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Se escapó el carnicero de Giles

Su historia se remonta a 1995 y comenzó con olores nauseabundos que salían de una vivienda ubicada en la avenida Cámpora, de la ciudad de San Andrés de Giles, los vecinos de la zona hicieron la denuncia ante la policía. 


En la casa de donde salían olores, vivía Alcira Iribarren, una mujer de 63 años a quien sus conocidos dejaron de ver de forma repentina. La mujer tenía cáncer y nadie sospechó cuando su sobrino, Luis Fernando Iribarren, afirmó que había viajado para tratarse en la Ciudad de Buenos Aires y fallecido por la enfermedad. Las cosas cambiaron cuando el hombre declaro en la comisaría, confesando que, había matado a su tía de varios hachazos en la cabeza y que después cavó una fosa y la enterró en el patio de la casa donde vivían. “Me jodía que sufriera y la maté por piedad”.
 
La madre del asesino era directora de una escuela, mientras que el padre se dedicaba a las tareas del campo, vivían con sus hijos en Tuyutí. Sin embargo el joven, se había mudado en su adolescencia con sus tíos a San Andrés de Giles, frente a la terminal de ómnibus. Estudio en el Colegio Nuestra Señora de Luján, sus compañeros lo veían como un chico normal. De grande, muchos allegados lo calificaron como un tipo "educado, amable y excelente persona". Formó pareja desde los años 1991 a 1993 con una mujer con la que tuvo dos hijos. 

El crimen de la tía Alcira destapó otro horror. Ante la policía, cuando era interrogado, Iribarren contó que años antes había asesinado a toda su familia. Cometió el homicidio una madrugada de fines de julio de 1986. Las víctimas su padre, Luis Juan Iribarren, su madre Marta Langebbein y a sus hermanos Marcelo y María Cecilia. Relató en su declaración “Todos se sentaron a la mesa para cenar menos yo, porque había discutido con mi papá. Entonces, salí a la puerta a fumar y pensar como hasta las tres de la madrugada”, detalló el asesino ante el juez, sobre loocurrido con su familia años atrás. “Maldito el momento en el que entré, ahí vi la carabina”.

Durante su declaración, dio los detalles y contó que aquella sangrienta noche, cerca de las tres de la mañana, entró a la casa mientras todos dormían. Fue al dormitorio que compartía con su hermano y vio una carabina apoyada contra la ventana. Sin pensarlo, agarró el arma cargada, entró a la pieza de sus padres y su hermana, cerró los ojos y disparó “dos o tres tiros” contra cada uno. Después enterró los cuerpos en una fosa a 40 metros de la casa. Durante 9 años, hasta la muerte de su tía, convenció a todos los vecinos que los cuatro habían huido a Paraguay para no pagar una deuda. 

En 2002, Iribarren fue condenado a reclusión perpetua por matar a toda su familia y a su tía. En la cárcel, se recibió de abogado, se casó, tiene buena conducta y varias veces intentó obtener su excarcelación.

Hoy, "el carnicero de Giles" se encuentra entre los criminales argentinos que más años llevan detenidos en el Sistema Penitenciario Bonaerense, después de Robledo Puch. Su caso inspiró la canción de Los Fabulosos Cadillacs. 

Sin embargo, pese a los cambios y aprovechando el beneficio de una salida transitoria otorgada para estudiar derecho en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, salió y no regresó al penal. 

Pocas veces se podrá comprender semejante tragedia, sin dudas estamos frente a un sujeto, que pese a encontrarse preso, pudo recomponer su vida. Siempre sostuvo que usando la carabina podía terminar con una mala relación de familia de la que siempre se quejó. Estoy seguro que las armas las carga el diablo y las descarga un idiota, pero en estos casos como los de la familia Iribarren no temo en decir que hay personas que hay que abortarlas antes de nacer, pero como es muy difícil saber quién podría ser un frio homicida, tal vez la pena de prisión hasta la muerte, sería la mejor solución…   


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