Salud y seguridad en los hospitales
* Por Carlos Regazzoni. Retirar a la policía federal de los hospitales es un grave error que implica desconocer la realidad hospitalaria y la colaboración que la Policía Federal presta al sistema de salud.
El legítimo reclamo de seguridad del personal hospitalario se basa en la zona de riesgo en que frecuentemente se ubican los hospitales, en la gran cantidad de personas que acude a ellos y en la realidad médica y socioeconómica de dicha población. En un hospital promedio trabajan más de 1.000 personas, hay aproximadamente 200 pacientes internados y no menos de 700 consultas ambulatorias diarias, cifras que se duplican al contabilizar a familiares y acompañantes. Basta pasar por la puerta de cualquier hospital para comprobar que es mucha gente. Los hospitales atienden a personas enfermas, muchas con padecimientos de larga data y con movilidad reducida, muchos mayores y casi todos de bajos recursos. Por otro lado, allí llegan personas armadas, heridas, con trastornos de adicciones, en situaciones de violencia y agresión, con intentos de suicidio y demás.
En ese contexto, la policía colabora no sólo con la seguridad, sino también en cuestiones estrictamente policiales como radicación, documentación, inicio de búsquedas e identificación de personas. Como decía Ramón Carrillo, la pobreza y la enfermedad están fuertemente vinculadas, y es en los barrios más carenciados donde también la violencia se instala con mayor fuerza.
Históricamente, hospitales y centros de atención han funcionado como lugares de contención general de la problemática, y la policía (y asistentes sociales, religiosos y voluntarios) colabora activamente con el personal hospitalario. Para quienes amamos al hospital público, los policías son parte inseparable de él. Su presencia ha realzado siempre el carácter oficial y público del hospital, y ésta ha sido una parte muy noble del trabajo de los agentes. Además, han ha colaborado brindando primeros auxilios en la vía pública, atendiendo partos, colaborando en la inmovilización de pacientes violentos y otros casos dramáticos. Salud y seguridad se intersectan en los hospitales: creer que el personal policial se reemplaza con seguridad privada es desconocer esta realidad e implica un enfoque reduccionista de la misión de la policía y de la del hospital público.
En ese contexto, la policía colabora no sólo con la seguridad, sino también en cuestiones estrictamente policiales como radicación, documentación, inicio de búsquedas e identificación de personas. Como decía Ramón Carrillo, la pobreza y la enfermedad están fuertemente vinculadas, y es en los barrios más carenciados donde también la violencia se instala con mayor fuerza.
Históricamente, hospitales y centros de atención han funcionado como lugares de contención general de la problemática, y la policía (y asistentes sociales, religiosos y voluntarios) colabora activamente con el personal hospitalario. Para quienes amamos al hospital público, los policías son parte inseparable de él. Su presencia ha realzado siempre el carácter oficial y público del hospital, y ésta ha sido una parte muy noble del trabajo de los agentes. Además, han ha colaborado brindando primeros auxilios en la vía pública, atendiendo partos, colaborando en la inmovilización de pacientes violentos y otros casos dramáticos. Salud y seguridad se intersectan en los hospitales: creer que el personal policial se reemplaza con seguridad privada es desconocer esta realidad e implica un enfoque reduccionista de la misión de la policía y de la del hospital público.