Sarah Jesica Parker: Ella lo hace
*Por Juana Libedinsky. No es tan puntillosa en su aspecto como su celebérrimo papel en Sex and the City. Más bien, se define natural. Madre y esposa full time, igual que su personaje en el film que se estrenará aquí el mes próximo, la actriz mejor paga de Hollywood charla mano a mano con LNR.
Gestual. Parker admite que los vestidos con que sale en las revistas son... prestados.
MANHATTAN.- Sarah Jessica Parker, la actriz mejor paga del momento, figurín de la moda americana por excelencia e ícono de la ciudad en la piel de su álter ego, Carrie Bradshaw, abre la puerta de su suite en el Waldorf Astoria e invita a pasar dando saltitos de entusiasmo como una colegiala.
"¡No puedo creer que me venga a entrevistar alguien tan embarazada! ¿Dónde lo vas a tener?
¿Cómo lo vas a llamar? ¿A qué escuela lo vas a mandar?", pregunta entusiasmada.
Parece sincera. Después de todo, el tema de la maternidad es algo tan ligado a Parker como la ropa y los zapatos de diseñadores top. Incluso su último film, I don't know how she does it (Cómo lo hace, en nuestro país, donde Distribution Company la estrenará el 3 de noviembre), trata sobre cómo balancear las demandas de los chicos con las del marido (idealmente sin perder el glamour en el proceso). Además, SJP tuvo una muy pública batalla contra la infertilidad. Sus mellizas, Marion y Tabitha, nacidas en 2009, fueron fruto de un vientre de alquiler.
"Fue raro conocerlas -concede- y que fueran físicamente tan distintas a mi hijo mayor, James Wilkie. Pero una vez que las tuve en mis brazos todo resultó lo más natural del mundo. Ahora el desafío es criarlas en la ciudad, entre los paparazzi. Durante un tiempo pensamos en irnos a las afueras, barrios cerrados, ese tipo de cosa. Pero la realidad es que nos encanta Nueva York, salir de noche, el teatro, el ballet. Y al acoso hay que tomarlo como una parte del trabajo, explicárselo a los niños y punto."
Sin los Manolos, Jimmy Choos y Loubutins de taco de vértigo que popularizó su personaje en Sex and The City (en la entrevista estará descalza, de punta a punta), todo en Parker luce y suena un dechado de sentido común, con muchas menos histerias e inseguridades que las que podrían esperarse de Carrie Bradshaw.
"Igual, es difícil que la gente me separe de ella. Todos piensan, por ejemplo, que soy una obsesiva del shopping, pero ése era mi personaje. Me gusta mucho vestirme, pero prefiero estar todo el tiempo que no trabajo con las chiquitas y James Wilkie, mi hijo mayor, de nueve años. Los vestidos en los que me ven en las fotos de las revistas son prestados por los diseñadores, que me los envían y luego devuelvo muy prolijamente", aclara.
Hoy no hay sesión de fotos y Parker desafía el intenso calor neoyorquino con un sencillo solero con florcitas naranjas de su placard. Lo único que tiene de particularmente llamativo es un pronunciado escote, apenas disimulado con volados de broderie blanco. En una entrevista para una revista de moda americana le habían preguntado con qué no podía vivir, y ella había respondido: "Mi marido y mis hijos". Luego de mucho insistir el periodista en que mencionara algún elemento del vestir, ella había concedido: "Un buen corpiño". Y está claro que, aún de solerito, explota al máximo las posibilidades de esta prenda interior.
"Trato de estar aunque sea mínimamente sexy, y esto es una buena solución", confiesa sonriendo, pero es imposible sacarle más secretos de moda y belleza. "Ni siquiera me cuido mucho. Vengo de pasar el verano en los Hamptons y tomé más sol del que sé que debería, pero es un placer estar al aire libre todo el día, aunque nunca vaya a tener una piel de porcelana. Me limpio la cara con agua y jabón. En cuanto a cremas, uso lo que encuentro, me recomiendan, regalan, o sobran del baño de las niñas", explica, y el personaje ultraurbano y sofisticado de Carrie Bradshaw cada vez se hace más lejano.
Eso tiene sentido. La verdadera Sarah Jessica Parker no es del Upper East Side como su personaje; ni siquiera de un barrio más modesto de Nueva York, sino de una familia de clase media baja de la América profunda. Nació en 1965 en Ohio y creció con cuatro hermanos y cuatro hermanastros en la pequeña casa de su padrastro, que trabajaba, entre otras cosas, de camionero.
Aunque acaba de igualar a Angelina Jolie como la actriz mejor paga de la actualidad, ha reconocido que posiblemente por su infancia y por tener una familia grande a la cual proveer, el tema del dinero sigue siendo algo que asocia con una fuente de angustia. "Con mi marido -el actor Matthew Broderick- trabajamos desde muy jóvenes, y nunca paramos desde entonces. Creo que llevamos una vida sin mayores excesos. Mi hijo ya dice que quiere ser actor. Por un lado, no quiero siquiera que lo piense hasta que termine la universidad. Por el otro, me gustaría que viera qué duro y qué difícil es este trabajo, cuánto hay que luchar, sobre todo al principio, pero en el resto de la carrera también, que no imagine que es una vida de privilegios."
La conversación pasa entonces a sus hijas pequeñas, a quienes lleva personalmente a la plaza. "Supongo que también por mi infancia, tan lejana a todo esto, me sigue sorprendiendo, y ocasionalmente escandalizando, la charla de las madres de Manhattan mientras los chicos están en los juegos. No quiero decir que haya cinismo, pero sí al menos una falta de inocencia en todo lo que se relaciona con los niños en la gran ciudad. Nada queda al azar, cada hora está planificada, cada paso ya está pensado. Y salen chicos fantásticos, ojo, pero no es lo que conocí ni sé si es lo que quiero."
Cuando se le comenta que ella le preguntó a esta cronista, pocos minutos antes, a qué escuela iba a mandar a un bebe que todavía no había nacido, se ríe de buena gana. "¡Es cierto!
Debo estar convirtiéndome. Pero, igual, hay cosas de las cuales nadie, como madre, por más sofisticada que sea, puede escapar y que balancean un poco cualquier actitud pretenciosa", admite.
En su nueva película, Kate, la protagonista, una ejecutiva exitosa, recibe un mensaje de texto de la escuela de sus hijos avisándole que tienen piojos. Inmediatamente, ella comienza a rascarse el pelo, perdiendo toda compostura en una reunión de trabajo clave. "Ese tipo de cosas nos pasan a todas todo el tiempo. Cuando estaba filmando me llegó un mail de la escuela diciendo que en el grupito de amigos de mi hijo había piojos. Se lo mostré inmediatamente al director de la película, ¿y cómo no empezar a rascarnos también?", reconoce de buen humor.
Se aproxima el final de la conversación: su agente de prensa se acerca prudentemente y señala que nos quedan unos pocos minutos. Le pregunto por los rumores de una tercera película de Sex and the City. "Creo que puede haber una historia, una historia pequeña, para seguir contando, pero habría que ver si hay un momento adecuado y si se dan todos los factores necesarios para llevar este tipo de producciones adelante", dice. Mucho más interesada está en enumerar lo que sabe sobre la Argentina. "La comida, el fabuloso bife y la arquitectura, que mezcla lo mejor de Europa de comienzos del siglo XX con edificios contemporáneos muy interesantes. Y todo sobre el musical Evita. No sé cuán ajustado a la realidad es, pero una hermana mía actuó en una de sus versiones en Broadway y lo disfruté
muchísimo."
También se apura a contar que James Wilkie nació en el hospital donde esta cronista piensa dar a luz. "Por favor deciles a las enfermeras que las recuerdo siempre, que fueron tan, tan maravillosas conmigo", pide en la despedida.
Un par de días después de esta entrevista, se le repite el comentario de Sarah a las jefas de enfermería de la maternidad donde ya nació el bebe. No hay camas de hospital por la emergencia del huracán Irene, pero al mencionar a SJP, no sólo consiguen un cuarto, sino que es individual (un lujo inusitado aquí) y hasta con vista a Park Avenue.
"Fue de las pacientes más dulces que pasaron por aquí, abierta y generosa como pocas personas", explican.
Cuando en la nota se habló de colegios, Parker mencionó lo difícil que es conseguir una plaza en los de Manhattan, y se ofreció a ayudar para eventualmente mandarlos al mismo al que concurre James Wilkie. Sarah Jessica Parker: si estás leyendo esta nota, dentro de un par de años esta periodista, sin duda, volverá a ponerse en contacto contigo.
HITOS EN LA PANTALLA
Sarah Jessica Parker nació el 25 de marzo de 1965 en Nelsonville, Ohio, es la quinta de ocho hermanos. Actriz, productora de cine, teatro y TV, es reconocida mundialmente por el rol de Carrie Bradshaw en Sex and the City, por la que ganó cuatro Globos de Oro y dos Emmy.
Al ritmo de Cindy Lauper, Sarah bailó en la comedia Las chicas sólo quieren divertirse (1985).
Con Tim Burton filmó Ed Wood (1994) y la delirante Mars Attacks!. En 2005, actuó en La joya de la familia.
Lo que viene: además de Cómo lo hace, por estrenarse el mes próximo, Parker estrenará en diciembre la comedia New Year's Eve y puso la voz en Escape from Planet Earth, una película animada, que se verá el año que viene.
LEJOS DE CARRIE
Sarah Jessica Parker dice que de joven nunca fue una reina de la noche como Carrie Bradshaw ni tuvo charlas desenfadadas sobre sexo con sus amigas, como eran de rigor para su personaje. Aun así, salió con algunos de los solteros más codiciados de los años 80, como John Kennedy Jr. y Robert Downey Jr. Hasta que en mayo de 1997 se casó con el actor Matthew Broderick. Desafiando los dictámenes de Hollywood -quizá porque viven en Nueva York y no en Los Angeles-, sigue felizmente en pareja con él, aunque reconoció en un programa de radio que se permite unos 20 minutos diarios para odiar a su marido. "En general pasan los días sin esos minutos de amargura -explicó-, pero creo que es sano y realista reconocer que existen.".