Se afianza la tendencia ganadora de los candidatos kirchneristas
*Por Felipe Yapur. La reelección de Juan Manuel Urtubey es un hecho que tiene varias señas particulares. Por un lado, gana por primera vez el oficialismo local, ,a diferencia de lo que sucedió en Catamarca y Chubut.
También lo hace por amplio margen y, sobre todo, afianza la tendencia ganadora de los candidatos kirchneristas.
Hace apenas tres meses atrás, en la Casa Rosada se consideraba que había que esperar hasta abril para saborear un triunfo K. Sin embargo, los sorprendió una sociedad que, aprovechando los comicios provinciales, ya da cuenta de su respaldo al modelo político que encabeza Cristina Fernández.
Urtubey, que es un kirchnerista a la salteña, dice que los votos que están en esas cajas de cartón tienen que ver con el cambio que él representa en la provincia después de 27 años de injerencia de la familia Romero, una expresión feudal de la política mimetizada en el peronismo de los primeros años de la actual democracia. Tiene razón Urtubey, pero también sabe y es conciente que Salta no es una isla y todo lo bueno que suceda en su tierra está determinado e influenciado por el desarrollo del proyecto político y sobre todo económico del gobierno nacional. El reelecto gobernador suele repetir que trabaja para que al viejo eslogan de "Salta, la linda" se le incorpore "la justa". Se refiere a la inequidad que todavía hay en su provincia, y asume que es el gran desafío para este nuevo período. Ahora bien, todo lo que se redujo y continúa reduciéndose está íntimamente relacionado con los planes que lleva adelante el gobierno nacional. De hecho, la Asignación Universal por Hijo llega unos 145 mil niños, impactando de manera directa y real en ese sector de la sociedad. No es una quimera ni una promesa, y se siente en la economía local que termina beneficiando a la gestión de Urtubey.
Con la elección de este domingo, más allá de cómo termine el polémico escrutinio chubutense, el gobierno nacional suma dos triunfos reales y uno –por ahora– virtual, y deja a la oposición cada vez más en un rincón con rasgos de desorientación.
Por caso, el macrismo llegó a Salta para respaldar al candidato homofóbico Alfredo Olmedo. El ministro de educación porteño, Esteban Bullrich y su mano derecha, Pablo Walter, se instalaron en la provincia para darle una mano. Pero los muchos o pocos votos que cosecha Olmedo son, mal que les pese, de su propiedad y no de esta alianza. Es el segundo en votos más que nada gracias a sus actos donde mezclaba ritos y modos de pastor evangelista con rifas de motos y camionetas. En lo único que Olmedo se asemeja a los opositores es que comanda una patrulla perdida, sin proyecto ni propuesta.