1) Disparates simultáneos Menos que un desplazamiento con veleidad estratégica, el prometido viaje a Israel del presidente Javier Milei se impone como una antología de equivocaciones diplomáticas.
Con impecable sobreactuación, Milei -el Menem Trucho- procura superar las calculadas expresiones de encuadramiento occidental de Carlos Menem, El Emir.
Pero aquel Menem (el real) tenía detrás la legitimidad del Partido Justicialista.
(Y a Alberto Kohan, El Frate que seducía con los 3.500 cargos que tenía para repartir “entre los compañeros”).
La diplomacia a la bartola que inspira a Milei instala que la felación geopolítica sustituye la relación carnal que históricamente se le atribuye a la política exterior de Menem.
En realidad se trató de un exabrupto del canciller Guido Di Tella, Isidorito Cañones, inspirado en la boutade del pensador Carlos Escudé.
Sin embargo, en la delicada complejidad de Medio Oriente, Milei plantó tres disparates simultáneos que se repotencian con reciprocidad.
1.- Acreditar como embajador plenipotenciario y extraordinario al lúcido rabino, orientador de la Sinagoga de Palermo (lo más disruptivo fue llevarlo a llorar a dúo, abrazados ante el Muro de los Lamentos).
2.- Desplazar la embajada argentina desde Tel Aviv hacia Jerusalén.
Y anunciarlo, con argumentación precoz, al Canciller israelí, que por cortesía lo esperaba en el aeropuerto.
3.- Declarar a Hamás como “organización terrorista”.
Una expresión de valentía cívicamente inútil que demuestra la magnitud de su solidaridad. Pero motivó el inquietante comunicado de Hamás que admite la presunción de represalias.
Posturas, las tres, espectacularmente efectistas que distan de favorecer a la cultura que Milei pretende cautivar con enigmática inocencia.
Es comprensible que la excesiva muestra de lealtad preocupe a los honrosos representantes de la comunidad.
2) La mano al vencido
En la primera ronda, Sergio Massa, El Profesional, y Milei, dejaron humillantemente fuera del combate a la señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien.
Pero entonces Milei no tomó exacta conciencia de la nueva situación. Se encontraba cerca de conquistar el poder.
El primer error consistió precisamente en no haberse dado cuenta.
Cuando representaba la verdadera posibilidad del poder Milei acudió a rendirse ante Mauricio Macri, El Ángel Exterminador.
Al que había -justamente- vencido.
Trasladarse dos días después de su gloria electoral hacia Acassuso, como cualquier austero visitante, mantuvo el sentido de la capitulación.
El triunfador, Milei, se acercaba a la residencia de Mauricio, el vencido.
En efecto, el Ángel había instrumentado a Bullrich para acabar con la epopeya de Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
«Empleado del mes», Larreta se había emancipado como Maire del Maxikiosco. Hasta transformarse en el temible adversario interno del Ángel.
Significa confirmar que Milei conspiró contra el proyecto político-televisivo que le había alcanzado para figurar en el ballotage.
El objetivo flamante ahora era otro. Consistía en vencer a Massa para quedarse con el premio.
Precisamente era el candidato del peronismo que lo había estimulado para recortar Juntos por el Cambio y acabar con la escuadra del Ángel Exterminador.
3) La traición de Milei
Si aquí hay una traición es, en efecto, de Milei, pero hacia Massa.
Otra canallada lícita de la picardía electoral.
Faltaba la batalla final entre ambos. El Profesional debía batirse con la invención.
La profundización del básico malentendido permite interpretar las contradicciones de la fabulosa invención de Milei.
De pronto Massa emerge como el depositario de la prolongada frustración que deja como balance el kirchnerismo agotado.
Personalmente Milei se encargó de tergiversar su victoria sobre Bullrich. Para captarla de inmediato. Y en adelante Bullrich es parte de la escudería libertaria.
Una de dos. O Milei es un genio aún no reconocido de la estrategia. O apenas había alcanzado el ballotage desde la fantasía del discurso.
Sin tener absolutamente nada propio en la mano o en la voz. Más allá de los suntuosos alaridos que le permitieron instalar los temas de agenda.
Cualquier locutor ya hablaba de la dolarización. La extinción del Banco Central era un lugar común. Carajo era un vocablo sublime.
De manera que el peronismo le brindó especulativamente fuerza a la invención de Milei para debilitar al adversario coyunturalmente poderoso.
Aunque la invención, al final, fortalece al adversario. Hasta convertirlo, sin ir más lejos, en su aliado.
Malo el negocio para el peronismo, que impone ahora la estrategia especulativa del silencio.
En su voraz trayectoria Massa debió comerse otra derrota.
Mientras Bullrich se entusiasma por quedarse con la ferretería de la Seguridad y de la Defensa.
Ferreterías respectivas que Milei tenía reservadas para la señora Victoria Villarruel, La Cayetana (Álvarez de Toledo).
Entonces Bullrich aprovecha para llevar a la práctica su demencial “protocolo anti piquetero”. Fuerza los gestos de mujer implacable. Cara de mala.
La cuestión que Milei arrancó la epopeya probablemente efímera con aquel disparatado discurso de espaldas al parlamento (con la inolvidable exhibición del sofocado Rey de España, ante el desafío impertinente del sol).
Para sorprender pronto con las insinuaciones deshilvanadas de Sturzenegger, El Bailarín Compadrito. Otro náufrago del PRO salvado en la playa anarco capitalista.
4) Penúltima espina
Así como Mauricio presidió el Tercer Gobierno Radical, entre 2015 y 2019, se confirma que hoy el desconcertante Milei preside el Segundo Gobierno Macrista.
Pese a su carismática extravagancia, la epopeya de Milei arrancó mal. Tiene problemas con los amortiguadores. Pistonea.
El voluntarismo amateur complementa la ejemplar destreza para el desconocimiento y la improvisación.
Con una astucia extraordinaria para chocar la calesita que impresiona.
Trasciende que hasta el propio Ángel se impresiona. Alborotado, con el celular incorporado en las reposeras de Cumelén.
Pero sin anexarse todavía a la inicial sensación de provisoriedad que emana del aliado que culturalmente lo colonizó.
Para sobrevivir, El Ángel necesita que Milei, su intenso aliado, tenga algún éxito con la conducción del Segundo Gobierno Macrista.
Para que no se derrita pronto. Como un pan de manteca en el asfalto de enero.
Y para que carezca de fundamento explícito el aroma penetrante de las calas.
Y sobre todo para que después del estrepitoso colapso parlamentario no adquiera un cierto vigor la penúltima espina de la Asamblea Constitucional.
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