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¿Se extinguió el pájaro carpintero?

La última vez que se vio un ejemplar fue en 2004. Afirman que la depredación de los bosques fue decisiva. Otros, dicen que sólo están ocultos.

En la localidad de Arkansas (Estados Unidos), apareció la mañana del 24 de febrero de 2004 el último pájaro carpintero que se avistaría. Otras aves, aunque sean raras y esquivas, se dejan ver y escuchar con paciencia y buenos prismáticos. Sin embargo, el pájaro carpintero aparece de la nada, durante pocos segundos, en el lugar menos esperado. Y desaparece sin dejar rastro.

Entre 1880 y 1910, los cazadores abatían anualmente unos diez ejemplares, a menudo por encargo de coleccionistas. Cada museo de ciencias naturales deseaba poseer una colección propia de estos tesoros ornitológicos. Estas aves se consideraban raras ya a finales del siglo XIX. Y la causa fue, sobre todo, la explotación de las selvas vírgenes de los Estados del sur. Los leñadores buscaban los troncos más gordos, justo los que necesitan los grandes pájaros carpinteros para construir cuevas amplias. Además, sólo bajo la corteza de árboles gigantes y centenarios recién muertos encuentran las larvas que constituyen su dieta principal. Alrededor de 1918, las selvas vírgenes entre Texas y Florida estaban taladas casi por completo, y el pájaro carpintero se consideraba extinguido.

En 1932, un fiscal de Louisiana informó de la observación de varios ejemplares: para demostrarlo, no dudó en matar uno con la escopeta. Enseguida, expertos de la Universidad de Cornell (Nueva York), organizaron una expedición al lugar del descubrimiento, equipados con cámaras y magnetófonos. Lograron filmar una pareja que empollaba; además, grabaron los gritos nasales de los pájaros carpinteros y el característico tamborileo, de dos golpes seguidos: fue la primera y última vez en la historia que alguien obtuvo semejantes documentos.

Sin embargo, hay quienes creen que nunca estuvieron extintos. Algunos testigos hablaron de haber oído extraños martilleos, haber visto "aves enormes" con franjas blancas en las alas, describieron cortezas taladradas y peladas en algunos troncos. Aparecieron fotos en color que mostraban, desenfocados pero reconocibles, dos picos de marfil en un árbol. Pero ninguna de estas pistas propició un avistamiento nuevo y fiable.

La ornitología no es una ciencia exacta. Pocas veces los ornitólogos pueden referirse a datos irrefutables obtenidos en el laboratorio, fotos o documentos de sonido; sus resultados se basan sobre todo en historias, buenas historias.

Los dos piragüistas que recorrían el río Cache el 27 de febrero de 2004 no eran ornitólogos aficionados. Eran "buscadores de pájaros fantasma", pues su interés se centra en las especies raras o desaparecidas. Tim Gallagher y Bobby Harrison habían seguido la pista del pájaro carpintero pico de marfil durante años. A principios de febrero de 2004 se enteraron de la observación del dueño de un centro de alquiler de piraguas en Arkansas, y viajaron allí.

Gallagher y Harrison decidieron informar a una de las más altas autoridades ornitológicas del país: el Cornell Lab of Ornithology, cerca de Nueva York. El director, John Fitzpatrick, interrogó a Gallagher durante varias horas. Después puso en marcha una de las búsquedas más amplias en la historia de la biología.

Decenas de años de caza han hecho que sólo los pájaros carpinteros más sigilosos hayan sobrevivido. Por tanto, los métodos para seguirles la pista han de ser muy refinados. Incluso la NASA ha apoyado la búsqueda temporalmente con aviones ultraligeros que buscaban "objetos voladores no corrientes".

Y tanto esfuerzo ha dado algunos frutos. Se han producido siete avistamientos que después de ponderarlos se han calificado de fiables. Algunos gritos y sonidos de tamborileo grabados se parecen mucho a los sonidos captados en 1932 en el Singer Tract. Incluso existe un vídeo, grabado desde una piragua, donde se ve durante cuatro segundos, la silueta de un objeto volador blanquinegro. Los expertos de Cornell han medido cada píxel del vídeo y han llegado a la conclusión de que muestra el ave buscado. Pero, como admite el autor del vídeo, no son tomas de calidad. Por eso, David Luneau, que se gana la vida como catedrático de ingeniería, aprovecha sus días libres para recorrer el río Cache, cámara en mano.

El zoólogo Jerome A. Jackson, de Florida, califica las publicaciones de los ornitólogos de Cornell como "ornitología basada en la fe". Es uno de los grandes conocedores del pico de marfil y sabe lo difícil que resulta encontrarlo. En 1988 emprendió una expedición de varias semanas por las selvas lluviosas de Cuba, donde el ave, este pájaro carpintero, habitaba hasta finales de los años cincuenta: sólo logró la descripción de un tamborileo prometedor. Jackson no descarta que el ave realmente fuera avistada en Arkansas en 2004. Pero el relato de Gallagher no es una prueba. Sobre todo teniendo en cuenta la existencia del Hylatomus pileatus, el pájaro carpintero, pariente lejano del pico de marfil. Es casi tan grande e igualmente blanquinegro, aunque el patrón de los colores difiere un poco. Y es un ave bastante frecuente.

En los dibujos de las guías de campo, ambas aves son fáciles de distinguir.