Rulos

Un momento de pánico siguió a las palabras de la Presidente en el Congreso. ¿Qué habrá querido decir, que, lejos de querer la eternidad, tal vez ni siquiera buscará, en octubre, la única reelección a la que tiene derecho? ¿Dejaría al oficialismo sin candidato y a la oposición sin excusas? La imagen de un país transformado de la noche a la mañana en incógnita cayó, ominosa, sobre todos los que escuchaban el discurso inaugural de las sesiones ordinarias. Caramba, las cosas deben tener un mínimo de previsibilidad. Están los que lo quieren a uno y los que no lo quieren a uno. El común denominador de esos dos grupos es uno. Si uno da súbitamente un paso al costado, es el caos. Por el amor de Dios, ¿en los rulos de quién habrá pensado la Presidenta cuando dijo lo que dijo sobre los rulos?

Es probable que la metáfora haya apuntado solamente a la interna. Lo más posible es que haya sido una manera de explicarles a la diputada Diana Conti y a ciertos ultras de La Cámpora que no se debe hablar del campeonato antes de haber ganado el primer partido. Esta es la perspectiva tranquilizadora.

La otra posibilidad, la inquietante, es que el pedido de no hacerse los rulos fuera para los opositores que, enérgicos y eléctricos, salieron a adelantar que se opondrían a una segunda reelección, con lo que daban la primera por hecha. Transformados en comentaristas de todo lo que sale de la boca de la primera dama, muchos se quedarían sin tema si la cerrara. En su discurso de lanzamiento electoral, el radical Ernesto Sanz anunció que ha llegado la hora de decirle a Cristina adiós y gracias. Aparte de que explicó bien por qué adiós, pero no por qué gracias, quedó claro por dónde pasará el eje de su campaña. Los dirigentes que adopten una estrategia parecida deben de estar rezando para que lo de los rulos no haya sido más que una amenaza.