Secuestro y crimen de Santiago Aguilera: se conoció cómo mataron al joven y creen que fue una banda improvisada
El único detenido es un empleado de la familia Aguilera y sospechan de un conflicto previo. Los autores materiales del crimen están prófugos.
"Es mucha la desesperación que tenemos. Realmente es un desconcierto total, no sabemos dónde estamos parados y estamos preocupados porque los que mataron a Santiago están libres", dijo Carlos Aguilera, el papá de Santiago, en el velorio de su hijo. Mientras tanto, los investigadores siguen la pista de un ajuste de cuentas como principal móvil y sospechan de una banda.
La desesperación de la familia empezó el miércoles, cuando descubrió que Santiago, de 18 años, no había vuelto a su casa. Desde entonces la búsqueda, los mensajes extorsivos y la noticia más temida: al chico lo mataron.
El resultado preliminar de la autopsia indicó que al adolescente lo mataron el sábado, un día antes del hallazgo del cuerpo en Boca de Río, a 6,5 kilómetros de Villa Dolores, según dijeron a Clarín fuentes de la investigación.
Su cuerpo tenía cortes y golpes realizados con "elementos punzo cortantes" mientras aún estaba con vida. La causa de la muerte habría sido un fuerte golpe en la cabeza, compatible con un "palazo o un hachazo". Hablaron hasta de quemaduras en el pecho compatibles con cigarrillos. También tenía un corte compatible con un golpe con un fierro y no tenía marcas de haber estado atado.
El fiscal Enrique Sanestrari trabaja con un equipo reducido de investigadores y con cautela sobre la información alrededor del caso. Todo recayó en la justicia federal porque, durante las primeras horas de la desaparición, la familia recibió un mensaje de WhatsApp pidiendo rescate.
La secuencia empezó por la mañana del miércoles cuando la mamá de Santiago se acercó a su habitación a despertarlo para que fuera a la escuela y se dio cuenta de que no había regresado a dormir. El último contacto había sido la noche anterior cuando el joven se iba a la casa de un "amigo a tomar una gaseosa".
Preocupados, lo llamaron a su celular. Del otro lado nadie respondió. Pero enseguida, desde ese mismo número, recibieron el mensaje extorsivo. "Lo tenemos secuestrado, queremos 7 millones de pesos", decía el WhatsApp.
Ese reclamo de dinero determinó que la investigación pasara a la justicia federal, que enseguida detuvo a Walter Gil (23), un empleado de la familia en una empresa de Villa Dolores.
Pero, con el hallazgo del cuerpo, el fin extorsivo se esfuma. Es que la modalidad de secuestros en la actualidad se caracteriza por hechos rápidos, en movimiento, principalmente arriba de vehículos y de poca duración.
Con Santiago nada de eso se replicó: los secuestradores sólo hicieron ese contacto con la familia. Al momento no hay elementos que permitan comprobar que hubo una negociación o un intento de coordinar el pago de un rescate.
Sí se barajó la posibilidad de que un empleado infiel –Walter Gil– hubiera "vendido" un dato respecto de una transacción comercial realizada por la familia. Pero ya no es el único ni el principal acusado: a Santiago lo mataron mientras Gil permanecía detenido.
"Entendemos que está detenido por otro motivo. Quizás sea por la investigación y fue la persona que tuvo últimamente el contacto con Santiago y por las diferencias que había en una declaración y otra. Se mentía mucho y no coincidía", dijo Carlos Aguilera a “Telenoche” (El Trece).
Y agregó: "Yo quiero saber precisamente por qué lo mataron. No encuentro el sentido de porqué matarlo de esa manera".
Además, calificó de "animales" y "enfermos" a los asesinos de su hijo, sobre todo por las lesiones que le provocaron los momentos previos al crimen. Y, si bien dijo "no tener idea" de los motivos que tendrían para atacarlo, los investigadores apuntan a la hipótesis de un "conocimiento previo" o un "ajuste de cuentas".
"Evidentemente el fin del secuestro no era cobrar un rescate", confió un investigador a Clarín. Aunque todavía logran identificar un móvil concreto que oriente la hipótesis.
A Santiago lo asesinaron 24 horas antes del hallazgo del cuerpo, el domingo a la mañana. Fue de casualidad cuando un baqueano buscaba animales perdidos que lo encontró cerca de una laguna seca en una zona de difícil acceso para desconocidos.
El vínculo con la familia, la torpeza del cautiverio, la violencia del ataque y la hipótesis de la venganza son algunos de los indicios que siguen ahora para dar con los asesinos, agregaron las fuentes a Clarín.
Walter Gil, la punta del ovillo
Carlos Aguilera padre es dueño de un corralón de materiales en Villa Dolores. Su negocio habría crecido mucho en la región durante el último tiempo. La familia tiene "negocios" y relaciones con personas de interés en esta zona de Córdoba.
Según pudo confirmar la familia de la víctima, Gil hacía dos meses que había empezado a trabajar en la empresa. El miércoles, el día en que notaron la desaparición de Santiago, Gil fue a trabajar normalmente al corralón de los Aguilera.
A pesar de estar detenido, no podría haber concretado el cautiverio durante más de cuatro días sin cómplices. Por eso, confiaron a Clarín, lo indican como integrante de una banda "improvisada".
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