¿Se desmembrará la Unión Europea?
*Por Alfonso Ensinck. El motor inicial de la unificación europea fue un objetivo político: mantener la paz. Tres guerras devastadoras en menos de 100 años produjeron un fruto positivo: una generación de estadistas que resolvió pensar a Europa como una categoría integradora de las realidades nacionales.
Robert Schuman, ministro francés de Relaciones Exteriores sostenía, en Mayo de 1950, al referirse a la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, ladrillo fundante del proceso de integración que habría de desarrollarse a partir de él: "Esta propuesta establecerá los cimientos concretos de una federación europea, indispensable para el mantenimiento de la paz".
Algo más de seis décadas después, los resultados obtenidos asombrarían a sus iniciadores: 27 países integran la Unión Europea, de los cuales 17 comparten una moneda común. A lo largo de décadas, el proceso de integración, si bien a diferentes velocidades, no se detuvo.
Contemporáneamente, su peso político y económico fue creciendo y el euro comenzó a competir con el dólar como moneda internacional. Su tipo de cambio respecto de la moneda norteamericana, que a su nacimiento se ubicaba en las cercanías de 1 euro = 0,90 U$S, avanzó rápidamente hacia valores ubicados entre los 1,40 y 1,50 u$s. En los foros internacionales comenzó a escucharse una voz europea y en las relaciones entre países la aparición de embajadas de la Unión Europea comenzaron a dar un marco aún más formal a este proceso integrativo. Es toda esta construcción, pensada y realizada a lo largo de décadas, lo que hoy está en crisis.
Se trata de una crisis de profundidad no sospechada con sus primeras expresiones. Sus manifestaciones más tempranas aparecieron en Estados Unidos con la llamada burbuja inmobiliaria. Inmediatamente se trasladó a Europa, que agregó, además, sus propios ingredientes. Al principio se creía que abarcaba la llamada periferia europea, básicamente Grecia, Irlanda y Portugal. Tiempo después se incorporaron España, que exhibe una tasa de desocupación laboral récord, 21,5% e Italia que presenta tasas de rendimiento en sus títulos de deuda soberana superiores al 6% y con tendencia creciente, lo que muestra la desconfianza en aumento de los inversores. Complicando aún más el panorama se suman las incertidumbres políticas, especialmente en los casos de Grecia e Italia.
Frente a este panorama, la dirigencia europea, convocada por el binomio Merkel-Sarkozy, aprobó un plan de emergencia que contempla las siguientes medidas principales. Ampliación del denominado Fondo Europeo para la estabilidad Financiera, diseñado para apoyar a los países con mayores dificultades para cumplimentar con sus deudas públicas, de 440 mil millones de euros a un billón de euros; negociar con los tenedores de títulos de la deuda griega que acepten una reducción en el valor nominal de dichos títulos de un 50%; disponer el incremento del capital de los bancos de la zona con el objeto de fortalecer sus posiciones para absorber pérdidas derivadas de títulos de la deuda soberana. En adición se adoptaron otras decisiones tendientes a obtener la participación de gobiernos extra zona en los financiamientos previstos.
Frente al plan para superar la crisis existen diversas opiniones. La dirigencia que lo aprobó se muestra optimista. Muchos observadores sostienen que adolece de falta de información respecto de aspectos operativos que permitan juzgar su viabilidad. Algunos directamente plantean que solo se ha ganado tiempo. El intento del gobierno griego de someter a un referéndum las medidas que le impone la dirigencia de la eurozona puso en peligro un pilar muy importante del plan anticrisis.
No obstante, las incógnitas más significativas se ubican en otro plano. Los pueblos de los países de mayor desarrollo, como Alemania y Francia, ¿apoyarán esfuerzos a realizar para auxiliar a países sobre endeudados y así salvar al euro y profundizar el proceso de integración? ¿Primará un pensamiento europeo o, ante la crisis, éste se refugiará en expresiones nacionales? Esta es la verdadera incógnita a develar.