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Salvar las diferencias en el Mercosur

La celebración de los 20 años de conformación del Mercosur encuentra al bloque económico sin poder superar algunos inconvenientes.

Para Mendoza la situación es fundamental, en razón de que gran parte de la producción agrícola tiene como destino el mercado brasileño.

A veinte años de su conformación -el 26 de marzo de 1991- con el Tratado de Asunción, firmado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, el Mercosur, considerado el proyecto internacional más relevante en el que se encuentran comprometidos los cuatro países, aún mantiene diferencias que resultan necesarias solucionar para que el bloque funcione con los mecanismos buscados en su creación.

La conformación del Mercosur no fue fruto de la casualidad. En el mundo se habían creado distintos bloques económicos, como el Nafta -en América del Norte- o el Mercado Común Europeo, que con el correr de los años fue sumando países, incluyendo aquellos que habían integrado el bloque comunista. Ello derivaba en que los países de América del Sur, que no integraban el Pacto Andino, buscaran algún tipo de unidad a los efectos de no quedar al margen de la corriente que tenía el mundo globalizado.

Los primeros pasos fueron lentos, aun a pesar de que el denominado Protocolo de Ouro Preto lo dotó de personalidad jurídica y de un instrumento que permitiera establecer políticas comerciales comunes, una zona de libre comercio y de unión aduanera.

A modo de ejemplo puede señalarse que, en el caso de Uruguay, la aplicación del libre ingreso de mercaderías -en el caso específico del vino- fue postergado hasta tanto ese país pudiera realizar un cambio necesario en la conformación de sus viñedos -logró una importante reconversión hacia la variedad tannat- a los efectos de evitar que sus productores se vieran afectados por el ingreso masivo de los vinos básicos argentinos.

Una situación que se mantiene aún con Brasil, que demora la internalización del protocolo vitivinícola, ante la presión ejercida por sectores vitivinícolas de Río Grande do Sul, en razón de que en esa zona brasileña aún persisten extensiones de viñedos con variedades de escasa y nula calidad enológica.

De todos modos, también cabe señalar que ese tipo de inconvenientes ha sido salvado por el trabajo en conjunto que han efectuado las entidades privadas de ambos países y que se van fortaleciendo con el paso del tiempo, como una reciente visita que realizaron empresarios brasileños en su intención de asociarse con bodegueros mendocinos para promocionar el vino en ese país, basándose en el hecho de que en el corto plazo el consumo de vinos superará a la producción con que cuenta Brasil.

No fueron esos los únicos inconvenientes por los que debieron atravesar los productos mendocinos para el ingreso a Brasil. Como consecuencia de las diferencias que se produjeron entre los dos países (la Argentina impuso trabas al ingreso de electrodomésticos y calzados), ese país dispuso trabas para-arancelarias para la circulación de ajos y frutas, aduciendo que necesitaban profundizar controles aduaneros, lo que generó inconvenientes y demoras en la provisión hacia ese mercado.

Ha transcurrido ya un tiempo más que suficiente, desde la conformación del Mercosur, como para que aún persistan diferencias entre los países. La situación genera además de los inconvenientes señalados, que las expectativas de los exportadores se acoten, especialmente para los productores e industriales locales, en razón de que Brasil es el principal mercado hacia donde se dirige la gran mayoría de la producción local, incluyendo ajos, manzanas, peras, aceitunas, aceite de oliva, además de los vinos.