Señales de la nueva etapa que vendrá
*Por Carlos Sacchetto. Con la avalancha de votos a su favor, la Presidente pretende enfatizar en los buenos modales y en un estilo moderado, al menos en lo que resta transitar hasta los comicios.
Salvo enfermizas excepciones, a ninguna persona le gusta recibir malas noticias. A muchas otras tampoco les gusta escuchar observaciones acerca de qué están haciendo algo mal, o que sus actos no son los esperados. La presidente Cristina Fernández detesta y se incomoda con esas dos situaciones y, como sus funcionarios y allegados lo saben, evitan llevarle algún motivo de amargura para no ser portadores de "malas ondas".
Hay sin embargo algunas excepciones a las que la jefa del Gobierno presta oídos porque deposita en ellos una confianza especial.
Cuentan, quienes conocen la intimidad de Olivos, que uno de esos interlocutores que se atreven a sugerir a Cristina moderación en algunos temas es el presidente del Banco Nación, Juan Carlos Fábrega. Otro es el ministro de Planificación, Julio De Vido, quien había resuelto no continuar en el Gobierno después de diciembre porque se sentía algo marginado de las decisiones, pero habría cambiado de opinión por pedido de la Presidenta.
Viejos amigos
Fábrega es mendocino pero pasó parte de su adolescencia en Santa Cruz, donde conoció a Néstor Kirchner. Se hicieron muy amigos. Al terminar el colegio secundario como perito mercantil, Fábrega ingresó al Banco Nación para hacer carrera. En 2003, cuando Kirchner fue electo presidente, su amigo era gerente general del banco. Hoy sigue allí, es titular de la entidad y un convencido kirchnerista pero con visiones más reflexivas, sobre la realidad, que otros miembros del Gobierno.
Las fuentes que conocen la relación de confianza que lo une con Cristina, sostienen que luego de la euforia motivada por la avalancha de votos conseguidos en las primarias, la Presidenta habría escuchado de Fábrega algunas advertencias sobre la marcha de la economía. Ella, por su parte, le habría señalado que los próximos directorios del Banco Central y del Banco Nación, estarán integrados por jóvenes que promedien 30 años de edad. "Hay que tener mucho cuidado con eso" habría respondido el interlocutor presidencial, a lo que Cristina sólo agregó: "Lo vamos a hacer".
En cuanto a De Vido, empresarios que lo frecuentan sostienen que se lo ve mejor y con disposición a continuar en el Gobierno aunque no necesariamente en el mismo cargo de hoy.
Para algunos sectores económicos, el ministro es un nexo con posiciones menos exaltadas que muchos integrantes del kirchnerismo "duro". En estos días, los teléfonos del despacho de De Vido no paran de sonar. Los empresarios no se quieren perder la oportunidad de ser vistos en el acto del Día de la Industria que se hará el 2 de setiembre y en el que hablará la Presidenta.
"Estamos por colgar el cartelito de "no hay más localidades", dicen en el ministerio. Otro efecto, sin dudas, de aquel 50 por ciento de votos.
A la espera de las elecciones de octubre, el Gobierno y su jefa muestran una imagen serena y de intrigante bondad. Prácticamente han cesado las agresiones hacia los adversarios. Como ejemplo vale mencionar que aunque no hubo ningún comentario público, la foto que publicaron algunos diarios nacionales del gobernador electo de Córdoba José Manuel de la Sota con Lula, el ex presidente de Brasil, cayó mal en la Casa Rosada. Peor que cuando el cordobés no apoyó expresamente la fórmula de Cristina en las primarias. Es una factura que le pasarán cuando asuma.
Temores verdaderos
Otro ámbito en el que los efectos de las primarias son motivo de análisis y reflexión, es el de la Justicia. Si como se descuenta, en el Parlamento el oficialismo consigue la hegemonía numérica, el juicio político será para los jueces una espada de Damocles.
No están exentos, por cierto, los miembros de la Corte Suprema. Ese cuerpo se distingue por un correcto manejo de los tiempos en sus fallos y no da motivo alguno de queja institucional. Pero, ¿volverá la Corte a fallar de manera adversa al Gobierno? Por ejemplo, el caso Badaro, en el que se dispuso la actualización de montos jubilatorios que la Anses se niega a aplicar, ¿podría extenderse a otros casos siguiendo la misma doctrina? ¿Y qué pasará en causas aún más sensibles para el oficialismo?
Las opiniones dentro del máximo Tribunal están divididas respecto del optimismo o el pesimismo que genera a sus integrantes el nuevo escenario político. La disidencia seguirá siendo saludable y llevadera siempre que no aparezcan fisuras como las que podría producir el debate sobre un futuro régimen parlamentario.
Una propuesta en esa dirección está siendo elaborada por el juez Eugenio Zaffaroni, el más cercano al kirchnerismo, junto a miembros del Gobierno. No todos los ministros de la Corte comparten ese proyecto.
El riesgo es que con el Congreso sometido a los dictados del número, y los partidos políticos destruidos como están, la Corte queda como la única institución de la república que podría establecer cierto equilibrio de poder.