Secretos de familia: una recorrida por el Castillo Guerrero
Hoy les proponemos una recorrida fotográfica por el castillo de la familia Guerrero que conserva las reliquias de Felicitas, la mujer que protagonizó a finales del siglo XIX el primer femicidio de la aristocracia porteña. Entre los objetos que allí se exhiben, se encuentra el revólver con el cual su despechado festejante la asesinó por el simple hecho de haberlo rechazado.
El Castillo Guerrero Domselaar es un lugar lleno de historia y tragedia que se caracteriza por su imponente estilo francés: techos a la mansarda, columnas, un sótano en altura, buhardilla en el techo y 24 habitaciones de amplio tamaño, en su mayoría conservadas gracias a la permanente refacción.
En el interior de esta casa se conservan reliquias de la época como el batón chino auténtico con más de 150 años que le regaló Martín de Álzaga (su esposo) a Felicitas, una mujer de alta sociedad, quien fuere la dueña de una de las fortunas más grandes del país en su época, quedando viuda a corta edad, o el revólver lefuser de la policía montada de 1856 con el que Ocampo, el despechado enamorado de Felicitas, la mató contando ella con solo 25 años.
En el lugar también se destacan los pisos ingleses en perfecto estado, una escalera aérea, la biblioteca, un gran mueble de 1700, un sillón del 1800 del antigüo teatro Colón, ollas de cobre con más de 140 años, grabados de Giovanni Piranesi, sillas inglesas del siglo XVIII y un comedor con la mesa servida con un juego de loza inglesa que usaban los Guerrero, todo manteniendo la elegancia y el lujo de aquella época.
Joven, viuda y estanciera
A los 24 años Felicitas queda viuda y heredera universal de la fortuna de su marido. Luego del riguroso luto, como era costumbre, de a poco Felicitas comenzó a frecuentar los salones porteños.
Era admirada por todos ya que tenía modales refinados y era una mujer instruida para aquella época. Así fue que, al enterarse de su viudez, Enrique Ocampo sintió renovadas sus esperanzas. El hombre sentía que tenía más derechos que los demás pretendientes y si bien ella era gentil con todos, no daba esperanzas a ninguno.
Una noche, yendo de la estancia “La Postrera” a su otra estancia “Laguna de Juancho”, la sorprendió una tormenta a mitad de camino, el carruaje se detuvo. Se acerca un jinete muy apuesto. Era Samuel Sáenz Valiente cuya estancia lindaba con la de Felicitas. Y poniendo su poncho en el suelo para que no se embarrara la ayudó a salir del carruaje. Allí nació el flechazo.
La antesala del femicidio
Ocampo se puso furioso al enterarse de este noviazgo, no lo dejarían de lado otra vez. Lanzaba frases amenazantes tales como “Serás mía o de nadie más”. Estas amenazas también fueron hechas a su padre, pero nadie pudo imaginar el trágico desenlace.
Ya antes había dado indicios de ser una persona por lo menos temible cuando le dijo, por ejemplo, "si no me permitís ser el sol de tu amor, pues seré tu sombra".
El 29 de enero de 1872 Felicitas había ido al centro de la ciudad a hacer unas compras. Al regresar a su quinta de Barracas, su tía Tránsito le avisa que Enrique Ocampo la estaba esperando. En un principio pensó no atenderlo, pero luego decidió enfrentar la situación y terminar con el tema.
Enrique le reprochó su relación y futuro casamiento con Samuel, pero ella le explicó que no tenía nada que hablar con él, que su decisión era irrevocable. Entonces Enrique, fuera de sí, saca un revólver y un estoque con los que amenaza a Felicitas.
"Con cuál de estas armas prefieres morir", le preguntó él.
Su familia que estaba afuera oye la discusión y se acercan para oír mejor. Felicitas asustada intenta salir, pero la cola de su vestido se engancha en una mesa y cae produciéndosele una herida cortante en la frente.
Al levantarse, Ocampo realiza el primer disparo que impacta en el ángulo superior interno del omóplato derecho de su amada. Al oír el disparo irrumpen en la habitación Antonio Guerrero, hermano de Felicitas de tan sólo 14 años (abuelo de Josefina Guerrero), seguido por Cristián Demaría y su padre Bernabé Demaría.
Cristián se lanza sobre Ocampo y éste último lanza otro disparo que pasa rozando el cuero cabelludo de Antonio, dejándole con el tiempo una cicatriz donde jamás le volvió a crecer el cabello.
Cristián, para vengar a Felicitas, coloca el revólver en la boca de Enrique y le dispara. Luego, otro disparo en el pecho deja inconsciente a Enrique.
Felicitas había sido llevada en brazos por Samuel hasta su cama, muy mal herida. Ocampo, aún moribundo, es cargado en el mismo carruaje en el que había llegado y conducido a la iglesia de Santa Lucía, a pocas cuadras de allí y fallece.
Bernabé Demaría le entrega a Antonio Guerrero el arma homicida, le pide que la esconda para que nunca nadie pueda encontrarla. Y así hizo Antonio, la escondió y guardó durante toda su vida. Felicitas agonizó toda la noche y a la mañana siguiente muere, el 30 de enero de 1872.
La causa fue caratulada como suicidio de E. Ocampo y estuvo a cargo del Dr. Ángel Justiniano Carranza; curiosamente el expediente se perdió.
Sus padres, en su memoria, hicieron erigir la hermosa iglesia de Santa Felicitas en los jardines de la quinta donde ocurrió la tragedia, a continuación del antiguo oratorio y la pusieron bajo la advocación de Santa Felicitas, mártir del siglo IV asesinada con sus siete hijos en Roma.
Debido al dolor por la pérdida de su hija, la familia decidió trasladarse fuera de la ciudad en busca de tranquilidad. Así fue que Carlos José Guerrero compra la estancia Santa Isabel (hoy Estancia San Carlos) y hace construir en 1872 la casona de 4 pisos para establecerse allí con su familia.
Josefina Guerrero heredó la casona de su padre Juan Carlos Guerrero O’Connor y éste a su vez de su padre, Antonio Tomás Saturnino Guerrero Cueto, hermano de Felicitas.
Prensa y opinión pública
El pensamiento predominante de la época quedó reflejado en la "bajada de línea moral" que hacía un matutino al día siguiente:
"Deploramos en fin trágico de esa distinguida dama, víctima del furor de un hombre enamorado. Pero nos alegraría que las niñas sacaran de este hecho aislado un saludable ejemplo. El amor de la coqueta es como las alas de la mariposa: polvo de oro y carmín que se desvanece al más leve soplo"
La sociedad desaprobaba que Felicitas hubiera tomado por primera vez las riendas de su vida luego de haber sido obligada a casarse con un hombre 32 años mayor que ella y que ya había tenido cuatro hijos con una novia clandestina, cuatro (o cinco) pequeños detalles que le ocultaron a la joven su padre y su esposo.
¿Dónde queda?
Ruta 210 km 58 - Domselaar (San Vicente). Instagram: @castillo.guerrero
Fotos: Adrian Cavalheiro
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