"Saque número", el karma diario de los argentinos

Los argentinos somos primitivos por naturaleza. Cuando se aplica algún tipo de organización a nuestro desconcierto ya nos quejamos. "¿Para qué un Metrobus? Hay menos lugar para manejar" y "¿cómo vamos a pagar los servicios por Internet? Yo quiero el comprobante sellado del banco" son típicas quejas del "argento".

Sin embargo, hay un momento que nadie puede eludir en la vida: un trámite. Dependencia pública o privada, banco u hospital, o el lugar que a ustedes les parezcan, promete un desafío impresionante: combinar la paciencia con el método de espera.

Y como el "argento" es primitivo, la cola es su organización preferida: se entiende, es de fácil resolución (el que está primero pasa) y te mantiene atento. Pero la atención es la clave en esta metodología de espera, porque todo se complica cuando "hay que sacar turno".

Tener un numerito en la mano no solo motiva la famosa pregunta "¿acá es donde te llaman?", aunque también se puede consultar "¿sabés cuánto demoran en llamar los turnos?". Y el escándalo es peor cuando el número contiene una letra al inicio, lo que te puede diferenciar por tu calidad de cliente o por el sector al que tenés que recurrir, ahí se produce la polémica.

Pero si retomamos el tema de la atención, el número es un distractor natural. Porque te puede pasar que tenés el 148 y van por el 93 y pensás: "Ahhh, esto va para largo, me voy a dar una vuelta".

Ahí se produce el gran problema, porque el del 148 se fue a tomar un café, y cuando vuelve a su lugar de atención van por el 164, y como el "argento" tenía un número anterior, se apersona en el primer puesto disponible y reclama: "¿Me podés atender? Yo tengo el 148 y ya me llamaron". Esto no solo es molesto, sino que le corta la ilusión al pobre 165, que ya se estaba relamiendo en su silla (si es que se pudo sentar) para que lo atiendan porque hace 45 minutos que está esperando en ese lugar caluroso.

¿Vos qué preferís, la "cola" o "sacar número"?