Safari a la galaxia Cristina: pulseadas, pactos y recelos
*Por Pablo Ibáñez. En el origen K, espadearon Alberto Fernández y Julio De Vido. Tras la fuga del porteño, la pulseada se mudó al ministro de Planificación y Carlos Zannini. Ahora en la intimidad de la galaxia K comenzó a florecer otro antagonismo: Amado Boudou vs. Florencio Randazzo.
La presunción de una victoria que uniforme, con escasas excepciones, el país con el monocolor K y regale mayorías en el Congreso expone al kirchnerismo a una peste primitiva: sin fantasmas externos, la pulsión destructiva se descarga fronteras adentro.
Émula de su esposo, Cristina de Kirchner replica un hábito de patrones: induce tirrias entre sus delegados para evitar la unidad en su contra. Juan Perón lo aplicó en los 70 al intercalar cargos entre la ortodoxia y la Tendencia para que se vigilen entre sí.
En simultaneo, la Presidente ejecuta un régimen de compensaciones: el caudillo -aquí y ahora «la caudilla»- es quien provee equilibrio entre tribus o cosmovisiones rivales. Aquel Perón no contempló -quizá no pudo o lo supuso irrevocable- el habitual recurso de la balacera.
Otros tiempos. Anteayer Cristina de Kirchner se declaró «humildemente peronista», categoría que usó como opuesto a la de «revolucionario». En lo simbólico, archivó el setentismo un 7 de agosto, Día del Montonero, fecha que sólo rememoró Quebracho.
Con o sin consentimiento de Olivos, el kirchnerismo se zambulló en múltiples disputas. La trascendental es quién oficiará como interlocutor con el peronismo, la CGT y los gobernadores tarea a la que Néstor Kirchner se dedicó hasta horas antes de su muerte.
Boudou, ministro y -todo indica- futuro vicepresidente, fue quien primero se abalanzó sobre ese botín. Hasta visibilizó gestiones secretas de De Vido como la contención de Hugo Moyano. Los dos ministros operan a dúo. Boudou reconoce el mando de De Vido.
Es más: sostiene que es fundamental la continuidad del ministro de Planificación en el próximo mandato. Devuelve una gentileza: tras el fallecimiento de Kirchner, De Vido blindó a Boudou de los avances de la pingüinera y del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
A horas de ser nominado candidato a vice, el ministro empezó a tejer una red de vínculos que en las últimas semanas se magnificó: escucha y defiende a Moyano, negocia con gobernadores e intendentes y anudó pactos con otros ministros, como Julián Domínguez y Juan Manzur.
Es para el peronismo, la promesa de un enlace puro con Cristina quien redujo al mínimo su contacto con los caciques y delegó esa misión en Zannini, a quien desde el boudouismo acusa de carecer de motricidad fina para la rosca política.
La empatía entre el candidato a vice y De Vido alumbró, por necesidad, un acuerdo táctico antagónico: Zannini profundizó su conexión con Randazzo, otro de los que aspira a ser proclamado interlocutor y, en paralelo, fantasea con desembarcar en la jefatura de Gabinete.
El ministro del Interior mostró su destreza en el cierre de listas del FpV: cosechó más de ocho bancas para sus delegados, tiene enlaces fluidos con varios gobernadores y un batallón de alcaldes bonaerenses que, como señal de rebeldía, faltaron en bloque a la cita con caciques que Boudou armó el último jueves.
Ni uno ni otro ocultan esa rispidez. Randazzo se enreda, además, con otros socios de Boudou: Domínguez, con quien tiene una sempiterna riña de pago chico, y Abal Medina, que espera su oportunidad para ocupar el despacho que dejará Aníbal Fernández.
Abal Medina era comensal de las peñas de Olivos que organizaba Kirchner. En esas sobremesas de viernes, formó el scrum de «kirchneristas de segunda generación» con Boudou y Diego Bossio de la ANSES. Pero también reporta a Zannini, dualidad que explica su equidistancia de las últimas semanas.Como Randazzo, el secretario de Comunicación presume conocer la lógica K: el protagonismo de Boudou derivará, creen ambos, en la proclamación de un funcionario que opere como contrapeso. O puede irrumpir un tercero: renació Nicolás «Tito» Fernández ya no para Justicia sino para la Jefatura.
El método de no ponderar en exceso a una figura podría tener otro costo para el candidato a vice. Entrena como sucesor a Hernán Lorenzino pero si Cristina de Kirchner activa el régimen de las compensaciones es probable que Economía quede en manos de Mercedes Marcó del Pont.
Espasmódico, Bossio también se anota para ese sillón. Presa de la ansiedad o el protagonismo, no escucha sugerencias. «Para el proyecto -le dicen- vos sos más importante en ANSES que en Economía». Miguitas de pan que llevan a un destino: el control de esa monumental caja.
En otra sintonía, con pretensiones de ser enlace, asoma Alicia Kirchner. La ministra acaba de darle organicidad a su partido, Kolina -al que sumó a Alberto Sileoni mientras dialoga con Carlos Tomada- y coronó al tope a Andrés La Blunda, nieto recuperado número 18, que integró la proto-Cámpora.
Con el doble beneficio del apellido y la estructura de su ministerio, Alicia K desperdigó terminales en todos los municipios, red que es la base de su partido e interactúa con La Cámpora, al punto de que los caciques juveniles entre sí se dicen «primos».
Sobre el otro Kirchner, Máximo -más cercano a su tía y a Zannini que a De Vido- hubo dos novedades: amenazó con desintegrar la cúpula camporista molesto por las disputas públicas y aun con frialdad volvió a hablar con Alberto Fernández, luego de los chispazos.
Máximo nota lo obvio. La Cámpora no fue ni será un pacífico club de té. A las tensiones internas entre Juan Cabandié y José Ottavis, y a las de éstos con Andrés «Cuervo» Larroque, detectó que algunos referentes entablaron conexiones con otras terminales.
Cabandié orbita a Boudou. Lo mismo hace, en su multilateralismo, Ottavis. Los dos se juran partidarios de confluencias y mixturas con otros clanes juveniles como la Juventud Sindical de Facundo Moyano. En tanto, Eduardo «Wado» De Pedro comparte rondas y planes con Randazzo.
Larroque es el más leal a Máximo y quien más influencia ejerce sobre él. Ejemplo: pidió voltear a un peronista de la lista del FpV porteño a quien Cabandié había ubicado en el top five. El dirigente rodó lugares abajo. Otro: destrozó el compromiso de asistir a un acto de Boudou en Parque Norte.