Sergio "Maravilla" Martínez no supo decir basta a tiempo
Desde la pelea con Chávez que la carrera del argentino está terminada, aunque él no lo quiso ver.
Dolor, bronca, lástima, resignación... un cúmulo de sentimientos se ubicaron en el pecho de cada argentino que vio anoche la pelea de Maravilla Martínez. El mismo que, hace poco más de un año y medio, había dado una de las grandes lecciones de boxeo ante Julio César Chávez Jr. (con todo lo que ese apellido significa) ayer sufrió la que seguramente será la derrota más dolorosa de su larga y fructuosa carrera.
Con 14 meses sin subirse a un ring de manera profesional, y con las piernas maltrechas después de la pelea con el mexicano, el cuerpo del argentino dijo basta hace rato, aunque él no lo quiso ver.
Enviciado por la popularidad y una especie de revanchismo que tenía contra Cotto (el boricua le había ganado cuando eran menores), Martínez aceptó un combate que estaba perdido desde el vamos.
Hay que aprender a leer las señales: aquella noche en Vélez quedó determinado el fin de la carrera de Maravilla. La fractura en su rodilla lo paró en seco justo cuando había alcanzado el pico de su rendimiento.
La fama le llegó tarde, al igual que el reconocimiento en su país. El joven que se fue sin un peso a España, que vivió de pensión en pensión, pasando hambre y trabajando hasta de patovica rozó el cielo pasados los 35 años, cuando los boxeadores comienzan a despedirse de la actividad.
El tren de la victoria rápidamente se transformó en el del exitismo exagerado, y no supo ni quiso bajarse a tiempo. A veces hay que tener cabeza fría para tomar decisiones y él, a pesar de la enorme preparación que tiene, no lo pudo hacer.
La primera impresión importa casi tanto como la última, y ahí Maravilla Martínez se despidió de la manera menos deseada: cayéndose tres veces en un round, algo casi inédito para un campeón. En la previa se puede hablar y prometer, pero la verdad se ve en el cuadrilátero.
La calidad y el corazón del quilmeño son indudables. Nunca se escondió, siempre apuntó a rivales de mayor calidad, aún sabiendo que iba a ser casi imposible ganarles. Anoche se despidió uno de los grandes boxeadores argentinos de los últimos tiempos, aunque la imagen no haya sido a tono con la de su carrera.