DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Ser o no ser

*Por Julio Perotti. José Manuel de la Sota trata de mantener la incógnita sobre su postulación a gobernador, tamizada por la interna del 12 de junio, mientras el actual mandatario procura quedarse con una porción de la torta.

Dos versiones sobre una misma realidad: la interna del peronismo cordobés agotaba la semana en un estado de tensión indisimulable para sus protagonistas. Veamos:

- Va a ser; al final, va a ser... Lo que pasa es que no puede dejar que lo acorralen. Un candidato a gobernador tiene que jugar con todas las cartas a su favor. Los demás tendrán que acomodar sus intereses al interés mayor: ganar.

–Lean bien el primer punto del comunicado del jueves a la tarde: "No ha decidido aún su participación como precandidato" en las internas del 12 de junio. Si lo embroman demasiado, que se vayan buscando otro candidato a gobernador.

José Manuel de la Sota trata de mantener la incógnita sobre su postulación a gobernador, tamizada por la interna del 12 de junio, mientras el actual mandatario, Juan Schiaretti, procura quedarse con una porción de la torta.

Entre ambos se terminó abriendo un abismo, por dos razones centrales:

1. Los permanentes cuestionamientos de Schiaretti al gobierno kirchnerista, en tanto De la Sota trata de cerrar con la presidenta Cristina Fernández el acuerdo que alguna vez hilvanó con Néstor Kirchner.

2. La decisión de De la Sota de imponer un candidato a intendente de Córdoba que sea capaz de contener al arisco justicialismo de esta Capital, contra la voluntad de Schiaretti de colocar en ese cargo al vicegobernador Héctor "Pichi" Campana.

Cada una de ambas cuestiones encierra muchos más elementos.

Vayamos por partes:

La relación formal de la Provincia con la Nación está como siempre: mal. El viernes, la Fiscalía de Estado de la provincia hizo un planteo ante el gobierno kirchnerista porque la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) debe casi 311 millones de pesos, que debió girar a la Caja de Jubilaciones para el primer cuatrimestre del año, en cumplimiento del convenio para el financiamiento del sistema previsional cordobés.

Ya se sabe: el kirchnerismo siempre zanja los diferendos políticos ahogando las finanzas de los enemigos de turno.

Viejos rencores. Schiaretti ya lo sufrió antes; la última vez, durante 2009 y en el final de ese año, logró salir de la encerrona cuando anunció que, si no le pagaban, iba a emitir bonos.

Por entonces, la Nación debía dos cuotas (120 millones de pesos) del Programa de Asistencia Financiera (PAF) y otros 130 millones de pesos por el déficit de la Caja de Jubilaciones.

Los vínculos de Schiaretti con el kirchnerismo fueron zigzagueantes.

El 2 de noviembre de 2010, en la planta de Renault, en lo que fue la primera salida de la Presidenta después de la muerte de Néstor Kirchner, Schiaretti les agradeció a ella y a su fallecido esposo ser artífices del "renacer de la industria automotriz".

Pero el 7 de abril de este año rompió lanzas cuando grupos kirchneristas lo silbaron durante el acto que la jefa del Estado presidió en la Plaza de la Intendencia, en Córdoba capital.

Es obvio que estos tironeos no le convienen a De la Sota porque, con seguridad, sus interlocutores en la Casa Rosada le reclaman que actúe para que Schiaretti baje un cambio.

De lo contrario, el acuerdo podría naufragar. Porque hay un dato más: dicen operadores kirchneristas que la figura de Cristina mejoró mucho en Córdoba y que, en caso de que despeje la incertidumbre sobre su decisión de postularse, se atrevería a encarar una campaña en esta provincia sin laderos locales.

Deducen que si De la Sota gana el 7 de agosto, no tendrá muchas chances de mirar para otro lado en las presidenciales del 23 de octubre.

Si triunfase Luis Juez, el kirchnerismo espera un gesto de neutralidad, en especial si el líder del Frente Cívico no tiene un candidato presidencial fuertemente competitivo.

Y si el radical Oscar Aguad se quedase con la gobernación, sospechan que hará campaña con Ricardo Alfonsín desde una posición no demasiado cómoda.

Coiset & Campana. Pero volvamos sobre la tormenta que se cierne entre De la Sota y Schiaretti, porque hay otros capítulos que se están escenificando.

La irrupción de Fernando Coiset, hasta hace pocos días funcionario de Schiaretti, fue una piedra de toque.

Mientras delasotistas sospechan que Schiaretti está detrás de la jugada, Coiset busca los 20 mil avales necesarios para presentar las listas.

"De la Sota no necesita legitimarse conmigo", les responde el ex intendente de Las Varillas a los que creen, en cambio, que es una triquiñuela del ex gobernador.

Como fuere, si Coiset consigue el respaldo, De la Sota deberá pasar por las urnas internas antes de quedar consagrado.

La candidatura a intendente de Córdoba es otra cuestión que divide las aguas entre el ex gobernador y el actual.

El documento que firmaron representantes de las 14 seccionales en respaldo a la postulación de Campana es, a todas luces, una clara jugada de Schiaretti para marcar su posicionamiento: no ser un gobernador en despedida, sino un político que quiere permanecer dentro del tablero.

Con un peronismo capitalino en crisis desde hace mucho tiempo, un candidato que no provenga del tronco partidario podría significar una fuga de votos. ¿A dónde irían a parar? El peor de los temores es que recalen en las arcas de Juez.

¿Es acaso Olga Riutort la posibilidad a la que se abraza su ex marido, De la Sota? En los círculos más activos de la dirigencia se admite que es la alternativa menos mala. Pero, a la vez, encierra otro problema: Riutort salió tercera en la interna para autoridades partidarias. Si la mayoría de la militancia no estuvo con ella, ¿por qué habría de estarlo ahora?

Aunque no se pudo confirmar, en la cima del peronismo se comentaba con fuerza en las últimas horas que De la Sota habría fijado este domingo como un ultimátum para lograr un acuerdo.

¿Cuál será la consecuencia de un incumplimiento? No hay muchas posibilidades: el armado de una lista propia para enfrentar a quien fuere o la resignación de la candidatura. Entre ser y no ser, la supervivencia en la política obliga siempre a estar.