Se debe generar conciencia en la población sobre los alcances de la hepatitis
Una más que justificada inquietud debiera causar el informe presentado por la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (Aaeeh), en el sentido de que numerosos argentinos que padecen hepatitis B o C desconocen que tienen el virus, lo que lleva a que la enfermedad evolucione en forma silenciosa y que pueda provocar complicaciones graves como cirrosis o cáncer de hígado.
El estudio dado a conocer alertó sobre estos riesgos en el marco del Día Mundial Contra la Hepatitis que se conmemoró días atrás. La entidad llamó a profundizar la lucha contra la epidemia para que la gente conozca las vías de transmisión, los métodos de prevención, se realice la detección de las personas infectadas y haya acceso al tratamiento.
Los especialistas advirtieron que se pueden evitar consecuencias mayores con un simple análisis de sangre que detecte la hepatitis a tiempo. Un especialista afirmó a propósito del informe de la Aaeeh que las estadísticas internacionales registran una prevalencia de entre el 1 y 2 por ciento de la población total sumando la hepatitis B y C y que, si se extrapolan esas estadísticas se tendrá en nuestro país una cifra muy alta de personas infectadas.
La falta de detección de la enfermedad lleva a que muchas de las personas infectadas sigan transmitiendo el virus sin saberlo, lo que amplía enormemente el universo de nuevos casos, entre los que se encuentran desde sus parejas, niños recién nacidos, o nuevos infectados por diversas vías, advirtieron.
Las fuentes médicas enfatizaron en que las hepatitis crónicas, como la B o la C, son realmente peligrosas porque en la gran mayoría de los casos son asintomáticas. Explicaron que pueden llevar a una enfermedad grave, potencialmente mortal, sin que el paciente tenga antes ningún síntoma. Como se ha dicho, estos síntomas pueden aparecer sólo cuando la enfermedad se encuentra en una fase demasiado avanzada.
Resulta por cierto justificada la preocupación de los especialistas si se repara tanto en las causas del mal como en las posibilidades reales de curación -sobre todo si se habla de la hepatitis C- en situaciones que dejan a las claras la necesidad de una intensa política sanitaria por parte del Estado, encaminada a concientizar a la población acerca de las peculiaridades específicas de este mal.
Sin embargo, no es el de la hepatitis un caso excepcional. Existen en nuestro país muchas otras enfermedades -como las de origen cardíaco, por dar sólo un caso- en las que la mayoría de los afectados ignora que está enfermo. La falta de controles sanitarios en el país, periódicos y obligatorios, explican en gran medida este fenómeno que debería ser ponderado como un gravísimo problema social.
En lo concerniente a la hepatitis, resulta clara la importancia que reviste la difusión de conceptos elementales, a través de una permanente enseñanza en torno a los cuidados previos y al comportamiento que debe observarse apenas se adviertan los signos de la afección, con el objeto de reforzar una tarea preventiva que, por ahora, es la única a la que puede recurrirse para paliar la incidencia del mal.