Se concretó la venta de Garbarino: su nuevo dueño es un dirigente de San Lorenzo
El empresario Carlos Rosales firmó ayer el traspaso de las acciones. Se hace cargo de una deuda con bancos y proveedores estimada en $ 12.000 millones.
Después de meses de negociaciones, el Grupo Garbarino cambió de manos. El empresario Carlos Rosales presidente de la aseguradora PROF y protesorero de San Lorenzo de Almagro firmó anoche el traspaso que lo convirtió en propietario y presidente del grupo. En el acuerdo, en el que otras cosas se acordó el pago de salarios atrasados y una inversión de $ 2.000 millones en un período de 18 a 24 meses, se mantuvo también en su cargo a Carlos García, actual CEO de la empresa.
“El empresario Carlos Rosales se convirtió en presidente del Grupo Garbarino luego de que este miércoles 10 de junio se firmó el traspaso de las acciones y así hacer efectiva la compra del Grupo Garbarino, que se encuentra conformado por las empresas Garbarino. Compumundo. Digital Fueguina, Tecnosur, Garbarino Viajes y Fiden”, anunció el comprador a través de un comunicado.
El mensaje dijo que era objetivo de la nueva administración la “continuidad e incremento" de la nómina de 4.325 empleados del grupo que cuenta con más de 200 puntos de venta y 32 centros de distribución logísticos.
“De esta manera, después de un largo proceso de trabajo conjunto, entre los equipos técnicos, proveedores y management de la empresa, finalizó el due diligence y esto marca el inicio de una nueva etapa Carlos Rosales destacó el enorme desafío que implica poner en marcha el nuevo plan de negocios y expansión de la mayor cadena de retail del mercado argentino. Una empresa de 69 años de historia con un importante capital humano que ha sabido apostar a la omnicanalidad, integrando todas las ventajas del mundo físico y del online, para adaptarse a las nuevas tendencias de consumo, siendo la segunda empresa de comercio electrónico del pais”, agregó el comunicado.
La venta se aceleró luego de que se acordara en mayo el proceso de due dilligence, tras negociaciones con otros grupos interesados en la compra cuyas ofertas no prosperaron. La velocidad de la operación estuvo impulsada por la necesidad de los acreedores de la empresa.
Además, Rosales debió negociar también con el titular de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS), Armando Cavalieri, a quien le garantizó semanas atrás la continuidad de todos los puestos de trabajo y una inyección de entre $ 50 y $ 70 millones para ponerse al día con los sueldos.
La propuesta de Rosales para el futuro de Garbarino se centra en mantener la operación habitual, lo que incluye el compromiso de mantener la actual cantidad de puestos de trabajo, a la vez que apunta a dotarla de una fuerte impronta digital.
El plan implicaría convertir a los 200 locales de venta también en puntos de entrega de los productos que sean vendidos a través del e-commerce. La venta online es, en gran medida, el canal por el que Rosales apuesta a incrementar la facturación de la cadena. También prevé sumar servicios financieros, incluso una billetera virtual.
Garbarino tiene el cartel de venta desde principios de año cuando los bancos acreedores –el Santander y el Galicia, principalmente– se hicieron cargo de la empresa y decidieron buscar un nuevo dueño para cobrar la deuda.
Tiene una deuda calculada en $ 12.000 millones, entre los $ 5.000 millones del pasivo que contrajo con bancos y los $ 7.000 millones adeudados a proveedores. Con las entidades bancarias, se habría pautado una quita de entre el 70% y el 75%, mientras que los proveedores comerciales habrían arreglado un 35% de recorte, más el pago financiado.
El primer interesado fue el fondo Inverlat, dueño de Havanna y Reef entre otras marcas, integrado por los ex Citi Carlos Giovanelli y Guillermo Stanley, además de Damián Pozzoli, ex Deustche. El fondo había logrado un acuerdo con los bancos por una quita del 70%, pero las negociaciones se estancaron a la hora de resolver el conflicto con los proveedores. El 27 de marzo venció el acuerdo de exclusividad para negociar y la operación no avanzó.
Fue cuando aparecieron los dos nuevos interesados: Ricardo Depresbiteris, el dueño de Covelia y cercano al sindicalista Hugo Moyano, y Rosales, quien finalmente se quedó con la compañía.
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