadie
*Por Ricardo Roa. A Cristina Kirchner le salió mejor de lo que ella misma esperaba. Impuso sus listas a legisladores y hasta le colocó a Scioli un segundo que él rechazaba. Y ganó ampliamente, sin deberle nada a nadie.
Encima, la oposición quedó metida en un pozo del que sólo puede sacarla un milagro : para que hubiera balotaje, Cristina debería perder al menos 11 puntos y Alfonsín o Duhalde subir 18. Un pedido para San Expedito, el santo de las causas imposibles y urgentes: todo tendría que ocurrir en dos meses.
"Nadie es el dueño del voto de nadie", dijo en la primera reunión de prensa, acotada, que da en un año y medio (Ver: "Es un reconocimiento a la gestión, pero nadie es el dueño de los votos").
Dudosa humildad: ¿alguien puede creer que no hará sentir que los votos son de ella? En el estratégico Gran Buenos Aires, estuvo siempre por arriba de Scioli y de los intendentes, salvo en Brown, Berazategui y Tigre. Son 24 distritos donde votaron 4.753.588 personas y ella obtuvo el 56,2%. Sacó del kirchnerismo y del peronismo pero también de otros partidos: por primera vez, venció en todas las mesas de Ramos Mejía y en Bernal y el centro de Quilmes, entre otros lugares. Recibió votos del GBA profundo y de capas medias y altas.
Otra muestra de fortaleza se vio en Malvinas Argentinas. Cariglino, el caudillo histórico, estuvo a punto de perder la intendencia por haber apoyado a Duhalde. Cristina le sacó una diferencia de 18 puntos.
Parece claro, aunque no definitivo, que triunfará en octubre. Así se heredará a sí misma, con lo bueno y lo malo. En la agenda habrá una economía en crecimiento pero a un ritmo menor. Y una inflación instalada en el 20%. Deberá decidir si ajusta las tarifas o sigue conviviendo con una montaña de subsidios tan insostenible como los $70.000 millones que consumirá este año. Y enfrentar el cuello de botella de la crisis energética.
Es posible empezar a corregir estos desajustes.
Aunque seguro implicará pagar costos.
Deberá contar con equipos más eficaces y de mayor calidad. Y acertar en la gestión.
El crédito, se sabe, no dura para siempre.