Siempre hay un aprovechador
Llegamos a la oficina de venta de pasajes, nos tocó el número A 33 y al minuto de acomodarnos se escuchó a una de los tres despachadores: "¡31!" y pensamos que el asunto se iba a resolver rápido.
Pero no iba a ser así. El cliente con el número 31 no podía expresarse bien y apenas comenzó a explicarle a la despachadora lo que quería nos dimos cuenta de que ella no nos iba a atender.
El despachador número tres terminó con su cliente, dijo "¡32!" y pasó una joven. El despachador hizo rápido el trámite y pasó a la caja, y tras cobrarle a la joven, ¡se quedó ahí! Parece que era el cajero, de modo que nos concentramos en el despachador número dos. Pero pronto se acercó un tipo, le entregó un número y el despachador 2 comenzó a operar su computadora para venderle el pasaje.
- "Nos pasó por alto", pensamos. Desconfiados, fuimos hasta el turnero y vimos que el próximo número era el A35.
- "¿Deberíamos reclamar?". -"No -reflexionamos- tenemos que pagar con tarjeta de débito una parte y con crédito en cuotas el resto. ¿Y si hay problemas? Qué vergüenza. Mejor que el despachador esté de nuestro lado".
El tipo del número 34 pasó a la caja. El despachador 2 se quedó mirando a lo lejos y de vez en cuando miraba la pantalla. Nos acercamos. -"¿Esperamos que nos llame o nos puede atender?" - "No; esperen". Siguió mirando la computadora hasta que, con cierto desgano, dijo "¡35!". Pasamos, le mostramos el 33 y lo miró como si no tuviera valor. En el pincho estaba el 34 y ahí nos convencimos de que no sólo nos había hecho esperar sino que, evidentemente había hecho favoritismo e iba a quedar impune porque, interesados en resolver la compra, no nos animábamos a reclamar.
El tipo del 34 aún estaba en la caja y escuchamos que le decían "vaya, busque el papel y vuelva por acá". Entonces descubrimos que no era un conocido, sino un aprovechador que se acercó al mostrador y empujó. Y el despachador, severo con nosotros, había sido blandito con él.
¿Merecía el reclamo o que pidiéramos el libro de quejas? No parecía para tanto. Además nos vendió sin problemas el pasaje. Después de todo, "sólo" habíamos perdido poco más de media hora y en cambio habíamos estado entretenidos pensando en la guerra de los números y hasta en cómo promover un proyecto para que el defensor del Pueblo fuera de incógnito y multara a esa empresa por hacer esperar a la gente. Pero no lo hace con las empresas públicas... ¿Lo haría con las privadas que dan servicios públicos?
Quien sí hubiera merecido el reclamo era el aprovechador del 34. El maldito tipo del 34. Nos fuimos deseando fervientemente que al fin no haya podido comprar su pasaje.