Sebastián Wainraich: "Muchos quisieran estar en mi lugar"
*Por Marina Zucchi. "La Biblia y el calefón". El domingo, por El Trece, vuelve el programa que creó y condujo Jorge Guinzburg. Al frente del ciclo, Sebastián Wainraich dice no temer a las comparaciones, pero siente responsabilidad.
Escucho una canción de Arjona y siento que puedo escribir diez de esas por noche. Y escucho Pueblo blanco , de Serrat, y pienso que encerrado toda la vida no se me ocurriría. Eso pasa con el humor: no es igual Groucho Marx o Woody Allen que las otras cosas que divierten. Son inalcanzables". El concepto es de Jorge Guinzburg, poco antes de su muerte, en 2008. Ahora es Sebastián Wainraich el que siente inalcanzable al humor de Guinzburg. Pero heredó la posta y desde el domingo (a las 22.30, por El Trece) conducirá La Biblia y el calefón . "No siento miedo, siento responsabilidad", confiesa.
Como esas señales previas que uno aprende a leer ya con el camino desandado, Wainraich se ríe del encuentro "accidental" que tuvo con Guinzburg, unos 15 años atrás. Estudiaba periodismo y, audaz, apenas vio al conductor le pidió su teléfono. Guinzburg le ofreció el número de una productora y el primer acercamiento pareció diluirse sin importancia. Años después, al ex TVR , por entonces productor radial de Fernando Peña, le tocó citar al "gigante pequeño" y éste aceptó con la condición de poder ver "íntegra la cocina del proceso de transformación de Peña en sus personajes". El tercer cruce fue en Indomables , en una entrevista en la que Wainraich dejó a un costado la objetividad: "Jorge, siento como si te conociera de toda la vida", le dijo. Y hubo más intersecciones de camino.
Como en un guiño, tiempo después los roles se invirtieron y entonces el entrevistado terminó siendo Wainraich, ya para Mañanas informales . En una oportunidad, el reporteado llegó deprimido al estudio porque acababan de despedirlo de una radio; Guinzburg ofició de "consejero" y le advirtió que siempre hay algo mejor esperando a la vuelta de la esquina. Ya en febrero de 2008, otra vez una suerte de "señal". Fue invitado al último programa de La Biblia y el calefón , junto a Enrique Pinti, Mercedes Morán y Mónica Ayos. "Hoy venís a laburar", le advirtió el anfitrión. "Es que el invitado tenía una parte activa. La pasé bárbaro. Me gustaba el modo en que pinchaba a sus entrevistados", juzga Wainraich, ahora en el sillón del hombre al que la vida cruzó en su vida varias veces, no sin sentido.
¿Estás preparado para las comparaciones que harán? Sé que van a comparar. Y no siento miedo, siento responsabilidad por el lugar en el que voy a estar. No lo puedo creer. Tengo una bola de sentimientos. Después sé que vendrá la comparación y que hay mala leche por todos lados. Muchos quisieran estar en mi lugar, aunque también hay colegas felices por mí. A esos últimos les voy a escuchar gustoso sus críticas. Cuando (Adrián) Suar me ofreció La Biblia...
fue como volver a ser ese chico de 16 años otra vez. Me parece que perdí cierta inocencia a la hora de ver cómo funcionan los medios, esto de saber que las cosas tienen que funcionar para seguir. Ahí perdés la inocencia, como en la vida. En la radio, en cambio, todavía guardo cierto espíritu amateur, no estoy pensando que me pagan, dejo la vida sin importar lo que me pagan. Es lo mismo que pienso de los jugadores de fútbol. Se matan por arreglar contratos grandes pero una vez adentro de la cancha se olvidan de eso y se mueren por jugar.
Para los seguidores de Guinzburg que exigen el currículum de Wainraich, habrá que sintetizar: nacido en Villa Crespo, de adolescente se inició en una radio de barrio, en un programa sobre Atlanta, su equipo. "En ese momento pensaba en ser relator de fútbol o periodista deportivo, pero me fui acercando más a la música. Ya soñaba con todo esto. En un doble casetera me armaba la artística, trabajaba gratis, escribía. La diferencia es que ahora vivo de esto", resume. La televisión le abrió las puertas como notero en Indomables y, luego, exhibió su costado de actor en Duro de domar . Durante cinco temporadas condujo TVR -en dupla con Gabriel Schultz). Publicó libros de cuentos, escribe sus obras de stand up y ahora estrena rol de conductor solitario. Tiene una hija con la actriz y locutora de AM (Telefe) Dalia Gutmann. Esa misma hijita, de tres años, se pasea por su casa, durante la entrevista, con alitas rosadas de hada. Ignora el grabador y le pone música de fondo a la charla, con una risa y una vocecita tan tersa que cualquier agente publicitario la capturaría para sus jingles.
Alguna vez Guinzburg mandó a hacer un testeo de su imagen para saber qué pensaban de él. ¿Qué pensás que piensan de vos? Qué pregunta difícil... Es muy distinta la opinión de quien sólo me escuchó en radio ( Metro y medio , por Metro) y del que sólo me vio en la tele. En la radio aparezco como una persona más cercana, me doy más a conocer, hago humor, periodismo, escribo, estoy en mi faceta más completa. Con el oyente se genera algo de amistad. Por cómo me saluda la gente en la calle me doy cuenta si es oyente o televidente. Incluso, el que viene a verme al teatro (hace Cómico 5 , en La Plaza) para mí es el que escucha la radio, que es adonde voy todos los días de mi vida. Tengo 37 años y empecé a los 16. Siempre tengo ganas de ir a la radio, necesito ir. La tele, en cambio, es un acontecimiento. Te preparás con todo para eso, sobre todo si es un ciclo semanal.
¿En qué aspectos sentís que podrías seguir su línea de humor? No es muy simpático que lo diga yo. Sí me siento inquieto, así como era él, que hacía radio, tele, escribía. Nos une la pasión marcada. Es un referente para mí, y conste que yo lo decía cuando todavía él vivía. Era un referente, brillante, como lo eran Fontanarrosa, Woody Allen y Seinfeld. No sé si nuestro humor es el mismo. Estuve viendo videos el otro día, y él era el talento, pero a la vez mostraba su base periodística. En eso yo me estoy preocupando: en llegar armado al programa y después en divertirme.
El se autodefinía como "un enfermito del laburo". ¿Vos sos un poco así? Sí. Escribo, hago radio, teatro, televisión. No soy sólo enfermito con respecto al trabajo, sino a pensar. Por ejemplo, a la noche me imaginé cómo sería Cómico 6 , la próxima obra. Y anoto ideas de cuentos e ideas sueltas todo el tiempo. Me nutro de lo que veo todos los días. No concibo la vida de otra manera. Siempre pienso: ¿Cómo hacen los que no escriben? ¿Cómo manejás el hecho de haber cambiado de un programa y un canal proclive al oficialismo a un canal del Grupo Clarín? Bueno, TVR estuvo cuatro años en El Trece antes... Estoy tranquilo. No cambia mi voto ni mi forma de ser ni de pensar las cosas. De hecho, si en TVR no estaba de acuerdo con algo, lo manifestaba y eso está en los archivos.... Me parece que no hay que dramatizar todo tanto.
Con producción de Andrea Stivel -esposa de Guinzburg, ver Andrea...
-, La Biblia tendrá, como históricamente ocurría, el eje puesto en el sexo y los temas picantes. "A todo el mundo le gusta escuchar hablar de sexo. Es más, es un tema que ya se puede charlar en cualquier lugar y justamente vamos a hablar de ese punto con los entrevistados: ahora que tanto se habla de eso, pareciera que es más difícil tener sexo, porque hay que rendir mejor", juzga Wainraich.
Decía Jorge Guinzburg que le decían sus hijos: Lo que dijiste no es gracioso, se ríen porque sos vos . Con ese tipo de cuestiones tendrá que enfrentarse el hombre de los ojos celestes. Cuidar el "boliche" que el maestro alguna vez abrió. Para eso tendrá que seguir la máxima: "Es imposible querer divertir si uno la pasa mal". Esa, dice, fue la lección número uno de Guinzburg. "Concibo el trabajo igual. No puedo ser feliz si no me muevo como en un club de amigos. Afortunadamente nadie me está cargando de presiones. Esto no es sentarse e ir ajorobar y yo estoy con las mismas ganas que tenía a los 16", concluye. Las alitas de su hija Kiara sobrevuelan la escena. El hada en miniatura camina en puntas de pie y lo toca con la varita mágica. El padre de la criatura encantada sonríe. Sabe que fue tocado con la varita mucho antes.