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"Si hablás te mato a vos y a tu abuela": los fuertes detalles del abuso a la nena en el Hospital Evita

El acusado, un hombre de Monte Chingolo, padre de un hijo, la amenazó con un cuchillo y la persiguió por teléfono.

K. tiene 13 años y pasó prácticamente el último fin de semana dentro del Hospital Evita de Lanús enfocada de lleno -junto a su tía Mercedes- al cuidado de su abuela materna que había sido internada en el cuarto piso. En el mismo nivel del nosocomio, en otra habitación ubicada casi en frente, estaba Ramón Diego Candia, un hombre de 28 años, oriundo de Monte Chingolo, empleado de una metalúrgica en Quilmes, padre de un hijo, que acompañaba a su esposa que se recuperaba de una operación.

Los primeros días de "convivencia hospitalaria" entre ambas familias fueron normales; saludos a la distancia, sonrisas y algún que otro intercambio de palabras, nada que hiciera sospechar el violento desenlace de esa relación ocasional que estaba destinada a extinguirse una vez que sus familiares fueran dados de alta.

Ayer, en horas de la madrugada, K. decidió bajar al buffet del hospital para tomarse un respiro cuando de un momento a otro, según el relato de la menor, fue interceptada por Candia, quien con cuchillo en mano la llevó a un sector donde hay un ascensor en reparación y abusó de ella.

Primero le sacó el celular y después la obligó a que le bajara el pantalón y que le practicara sexo oral. Tras varios minutos, el presunto violador la llevó hasta la habitación y le advirtió que no dijera nada. "Si hablás te mato a vos y a tu abuela", le dijo Candia.

En el medio, tomó el celular de la menor, se hizo un autollamado para que quedara registrado el número y le devolvió el teléfono.

"Al principio fue un trato amable, cordial. Sí uno de los días anteriores el tipo le dijo a mi sobrina que era muy linda, pero nada más. Nunca se iba a imaginar. De hecho salió a tomar algo, pasó por la puerta de su sala y jamás se le pasó por la cabeza. Después Candia la tomó de la cintura, se la llevó y le obligó a hacer todo lo que se sabe", agregó Gabriela.

Pero la tortura no fue sólo física. Durante esa madrugada, Candia le tocaba la puerta de la habitación de la abuela para recordarle a K. que estaba ahí, pendiente de que no fuera a delatarlo. En un momento se fue y no lo escuchó más. "Las pruebas están. Mi sobrina estaba toda llena de semen, de pis. Hay rastro de su semen y de pelos de ambos en el ascensor. A mi hermana hasta le pidió perdón", comentó la mujer.

Pasaron las horas y a la mañana siguiente, cuando llegó la tía Mercedes para relevarla, K. se quebró y le contó todo. En ese momento, Candia no estaba en el hospital. "De repente, el celular de la menor sonó: era un mensaje de texto del abusador en el que le agradecía 'por lo que había hecho' y en el que le manifestó que 'le gustó' lo que había ocurrido en el ascensor del Evita. Un enfermo", contó a Infobae Gabriela, otra de las tías de la víctima.

La adolescente se asustó y borró el mensaje.

Mercedes, en tanto, denunció el hecho a la policía. Efectivos de la Bonaerense se llevaron el celular de K. a la espera de que Candia se pusiera en contacto nuevamente. Las esperanzas eran nulas hasta que, de pronto, entraron cuatro mensajes. Era Candia otra vez.

Los investigadores se hicieron pasar por la menor y lo citaron en el hospital. "Los policías le dijeron, haciéndose pasar por mi sobrina, que ella también lo quería ver. El tipo entonces ayer a eso de las 5 cayó en el hospital y lo agarraron", comentó Gabriela.

La causa, bajo la calificación de abuso sexual agravado, quedó a cargo del fiscal Javier Gramajo de la UFI 4 de Lanús. Se espera que el acusado sea indagado hoy; según dijeron fuentes policiales a Infobae, no tiene antecedentes en la provincia de Buenos Aires.

En cuanto a la joven, después del horror que sufrió, quedó internada en el hospital, donde le practican estudios para descartar cualquier enfermedad de transmisión sexual.

Candia, de acuerdo a fuentes cercanas al expediente, habría obligado a punta de cuchillo a la menor a que tragara su semen. "Le robó su infancia. Ella pensó que él le había hecho pis en encima. Después la amenazó y hasta se atrevió a mandarle mensajes después de lo que hizo para amenazarla", lamentó.

Capítulo aparte merece la seguridad de Hospital Evita. Para la tía de la víctima es inconcebible que hayan permitido que una nena tan pequeña estuviera al cuidado de un familiar. "En el hospital debe haber una enfermera cada 8 pacientes, acá hay una para más de 20. Además no hay cámaras de seguridad y nunca se ven policías", denunció. Los médicos del nosocomio, una vez que se conoció el hecho, coincidieron con el relato de Gabriela y ante las cámaras de los canales de televisión se aventuraron a decir que "no sería extraño que un caso así se vuelva a repetir".

Alejandro Ravecca, director de Hospitales Provinciales, explicó la situación y negó que el nosocomio estuviera en mala condiciones. Dijo que las cámaras de seguridad funcionan y que por el área que abarca el Evita -que supera los 30.000 metros cuadrados- "es muy difícil mantener la seguridad".