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"Si algo no me gusta es leer"

Steven Spielberg, el rey de Hollywood se prepara para llegar a fin de año con una doble apuesta.

La primera es la adaptación del cómic de Las aventuras de Tintín, que costó 135 millones de dólares y es su película número 25 como director. Dos meses después llega Caballo de batalla, la adaptación de la obra de un chico que va a la guerra para quedarse con su caballo. Spielberg hizo su debut como director con Loca evasión en 1974 y rompió todo con Tiburón, E.T., Encuentros cercanos del tercer tipo y las sagas Jurassic Park e Indiana Jones.

Luego de ganar dos Oscar por dirigir los dramas La lista de Schindler y Salvando al soldado Ryan, ahora vuelve al tipo de historias de aventuras que lo transformaron en un ícono del cine: Tintín está hecha con el espíritu de las películas de Indiana Jones, y los sentimientos que se juegan en Caballo de Batalla se parecen a los de E.T.

Además de haber dirigido algunas de las grandes películas de la historia, Spielberg produjo una gran cantidad de tanques que estuvieron a cargo de otros directores –la saga de Hombres de Negro, la trilogía Volver al futuro se cuentan entre sus 130 producciones–.
Y, por suerte, el director afincado en Los Ángeles no tiene planes de retirarse para cuando cumpla 65 en diciembre. Ya está trabajando en su película biográfica sobre Lincoln, que llegaría para la Navidad de 2012, con Daniel Day-Lewis interpretando al presidente Abraham Lincoln y con Sally Field como su esposa. El director vive con su segunda mujer, la actriz Kate Capshaw, a quien conoció en 1984 durante la filmación de Indiana Jones y con quien se casó en 1991. La pareja tiene siete hijos.

–¿Qué se puede esperar de Las aventuras de Tintín? –Una aventura del infierno. Una buena historia de detectives, el misterio alrededor de un asesinato y una película que puede ser muy divertida cuando necesita serlo.
–La película está coproducida por Peter Jackson, director de la trilogía El señor de los anillos, que va a dirigir la próxima película de Tintín. ¿De dónde surgió esta colaboración? –Llamé a Peter para discutir las complejidades de la técnica de motion capture que usamos para crear personajes animados como Gollum en El señor de los anillos y Kong de King Kong. Quería su opinión para crear el personaje del perro de Tintín, Milú, y ahí supe que Peter fue toda su vida un fan de Tintín. Enseguida empezamos a colaborar.
–¿Cuán fácil fue colaborar entre directores que ganaron dos Oscar? –Trabajar con Peter fue como trabajar con un hermano. Fue muy muy fácil. Ésta es mi película en términos de dirección, pero si se consideran el guión, la animación, la dirección de arte, el color y el tono, es nuestra película.
–¿Cuándo descubriste por primera vez a Tintín? –La primera vez que escuché algo sobre Tintín fue en una crítica de una revista francesa sobre En busca del arca perdida en la que lo comparaban con Indiana Jones.
Pese a que los libros vendieron más de 200 millones de copias a nivel mundial en los últimos 82 años, no son conocidos en Estados Unidos, así que los conseguí en francés y me transformé enseguida en un gran fan. Creo que me identifico con la imposibilidad que muestra Tintín para aceptar un "No" como respuesta porque ésa es la historia de mi vida.
–Compraste los derechos en 1983. ¿Por qué te tomó un cuarto de siglo llegar a hacer una película de Tintín? –El guión nunca estaba bien. Necesitaba el estilo de humor de Jacques Tati y personajes memorables y bien diseñados. Originalmente la idea era hacer una película de acción real, pero luego Peter introdujo la idea de hacerla en CGI (imágenes generadas por computadora). Con una acción real uno tendría actores que pretenden ser Tintín y el Capitán Haddock. Uno se la pasaría haciendo castings para conseguir gente que se parezca a ellos. Pero no se va a sentir como en los dibujos del Tintín de Hergé. Con la CGI podemos darle vida al mundo de Hergé, mantener el estilo de las caras de las caricaturas, dejar el trabajo de arte de Hergé, pero hacerlo real a nivel de la fotografía. De esta manera podemos honrar a Hergé acercándonos lo más posible a los personajes que inventó. La técnica de motion capture me permitió entrar en el mundo virtual que creamos con los personajes de Tintín, con las locaciones que fueron creadas por computadora y filmarla como una película de acción con situaciones en el mundo real. Tenía la cámara en mis manos y podía ver el mundo de Tintín mientras dirigía actores en un escenario dentro de este extraño, híbrido y fotográfico mundo real.
–Jamie Bell hace de Tintín, Daniel Craig es el villano y Andy Serkis es el Capitán Haddock. Ellos hicieron sus roles en trajes con sensores que rastreaban y grababan sus movimientos y que tomaban sus expresiones faciales como bases para la animación 3D. ¿Eso complicó el trabajo de ellos? –Más allá del medio ambiente o el vestuario, todo se reduce al momento en que los actores se miran a los ojos. Ahí es donde se cuenta la verdad y donde todo el drama o la comedia pasan. Los actores necesitan a los otros para actuar juntos.
–A mucha gente no le gusta el rol muerto que tienen los humanos en películas motion capture como El expreso polar y Los fantasmas de Scrooge. Más temprano este año, a Marte necesita mamás le fue muy mal.
¿No te preocupa que el público pueda estar cansado de este tipo de animación? –No, la tecnología evolucionó un poco desde El expreso polar hasta Avatar. Y el estilo de una película no es ni de lejos tan importante como los personajes, la historia y el guión. Si a una película le va bien, por suerte la manera en que se hizo es lo último que interesa. Contar una historia es lo más importante.
–¿Cómo ves el futuro del 3D? –No toda película debería ser filmada en 3D. No filmaría pequeñas historias de amor en 3D. Pero en buenas circunstancias, el 3D puede mejorar una película.
–Tu otra nueva película, Caballo de bata lla, está hecha sin efectos especiales. Basada en la novela de Michael Morpurgo, la historia fue un éxito en su adaptación teatral. ¿Cómo descubriste el proyecto? –Kathleen Kennedy (la productora asociada de Spielberg desde hace décadas) la vio en Londres y yo viajé para verla. Pocos días después, compramos los derechos de la película.
–¿Por qué volviste a la novela como inspiración para el guión? –La novela estaba contada desde el punto de vista del caballo, Joey, y esto me hizo querer dirigir la película. La película no está narrada por el caballo pero sus pensamientos son revelados por sus expresiones.
De hecho, usamos 11 caballos para desarrollar a Joey, pero nunca usamos efectos especiales para sus emociones. Los caballos son tan expresivos que me da miedo que la gente crea que usamos ayuda digital.
–¿Cómo te preparaste para la filmación de Caballo de batalla? –Como siempre, mirando Cinema Paradiso, película que me recuerda por qué hago este trabajo.
–Siempre filmás rápido.
–Trabajo rápido porque no necesito tomas para cubrirme.
–¿Cuál es la mejor parte de filmar para vos? –La edición. Las cosas más increíbles pasan en la sala de edición.
–Luego de una década de oscuridad: de tratar con el Holocausto, la esclavitud y la Segunda Guerra Mundial, volvés a temas más livianos. Hace dos años apareció la cuarta Indiana Jones y ahora llegan Tintín y Caballo de batalla.
–Luego de esas películas oscuras, necesitaba un rayo de sol y disfrutarlo por un tiempo.
–¿Por qué decidiste hacer la serie para televisión Falling Skies, que sigue a sobrevivientes luego de una invasión extraterrestre? –El tema de la existencia de otra vida inteligente en el universo siempre me interesó mucho. En realidad, el interés de mi padre por la astronomía me acercó a las estrellas cuando era chico.
Como realizador pude darle un buen uso a ese deseo.
–Los invasores malos de Falling Skies están lejos de los visitantes amigables de tus primeras películas.
–Soy alguien que tiene sentimientos benignos con los visitantes extraterrestres.
Ahora, si uno le pregunta a un actor si prefiere ser el héroe o el villano, el actor dirá que prefiere ser el villano.
Me siento igual con los extrarrestres.
A veces es más divertido escribir sobre los tipos malos.
–¿Por qué Falling Skies es una serie de tele y no una película? –Siempre lo vi como un proyecto de televisión por la cantidad de horas que precisaba para responder tantas preguntas, incluyendo las motivaciones de los invasores: ¿son malos de verdad? Con dos horas no iba a alcanzar.
–¿Por qué te gusta dirigir? –Es lo que sé hacer. Dirigía todo cuando era chico; dirigía a mi familia y a mis hermanos.
–¿Qué cualidades debe tener un director? –Todos los directores son un poco mandones; uno necesita estar capacitado para mover las cosas alrededor. Pero un director es antes que nada un contador de historias.
–¿Cómo fue tu infancia? –Fui hijo de un divorcio y después me enfrenté a chicos de padres separados en muchas de mis películas. Una de las virtudes sanadoras de ser realizador es que uno puede trabajar algunos temas de su vida, tener a gente que actúe sus sentimientos, traumas e ideas. Luego uno puede sentarse y mirarse a sí mismo.
–¿Cómo fueron tus primeras experiencias con las películas? –Solía ir a los autocines de Phoenix en los 60. Mis padres manejaban y yo me quedaba en el asiento de atrás con un megáfono.
A veces, como con Tintín, puedo hacer películas alegres como las que miraba en aquél tiempo.
–Para entrar en la industria empezaste como un estafador.
–Cuando era adolescente pretendía ser un ejecutivo de Universal Studios.
Llevaba un traje y atravesaba los controles para ver cómo se hacían las películas en los estudios.
–¿Cómo lograste entrar en la industria? –La cabeza de Universal descubrió un corto que había hecho en el colegio. Me contrataron.
Me sentía en Cenicienta.
–¿Mirás los cortos de realizadores jóvenes? –Sí, miro cientos por año, buscando nuevos talentos.
–Tu primera película taquillera fue Tiburón y casi destruye tu carrera.
–Supuse que me iban a echar.
Se transformó en una película imposible de filmar. Me sentía como en una zona de guerra. Fue una locura hacer una película en el agua y lidiar con el océano, las corrientes, los vientos y las olas y con un artefacto mecánico que simulaba un tiburón, algo que nunca se había hecho antes. Fue un milagro que la película se haya terminado. La filmación llevó casi nueve meses.
–¿Cómo impactó E.T., que durante varios años fue la película más exitosa de público, en tu vida? –Trabajar con tres chicos fue la inspiración que plantó en mi corazón la semilla para ser padre. Eso es exactamente lo que pasó.
Tres años después, nació mi primer hijo.
Ahora tengo siete.
–¿Te desanimó no haber ganado el Oscar por E.T.? –Me hubiera encantado ganarlo. Me decepcionó no haberlo ganado. Es la película que más me enorgullece.
–¿Por qué nunca hiciste una secuela de E.T.? –Nunca quise que fuera una saga como Indiana Jones y Jurassic Park.
–Incluso los dioses del cine pueden fallar.
1941 fue un error en 1979; Always mordió el polvo 10 años después. Amistad fue recibida con indiferencia en 1997. Atrápame si puedes y La terminal fueron calificadas de decepcionantes.
–Tengo una filosofía sobre mis películas que aplico a los megahits y a aquellas que no permitieron recuperar la plata invertida.
Creo que está bien seguir para adelante y decir "Me alegro de que les haya gustado" "Lamento que no les haya gustado", sin importar el caso.
–¿Cuando mirás Always o 1941, pensás que fueron traspiés? –No, estoy orgulloso de las películas y lamento que al público no le hayan gustado.
Entiendo por qué 1941 no funcionó. Era demasiado grande. Fue la filmación más grande de mi carrera: costó 24 millones de dólares en 1978.
–¿Recordás haber rechazado algo de lo que ahora te arrepentís? –Rain Man. Tenía un compromiso para hacer la tercera Indiana Jones, y me salteé Rain Man para cumplir mi promesa.
–¿Creés que esa película deja algunas enseñanzas? –Sí. Esa es la razón por la que hice La lista de Schindler, Rescatando al soldado Ryan y Amistad. Pero las películas deberían enseñar sin predicar. Deberían entretener mientras logran que el público se sienta ref lejado en lo que pasa. Las películas pueden inspirar y actuar como catalizador para el descubrimiento. Siempre me gusta cuando la gente me dice: "Vi tu película y no me interesaba mucho el Holocausto, pero luego empecé a leer a Primo Levi y a Elie Wiesel y todos esos libros".
Y eso es lo que me gusta escuchar. Ya no hablan de la película, hablan de todos los libros que leyeron.
–¿Estás pensando en más películas educacionales? –No voy a ser un maestro de Historia con una cámara.
Tuve la suerte de encontrar dos historias convincentes sobre el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Y hay temas en los que me interesé toda mi vida, como la película sobre Abraham Lincoln que estamos haciendo.
–¿Qué otra cosa te gustaría hacer? –Me encantaría hacer una comedia y un musical.
–Los efectos especiales revolucionaron las películas. Jurassic Park rompió el mundo que conocíamos. ¿Hoy se puede hacer todo? –Uno puede hacer todo, menos replicar a un ser humano, a una persona natural. Y agradezco a dios porque no creo que debamos llegar a eso. Nunca una computadora podrá actuar tan bien como los grandes actores.
–¿Por qué hoy se hacen tantas películas de ciencia ficción? –A la gente le gusta contar historias más grandes que la vida y el público, con su imaginación ilimitada, está siempre ahí para responder. Por eso la literatura de ciencia ficción siempre fue un éxito. El cine no fue más que el beneficiario afortunado de la literatura del último siglo y medio.
–Te ofrecen muchos proyectos. Podrías haber hecho Harry Potter y El hombre araña.
¿Lamentás no haber aceptado hacerlas? –Podría haber hecho esos proyectos que me trajeron hace 10 años, pero seguí para adelante con mi vida. A los 50 y pico tenía otros intereses. El hombre araña y Harry Potter me hubieran interpelado a los 40 y pico.
–Te definiste alguna vez como "un chico grande" y elegís historias que comprueban eso, como tus nuevas dos películas.
–Creo que esta industria te mantiene joven.
Fui un chico toda mi vida. Preguntale a mi mujer. No estoy preparado para crecer.
Cuando crezca, dejaré de hacer películas, algo que no tengo intenciones de hacer.
–¿Cuándo descansás? –En algunos momentos soy un adicto al trabajo y durante un año no paro, pero después me tomo dos años. Cuando digo que me tomo un tiempo no quiere decir que no trabajo, sino que no dirijo.
–Tenés siete hijos (uno con tu ex mujer Amy Irving, tres con tu segunda mujer Kate Capshaw, uno del matrimonio anterior de Chapshaw, y dos son adoptados). ¿Por qué adoptaste a tus dos hijos pequeños? –Sentimos que podíamos amar a un chico adoptado tanto como a uno biológico y funcionó de manera espectacular. Tengo dos hijos afroamericanos y me olvido de cuáles son adoptados. Se transformó en eso. Nos enamoramos de los chicos, no de la etnia: no de sus caras o su color. Nuestra familia es ciega a los colores.
–¿Qué te gusta hacer para divertirte? –Me gusta mirar básquet, jugar a la computadora y hablar de política. Con siete hijos, mi tiempo libre está destinado a la familia. Pero amo los aviones y volé simuladores profesionales miles de veces. Pero no piloteé un avión en el aire porque me da miedo volar. Mi atracción por volar es por mi miedo a volar.
–¿Qué no te gusta hacer? –No me gusta leer. Soy un producto de la generación de la televisión y no me gusta el café. Nunca tomé un café en mi vida.