Sarmiento: mucho más que un maestro
* Por Alejandro Gómez.El 11 de septiembre se cumplen 123 años del fallecimiento de Domingo F. Sarmiento. Por tal motivo, en 1943 la Conferencia Interamericana de Educación estableció ese día como el "Día del Maestro".
Pero Sarmiento fue mucho más que un entusiasta impulsor de la educación en nuestro país. Su figura trasciende casi todos los ámbitos de la vida pública argentina en la segunda mitad del siglo diecinueve. Entre otras cosas fue escritor, militar, viajero, diplomático, educador, periodista y político.
Cuando, junto a sus compañeros de la llamada "generación del 37", comenzó a participar en los debates políticos, Sarmiento se propuso analizar qué sucedió en Argentina después de la revolución mayo de 1810, cuáles fueron las dificultades que impidieron el surgimiento de una república bien organizada y, sobre todo, cómo sería la organización nacional después de la caída del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Su desafío era superar la dicotomía unitarios-federales y encausar al país hacia un futuro de progreso y civilización.
Sus trabajos más destacados de ese período son "Civilización y Barbarie" (1845), "Viajes" (1849-51), "Recuerdos de Provincia" (1850) y "Argirópolis" (1850). En Facundo, Sarmiento busca develar el "enigma argentino", explorando las raíces de la dualidad que dio en llamar "civilización y barbarie".
Para él, la civilización representa el valor al que había que apuntar, el objetivo que habría que alcanzar con el transcurrir de los años. En contraposición estaba la región pampeana que representaba el pasado colonial asociado a una sociedad feudal liderada por los caudillos. Así las cosas, la civilización sarmientina se traduce en el establecimiento de un orden republicano reflejado en ideas liberales, espíritu europeo, imperio de la ley y movilidad social en sentido ascendente. Su propuesta se vio reflejada en el programa de gobierno, que se basó en el fomento de la inmigración, la libre navegación de los ríos, la nacionalización de las rentas de aduana, la libertad de prensa, la educación pública, el gobierno representativo, la religión como agente moralizador, la protección a la seguridad individual y la institucionalización de la propiedad privada.
En "Viajes", Sarmiento dejaría de mirar hacia Europa para centrar su mirada en EE.UU. Le llamó la atención el espectacular crecimiento que se estaba produciendo en aquel país. En su primera visita, tomó nota del progreso y el potencial de crecimiento que tenía gracias al impulso del ferrocarril, la educación y el orden institucional. Las semejanzas geográficas que observó con respecto a Argentina, le hicieron pensar en una nación de granjeros propietarios como lo era la sociedad norteamericana. En este punto se aprecia la importancia que se le asignaban a los derechos de propiedad claramente establecidos para consolidar una nación pujante. Sarmiento enfatizó el valor del trabajo en la agricultura como agente civilizador, en contraposición a la ganadería extensiva que se venía practicando en Argentina. Así, el desarrollo de la agricultura quedaba asociado directamente con el sistema republicano ya que esta promueve la cultura del trabajo a diferencia de la ganadería tradicional que hacía del gaucho un ser indolente.
A partir de su experiencia norteamericana comenzó a considerar la idea de una "civilización agrícola", razón por la cual el campo dejó de ser visto como barbarie. Para ello era fundamental promover el acceso masivo a la propiedad agrícola, por medio de la creación colonias agrícolas como la de Chivilcoy. De todos modos, Sarmiento era consciente de que esto solo no bastaba, para que el progreso se hiciera presente había que fomentar el desarrollo del ferrocarril y los barcos a vapor, junto con la expansión del telégrafo y el correo.
Además, Sarmiento creía que todos estos avances debían ser apuntalados con un sistema educativo que permitiera fomentar el progreso a largo plazo. El desarrollo económico no bastaba para que el país se convirtiera en una república de ciudadanos civilizados. El sistema educativo propugnaba por la igualdad entre mujeres y varones, tanto en cuestiones teóricas como prácticas. Sarmiento consideraba que la educación serviría para desarrollar hábitos de orden y disciplina; así como para lograr la armonía entre las diferentes regiones del país.
La mayoría de sus propuestas se pusieron en marcha cuando ejerció la presidencia entre 1868 y 1874, aún cuando debió enfrentar más de un obstáculo, durante su mandato se crearon 800 escuelas, la cantidad de alumnos pasó de 30.000 a 100.000, además de la creación de observatorios y bibliotecas. También realizó el primer censo nacional en 1869 e impulsó la llagada de 280.000 inmigrantes en país que apenas superaba el millón y medio de habitantes.
Las piezas postales pasaron de 4 millones a 7.787.400, el ferrocarril extendió su red de 573 a 1.333 Km. y el telégrafo llegó a los 5.000 Km. de extensión con conexión a toda América y Europa. Paradójicamente, la oficina presidencial sólo tenía cuatro empleados.